Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

En el cerebro de los posibles testigos

La proposición de ley de amnistía ha naufragado en el Congreso de los Diputados por las exigencias de Junts, que reclamaba el blindaje total frente a las acusaciones de terrorismo y el perdón de los delitos de traición y contra la paz. Ante esta votación El ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, considera "incomprensible" que Junts haya votado en contra y les ha pedido que reconsideren su posición.
El presidente Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados.
La proposición de ley de amnistía ha naufragado en el Congreso de los Diputados por las exigencias de Junts, que reclamaba el blindaje total frente a las acusaciones de terrorismo y el perdón de los delitos de traición y contra la paz. Ante esta votación El ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, considera "incomprensible" que Junts haya votado en contra y les ha pedido que reconsideren su posición.

La elección de los papas, la coronación de los Reyes, la proclamación de las independencias y las victorias electorales solo llegan a inscribirse con solemnidad en la historia si los protagonistas salen al balcón. Por eso, consciente de la importancia del momento, se asomó Pedro Sánchez al balcón de mecanotubo adosado para la ocasión a la fachada de la sede del PSOE en la calle de Ferraz cuando en la noche del domingo 23 de junio concluía el escrutinio de las elecciones generales.

Se sabe que el secretario general de los socialistas había estado remoloneando lleno de dudas, pero al fin donde otros veían incertidumbres paralizadoras Pedro atisbó oportunidades de primer orden y se apareció a los inasequibles al desaliento que hacían guardia bajo los luceros para decirles eufórico «¡somos más!» y convocarles desde ese mismo instante a la tarea de levantar el muro que en adelante separará a los bienaventurados de los réprobos.

Porque sépase que aquí hemos pasado del bipartidismo imperfecto al bibloquismo amurallado. En el principio eran los nacionalistas vascos y catalanes quienes aportaban sus efectivos parlamentarios para completar la mayoría gobernante, ya fuera esta de color rojo o azul, de derecha o de izquierda, pepera o socialista. Unos y otros aprendieron de forma indeleble que toda victoria llega precedida de una renuncia. La derecha se hacía progresista para inducir en la izquierda un comportamiento moderado. La derecha legalizaba el divorcio y se empeñaba en la reforma fiscal mientras la izquierda aceptaba la enseñanza concertada y los acuerdos con la Santa Sede. Ni quema de iglesias ni nacionalización de la banca, de una parte; ni disolución de los sindicatos o caza de rojos como cantaban en su día los carlistas –«¡Cálzame las alpargatas, dame la boina, dame el fusil, que voy a matar más rojos que flores tiene mayo y abril!»– de alta peligrosidad después de comulgar.

En el segundo tiempo que ahora se disputa, las mayorías -como se vio en las elecciones generales del 23 de junio- están flojeando y los complementarios asimilables se han fraccionado de modo que, al reducirse la entidad de cada uno de los sumandos, es preciso que el número de sumandos a encadenar sea mayor. Enseguida surgen problemas ligados al mantenimiento de la disciplina sin la cual la dificultad de las tareas de Gobierno se multiplica. Además, conviene atender al hecho, comprobado de manera empírica, de que la influencia de cada uno de los grupúsculos integrados en un mismo bloque no es necesariamente proporcional a su dimensión, de modo que, a veces, los más exiguos se convierten en los más determinantes.

Es la vuelta al prestigio de los creadores de escasez, que abordó David Anisi en su libro, donde analiza el proceso que nos ha llevado del bienestar al miedo. Explica el profesor Antonio Hernando en una intervención de la que dará cuenta en próximos días a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales que «durante la tormenta se generan ondas electromagnéticas y ondas sonoras, ondas que se convierten en luz y sonido en el cerebro de los posibles testigos. El cerebro actúa como transductor. Sin cerebro que las detecte existen las ondas, pero no la luz ni el sonido, cualidades que solo existen en el interior de nuestro cerebro". Porque conforme al principio que reza Quod recipitur, ad modum recipientis recipitur, lo que cada uno recibe y admite, se acomoda al modo habitual de percibir las cosas que tiene. Así que quien espere autocrítica en la Ejecutiva o en el Comité Federal del PSOE va dado.

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