Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

El terror y la ira

Un investigador del Comité de Investigación de Rusia examina la sala de conciertos quemada después del ataque terrorista.
Un investigador del Comité de Investigación de Rusia examina la sala de conciertos quemada después del ataque terrorista.
AP / Lapresse
Un investigador del Comité de Investigación de Rusia examina la sala de conciertos quemada después del ataque terrorista.

El ataque terrorista del 22 de marzo producido en Krasnogorsk, a 25 kilómetros de Moscú, ha producido al menos 137 fallecidos y 180 heridos, quedando un número indeterminado de desaparecidos que probablemente acaben engrosando la cifra de pérdidas humanas puesto que está pendiente la búsqueda bajo los escombros de la sala Crocus City Hall, lugar donde iba a celebrarse un concierto de rock.

La autoría, más allá de teorías conspiranoicas carentes de fundamento probatorio, responde al Estado Islámico en Khorasán (término que comprende Afganistán, partes de Irán y Turkmenistán en la cosmogonía yihadista), que lo ha reivindicado a través de un vídeo difundido por su agencia Amaq News y grabado por uno de los terroristas en el que aparecen los otros tres disparando indiscriminadamente a víctimas indefensas e incluso degollando a algunas de ellas. 

La escenografía de deliberada crueldad y sadismo y el procedimiento corresponden al modus operandi del Daesh/ISIS, que ya tuvimos oportunidad de ver en Siria e Iraq en la época de Abu Bakr Al Bagdadí. En este caso, el pasaporte de los detenidos a los que se atribuye la acción directa es de Tayikistán, la más pobre de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central y de confesión mayoritariamente musulmana. Hay en la actualidad unos dos millones de tayikos residiendo en la Federación Rusa.

Este atentado masivo no es el primero que se produce en la Federación Rusa, el Teatro Dubrovka en 2002, con 130 muertos, y el colegio de Beslán en 2004 con 334 muertos,186 de ellos niños, y más de 700 heridos, son antecedentes igualmente crueles, pero con una autoría diferente. En aquellos casos correspondía a terroristas islamistas chechenos y su referente próximo eran las dos guerras de Chechenia. Así es el terrorismo islamista, actuando siempre que puede y con el mayor nivel de salvajismo y violencia para provocar temor, odio y sobreactuación de las autoridades y así realimentar la causa entre sus 'fieles'.

En el caso que nos ocupa, y sin que sea necesario acudir a motivaciones específicas por parte del Daesh para cometer atentados, el trato discriminatorio a los tayikos en Rusia, la intervención rusa en el Cáucaso y Siria, y el establecimiento de relaciones con los talibán suponen una motivación adicional para la comisión de actos terroristas de trazo islamista en territorio ruso. Por otra parte, y como se pretende por las autoridades rusas, la búsqueda de conexiones entre estos terroristas y Ucrania no es una hipótesis verosímil. Ucrania es perfectamente consciente de que semejante relación no le reportaría más que desventajas y pérdidas de apoyo que le son vitales para continuar su lucha.

Independientemente de lo anterior, las actividades bélicas han seguido su curso con incrementos de la presión terrestre de Rusia en las zonas de Bakhmut, Donest y Adiivka. Las acciones ucranianas sobre refinerías en territorio de Rusia, un centro de comunicaciones y depósitos de carburante en Crimea han sido efectivas y se han entremezclado con los ataques llevados a cabo por Rusia sobre instalaciones de la red eléctrica ucraniana en el sur y oeste del país, sobre la capital Kiev y Leópolis. 

Parece que, a la espera de acciones de combate más resolutivas, la táctica actual parece ser la destrucción de infraestructuras y el ataque a poblaciones en profundidad para generar miedo e inseguridad más allá del frente. Es de prever un incremento de acciones rusas y una respuesta ucraniana, la primera guiada por la ira, la represalia y la escasez de recursos ucranianos para detenerlas, y la segunda por el cálculo racional de generar perdidas sensibles que dificulten el sostenimiento del esfuerzo de guerra.

El terror y la ira constituyen la combinación más letal que quepa imaginar y cierra cualquier vía de aproximación que pudiera querer desarrollarse. Tristemente, todo parece indicar que se avecina una primavera muy sangrienta.

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