Joan Ferran Historiador y articulista
OPINIÓN

Pagar por pasear

Grupo de turistas en la puerta de la Catedral de Barcelona, en Ciutat Vella.
Grupo de turistas en la puerta de la Catedral de Barcelona, en Ciutat Vella.
ACN
Grupo de turistas en la puerta de la Catedral de Barcelona, en Ciutat Vella.

Los admiradores del compositor y cantante José Luis Perales sostienen que ‘Amigo’ es una de sus mejores canciones. En ella el veterano cantautor rememora sus años de estudiante en Sevilla donde, dice la letra de su balada, fue novio de una modistilla y remero de la Plaza de España.

Pues bien, remar en Sevilla puede dejar de ser una maravilla. Ignoro lo que hoy en día opina el artista de la propuesta del alcalde hispalense de cobrar entrada por acceder a la plaza, desconozco si la nostalgia que alimentó las estrofas de su canción se ha convertido en desencanto o indignación. Ignoro todo eso, pero tengo la impresión de que el personal empieza a estar un poco harto de que le cobren hasta por pasear. 

El afán recaudatorio de algunas administraciones e instituciones no tiene lógica ni límite. Jugar a privatizar el espacio público, parques, plazas y jardines es discriminatorio. También lo es el peaje eclesiástico que los ciudadanos han de satisfacer cuando, por ejemplo, en Barcelona, desean acudir a la catedral o a alguno de los templos emblemáticos de la ciudad.

Lo peor que le puede ocurrir a una metrópoli moderna es que sus espacios públicos de convivencia se conviertan en parques temáticos donde las aglomeraciones y colas entorpezcan la vida cotidiana. Hay tasas, mecanismos recaudatorios y gestión de flujos turísticos menos lesivos para los residentes. 

Lo cierto es que, como Perales, muchos añoramos la calma de las plazas con encanto y la paz de las calles estrechas. Todo gratis.

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