Entrevista

Carlos Sánchez: "Arrastramos algunos vicios como el amiguismo y por eso ha habido tantos casos de corrupción"

  • El veterano periodista conversa con 20minutos tras publicar 'Capitalismo de amiguetes', un recorrido por la historia reciente de España a través de los grupos de presión.
fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista a Carlos Sánchez
Carlos Sánchez, en un momento de la entrevista concedida a 20minutos
JOSÉ GONZÁLEZ 
fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista a Carlos Sánchez

Cabilderos, conspiradores, intrigantes, susurradores del poder, o en su variante más moderna, lobbistas. La historia reciente de España se puede contar a través de los grupos de presión que han rodeado al poder y han condicionado las decisiones políticas de los Gobiernos desde finales del siglo XIX. Y así lo hace Carlos Sánchez (Madrid, 1956) en Capitalismo de amiguetes (Harper Collins, 2024), su tercer libro, que cierra una trilogía sobre la aristocracia económica de España. Este veterano periodista económico —acumula cuatro décadas de servicio, los últimos años como director adjunto de El Confidencial— repasa con 20minutos la historia del poder en la sombra en una conversación que se produjo antes de que estallara el caso Koldo.

En su libro recorre la historia económica de España a través de la influencia que han tenido los grupos de presión, los amigos del poder... ¿Cuánto de lo que es hoy España, para bien o para mal, se lo debemos a ellos?
Yo creo que arrastramos todavía algunos vicios, como el amiguismo, que es una forma amable de la corrupción. Y por eso creo que en los últimos años ha habido demasiados casos de corrupción en la política española, porque no se le ha dado ninguna importancia a los criterios objetivos, imparciales o el rigor a la hora de hacer adjudicaciones o de tomar decisiones de política económica. Pero afortunadamente este país ha cambiado mucho. 

El relato arranca en el hotel Palace de Madrid. "Es lo más parecido a la historia de España", señala ¿Cómo se puede contar la historia de un país a través de un hotel?
Los centros de poder, ya sean políticos o empresarios, necesitan tener lugares cercanos al pueblo. Hoy es el fútbol, porque tiene una capacidad de penetración social enorme. Pero en el siglo XX eran los grandes hoteles de lujo. Primero fue el Hotel Ritz, que fue el primer gran hotel que se construyó en Madrid. Dos años después se creó el Palace, que estaba muy cerca del Congreso de los Diputados, y fue el centro de operaciones de aquellos grandes negocios que se hicieron en el primer tercio del siglo XX. El palco del Bernabéu es, de alguna manera, el Palace de nuestro tiempo. El libro arranca, precisamente, con una reunión que hay en este hotel, en la que el Ministro de Hacienda quería poner un impuesto a las empresas que ganaban mucho dinero por la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial. Se reúnen allí los gerifaltes de Cataluña y el País Vasco y frenan ese impuesto. Es un tema tan actual como que ahora mismo el debate es precisamente ese. El Gobierno acaba de poner un impuesto a las eléctricas y a los banqueros y, afortunadamente, ahora ha sido el Congreso el que ha decidido legítimamente seguir adelante. No digo que yo esté a favor o en contra del impuesto, solo que eso hubiera sido impensable en el primer tercio del siglo XX. 

Es llamativo como todavía hay temas que marcan la agenda actual que ya se discutían en el siglo XIX. Por ejemplo, pienso en la reivindicación de los nacionalistas catalanes de un concierto económico como el del País Vasco...
Sí, es curioso. A finales del siglo XIX ya la burguesía catalana, que está en su mejor momento, plantea un concierto parecido al vasco. El concierto vasco es muy interesante analizar, porque lo pone en marcha Cánovas del Castillo, el gran referente de los conservadores en España desde el siglo XVIII. Cuando empieza la Restauración, Cánovas necesita apoyo de la burguesía vasca y rescata el concierto económico que es el que conocemos ahora. Mucha gente piensa que es un concierto rupturista. Todo lo contrario, es la derecha conservadora la que lo restaura. Y los catalanes se dan cuenta de que ese modelo le puede servir a ellos para tener un desarrollo económico más grande. ¿Qué ocurre? No se concede ese concierto catalán, y a partir de ahí empieza a crearse un incipiente nacionalismo catalán.

"El Palace fue el centro de operaciones de los grandes negocios que se hicieron en el primer tercio del siglo XX. El palco del Bernabéu es, de alguna manera, el Palace de nuestro tiempo"

Los tres grandes polos económicos de esa España del siglo XIX son la industria vasca, la catalana y luego Madrid como centro de poder ¿Qué queda hoy de lo que fue aquello? 
Yo creo que cada vez queda menos porque hubo un proceso de apertura de la economía española que ha hecho mucho daño a los grupos de presión. En 1959 la dictadura empieza a abrirse a la economía mundial y muchas empresas extranjeras invierten en España. Esa capacidad de presión que tienen esos grupos cerrados se va limitando a partir de 1977, con la segunda gran apertura de la economía española por la democracia. Y sobre todo a partir de 1986, cuando cayeron todos los aranceles y las restricciones para las importaciones. Todos esos grupos de presión se van reduciendo. Yo siempre pongo un ejemplo que me parece que refleja muy claramente lo que ha pasado en la economía española. El textil catalán ha sido una grandísima industria y fue el soporte de la burguesía. Uno se podría imaginar que en el siglo XXI, Zara o Inditex se iban a crear en Cataluña porque tiene esa tradición de la industria textil. Bueno, pues se creó en Galicia. Y se creó en Galicia básicamente porque Amancio Ortega aprovechó de la liberalización. Se tumbaron todos los aranceles y eso permitió importar desde India, Bangladesh, China o Marruecos todo tipo de productos textiles.

fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista a Carlos Sánchez
Carlos Sánchez, autor de 'Capitalismo de amiguetes'.
JOSÉ GONZÁLEZ

España cogió el tren de la revolución industrial con retraso y se quedó atrás respecto a sus vecinos europeos ¿cuánta culpa tuvieron los grupos de presión?
El atraso histórico de España tiene diferentes aspectos. Uno es puramente geográfico. El país está en una esquina de Europa y tiene una orografía muy dura. Tenemos dos, tres cordilleras, no tenemos ríos navegables y tenemos mucha dificultad de pasar nuestras mercancías hacia Europa. Luego tenemos otro déficit que explica el atraso histórico, que tiene que ver con la Iglesia. En España, la Iglesia ha sido colaboradora del poder político y, en contra de otras iglesias de Europa que estudiaban los textos religiosos, enseñaba una sola Biblia. No existía ese debate sobre la religión. Mientras que en Alemania, Francia, los países del norte de Europa, la Iglesia es el foco que irradia la escolarización de muchos alumnos para leer los textos bíblicos, en España la Iglesia no enseña a leer y escribir. De hecho, llegamos a la paradoja de que al final del siglo XIX España tiene casi entre un 70 y un 80% de analfabetos, mientras que en Europa la tasa está alrededor del 30%. Y luego está el propio papel institucional, la corrupción y el amiguismo en la política española. Es decir, son un montón de causas que explican nuestro retraso histórico, que se fue superando en algunos momentos. 

En el libro cuenta que cuando llega el franquismo los grupos de presión se reorganizan y se forma una oligarquía alrededor del dictador con la que muchos empresarios prosperan. Me recuerda a la Rusia de Putin...Los sistemas clientelares siempre existen en todos los países. Yo creo que lo que ha cambiado es que el sistema clientelar durante la época de Franco tenía que ver con el Estado, lo que hoy en día llamaríamos la Administración General del Estado. Era llegar muy cerca de quien estuviera de presidente del gobierno, de rey o del dictador en el caso de Franco. Esas redes clientelares, como la de Putin son posibles porque él controla todo el poder.

¿Qué ha cambiado?En la España del siglo XXI, con 17 comunidades autónomas, el poder ya no está en los ministerios ni está en el Congreso de Diputados. Las redes clientelares se están creando en las comunidades autónomas y muchas veces en los grandes ayuntamientos. Yo creo que eso es lo que ha cambiado. Hoy en día, si analizamos lo que ha pasado en los últimos 20, 25 años hay mucha más corrupción en las comunidades autónomas que en la Administración General del Estado. Es muy difícil encontrar a un alto funcionario de nuevos ministerios que sea corrupto. No digo que no los haya, siempre los hay en todos los sitios. Pero la corrupción está en la Comunidad Valenciana, está en Madrid, está en Cataluña o está en Andalucía. Eso es lo que ha cambiado respecto al pasado. Es una red clientelar más fragmentada. Antes era más una relación directa con el rey o con el presidente del gobierno de turno

Después de acercarnos económicamente a Europa durante el desarrollismo franquista y los primeros años de democracia, es llamativo como ahora nos estamos volviendo a alejar. Se ve en indicadores como el PIB per cápita...
En 1959, durante el franquismo, España estaba tan atrasada que realmente no era difícil acercarse a la Unión Europea. Con la liberalización el país empieza a converger. Desde mediados de los 50 hasta mediados de los años 80, España tiene 30 años que son una auténtica edad dorada. A partir de los 80, empieza a haber problemas de convergencia por un problema básicamente de productividad. Tenemos un modelo de desarrollo basado en sectores de bajo valor añadido. Eso explica que, cada vez que hay una crisis, España tenga más dificultades que otros países para salir. El país está muy volcado en el turismo, en el inmobiliario, la construcción...  mientras el mundo va por otro lado. Y eso explica que nuestra convergencia se esté alejando cada vez más.

Banca, energéticas, el Opus Dei e incluso los ingenieros de caminos han sido importantes grupos de interés, pero ¿cuál ha sido el más poderoso?
Yo creo que ha tenido mucho poder en general dos profesiones, que son los abogados y los ingenieros de caminos. España es un país de abogados. Por eso explica la litigiosidad enorme que hay siempre en los tribunales donde están muy mezclados los políticos. Mientras que en otros países los parlamentos estaban más formados profesionalmente por economistas, por científicos, por técnicos, arquitectos, etc. En España prácticamente todos eran abogados. Con lo cual ha habido un sistema muy basado en las normas. Y luego el otro sector que yo creo que es muy relevante son los ingenieros de caminos. Básicamente por la obsesión que ha tenido este país siempre por la obra pública o la obra privada. 

¿Y entre los conspiradores, con nombre y apellidos, cuál cree que ha sido el más canalla? 
Yo más que canalla lo que hablaría del que tuvo más influencia. Para mí es Germán Gamazo, un personaje probablemente poco conocido. Germán Gamazo es el gran cacique de la España de la Restauración. Tiene un despacho de abogados muy importante. Gamazo genera un modus operandi de las élites que le hace estar muy cerca del poder permanentemente. De hecho, por su despacho pasa el propio Antonio Maura, que luego se casa con su hermana. Me parece que ese modelo de cacique es el que durante muchos años ha funcionado en España. O el Conde de Romanones, que fue 40 años miembro del Congreso de Diputados. Más que un individuo, el modus operandi de los caciques creo que es lo más destacado de lo que ha pasado en España en los últimos años en términos de eso que llamamos capitalismo de amiguetes.

Una de las formas más populares de presión en el siglo XXI son las puertas giratorias ¿Qué le parece que el Gobierno tenga congelada la ley que prohíbe a altos cargos hacer 'lobby'?Pues mal y, además me parece muy cínico. Es lógico que si yo tengo una empresa eléctrica o un bar, quiera saber qué legislación va a hacer la comunidad autónoma o qué legislación va a hacer el Congreso de Diputados. Lo que tienen que ser es transparentes. Si no regulas los lobbies, se crea una zona gris, una zona opaca. No sabemos muy bien con quién se ha entrevistado un determinado diputado o un concejal o un consejero de una comunidad autónoma. Por eso es necesario regularlos y que haya transparencia. En el Ministerio de Hacienda hay una oficina de conflicto de intereses que tiene que habilitar a los altos cargos cuando pasan al sector privado para ver si no hay conflicto de intereses. Y yo creo que es una oficina con muy pocos medios y con muy poca tradición. Probablemente debe ser mucho más relevante para investigar, no solamente para dar la autorización como ocurre ahora. Hacemos muchas leyes, tenemos una oficina de conflictos, pero luego esa oficina tiene pocos medios, hace pocos seguimientos.

En su libro señala que "solo cuando el Estado empezó a ser fuerte comenzó a debilitarse la capacidad de los grupos de presión". ¿Teme que estos grupos vuelvan a prosperar en el clima actual de polarización y desconfianza en las instituciones?
No, yo creo que no. Evidentemente los grupos de presión va a continuar siempre porque forman parte del conflicto social, no me imagino una sociedad que no tenga conflicto de intereses, es una parte de la democracia, los que no tienen conflicto de intereses son las dictaduras. Lo que pasa es que hoy en día tenemos muchos instrumentos que permiten al menos fiscalizarlos y llevarlos a los tribunales, cosa que era impensable hace algunos años. 

En sus 40 años como periodista, ha tenido la oportunidad de estar en contacto con las élites económicas de las que habla en su libro. ¿Ha aprendido algo de ellas? 
Lo que me llevo son dos cosas. Primero, que si no tienes presión de los grupos de presión, valga la redundancia, estás haciendo un mal periodismo. Es decir, lo peor que le puede pasar a un periodista es pasar desapercibido y no pisar callos, como se suele decir, respecto a los grupos de presión. El principal argumento de un periodista es el rigor. Si tú tienes una buena historia bien cerrada, bien confirmada, contrastada, no hay grupo de presión que la eche para atrás. No digo en todos los casos, pero normalmente si a un director de un periódico le llevas una exclusiva bien atada y bien cerrada, es muy difícil que la pare. A lo mejor en el pasado era más fácil, porque había muy pocos periódicos. Entonces el director puede decir, no se publica esto. Pero hoy en día, si cualquiera de nosotros sabemos que un alto cargo tiene una cuenta en Suiza y lo tenemos cerrado y sabemos que es así, si no lo publicas en el periódico, lo vas a publicar en la red social, o alguien lo va a publicar en tu nombre. Lo importante es saber aceptar que la presión existe, porque es normal. Y la segunda es que esté bien cerrado. Si es una historia bien construida, con datos ciertos, creo que es imparable.

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