Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Esos avisos digitales que nadie ha pedido

El lunes no habrá poema porque tengo veterinario del gato.
El lunes no habrá poema porque tengo veterinario del gato.
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El lunes no habrá poema porque tengo veterinario del gato.

No me refiero a asuntos legales, ni al aburridísimo mundo de la protección de datos, esa excusa amenazante. Entro en un terreno tan divertido como delicado. Quiero referirme a esa gente que manda avisos y justificaciones que no ha pedido nadie en sus redes sociales. Es una actitud que produce cierta ternura y que es divertida y, a veces, un poco trágica.

El perfil de persona que pone este tipo de avisos personales suele tener ya una edad respetable. Los poetas de Facebook son buen ejemplo de avisador digital. Hay algo de presidente de la comunidad de propietarios en esta actitud, una relación de buena vecindad y un respeto a una comunidad virtual que merece ser bien atendida.

Los avisos a los que me refiero suelen aparecer mucho en Facebook y con menos frecuencia en Twitter y suenan así: “He estado un poco desconectada de todo estos días, perdonad. Mañana volveré a enseñaros mis avances con la acuarela del jarrón sin falta”. Hay otro muy característico que alude a motivos de salud: “He tenido un gripazo fenomenal y no he podido colgar el poema del día. Lo siento. A partir de mañana volveré”.

Es una educación de otro tiempo, una herencia de humanidad que nos dejan a los que buscamos la inmediatez

También existen avisadores que, incluso, piden permiso para cogerse las vacaciones. “A partir de mañana, estaré en la Manga del Mar Menor y no apareceré tanto por aquí por asuntos de conexiones y para descansar un poco. Nos vemos a la vuelta”. Es una educación de otro tiempo, un trato personal en lo digital que produce admiración y que hace reflexionar.

La tragedia, como siempre, viene con la enfermedad, el desánimo y la muerte. El avisador digital cuenta sus achaques, explica cómo se siente y se va despidiendo poco a poco cuando sabe que le llega el final. Es una educación de otro tiempo, una herencia de humanidad que nos dejan a los que buscamos la inmediatez y nos olvidamos tantas veces de trascender las pantallas y llegar al corazón. 

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