Mariano Gistaín Periodista y escritor
OPINIÓN

Kit de salir por piernas

Imagen de una casa derruida en la localidad de Jersón
Imagen de una casa derruida en la localidad de Jersón
Carlos Pérez Palomino
Imagen de una casa derruida en la localidad de Jersón

Qué cosas me llevaría si tuviera que salir de casa corriendo por una emergencia. A veces me asalta esa insidia. Luego me olvido. A veces se cae un edificio de repente, pasó en Teruel hace dos años. Unos crujidos, unas grietas y a salir por piernas. Con lo puesto. En Barcelona se cayó un barrio por las obras del AVE. Esto en tiempos de paz. No digamos ya si atacan, si invade un vecino loco, un Putin. Claro, eso aquí no puede pasar bla bla.

Hasta que pasa algo no pasa nada. Si se independizan los vecinos de comunidad (hasta entonces autónoma) con la ayuda de un país hostil y te ponen los tanques en la puerta. Un seísmo, una pesadilla de las que solo se ven de lejos, en la tele. Gaza, Cisjordania, Israel. Si te ataca un ejército terrorista. O uno de verdad, de un Estado.

A veces piensas qué te has de llevar. Es una sensación, un aviso del cuerpo –el cuerpo es la mente–, quizá por exceso de imágenes horribles que están lejos y tan cerca. Cuando Ucrania, ahora hace dos años, iban españoles en furgonetas y camiones a llevar comida y traer refugiados, en coche, está aquí al lado. ¿Qué te llevarías?

Los papeles, la escritura del piso, la tarjeta sanitaria, las otras tarjetas, las claves del wifi, la clave de los bitcoins ¡con lo largas que son! Papeles. Móvil, lo que cabe en el móvil. Cargador, neceser, cuchillo, linterna, velas. Las velas aun son esenciales cuando todo se cae. Estamos en la era de la mochila. Dos de cada tres la llevan. A veces riñonera, a veces simples bolsas de plástico, la bolsa grande del súper, la bolsa que te venden por un euro en todas partes. El colapso de hace unos años por la nevada Filomena.

¿Dónde cabe el kit de salir corriendo? El kit de súbito refugiado. En Estados Unidos huyen de repente de los tornados, huracanes, en la próspera patria de los primeros mundos hay inundaciones... ¡fuerza mayor! La vida portátil, olvídate del coche. El ejemplo más suave, sin llegar a catástrofes o invasiones, puede ser que estén las carreteras cortadas, por ejemplo ahora, estos días de febrero de 2024, por las manifestaciones de agricultores y ganaderos. El tractor es un vehículo temible, casi un tanque, impresiona verlo fuera de su ámbito, el campo hasta el horizonte.

¿Quién no ha previsto, siquiera un segundo, qué kit de emergencia necesita por si cortan las carreteras? Agua, depósito lleno, mantas, móvil siempre cargado, ración básica de comida: frutos secos, termo, ¿bocadillos? No será para tanto. Y la vida sigue en los primeros mundos. Pero... ¿y si Putin ataca con todo? Mientras escribo estos delirios Windows urge a reiniciar el equipo para instalar actualizaciones urgentes... ¿estará pasando algo? ¿alguna vulnerabilidad, un ciberataque?

Pero sigo... no se me vaya la inspiración... ¿Y si Putin ataca con todo? Tampoco parecía posible que invadiera Ucrania, Crimea, Georgia, el Donbas... y lo está haciendo. Y la muerte de Navalni, el disidente, y de tantos otros y otras. Un tarado puede hacer cualquier cosa. Quizá haya que preguntar dónde está el sótan más seguro sin salir del barrio. Las catacumbas, los túneles medievales, la mayoría cegados.

La cosa esta de prevenir los horrores se llama "preparacionismo". Comenzó con el búnker unifamiliar en la guerra fría, que estuvo a un tris de ser caliente. Y ahora, en estos años de ataques y armas hiperveloces y drones suicidas de saldo, tiene más vigencia que nunca. El pánico es un negocio boyante.

Quizá lo mejor es seguir como si nada, apartar las aprensiones, confiar en... en lo que sea... y seguir tirando. El kit de susto o muerte puede esperar... al menos que pase la Cuaresma.

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