Madrid supervisa más de 65.000 hectáreas de pinares para detectar orugas procesionarias

Un agente forestal coloca una trampa de tierra para las orugas en un pinar de la Comunidad de Madrid.
Un agente forestal coloca una trampa de tierra para las orugas en un pinar de la Comunidad de Madrid.
Comunidad de Madrid
Un agente forestal coloca una trampa de tierra para las orugas en un pinar de la Comunidad de Madrid.

La Comunidad de Madrid ha comenzado a supervisar más de 65.000 hectáreas de pinares para detectar la presencia de la oruga procesionaria. Las áreas más afectadas por este insecto son ejemplares situados a los pies de la sierra de Guadarrama y en las zonas este y sureste de la región.

Los forestales madrileños son los encargados de revisar y evaluar la presencia de esta especie, muy peligrosa para los perros y también para los menores. Estos expertos controlan su propagación, este año haciendo especial hincapié en esta labor, porque se han detectado más bolsones y más temprano de lo habitual debido a la ausencia de bajas temperaturas

"La labor de estos profesionales consiste en cumplimentar unas fichas para determinar la situación de estos insectos en una zona delimitada y comprobar si se deben tomar medidas como la aplicación de insecticidas, instalación de trampas de feromonas u otras acciones para su desaparición", explican desde la Consejería de Medio Ambiente.

En los últimos años, las poblaciones de oruga procesionaria están experimentando un repunte a los otoños cálidos y secos, que son muy favorables para su reproducción. "Son capaces de producir grandes daños en las masas forestales, propiciando la aparición de otras plagas y disminuyendo el vigor del arbolado, al que convierten en más sensible a los incendios", detallan desde el departamento que dirige Carlos Novillo. Además, estos insectos son especialmente perjudiciales para los perros, que pueden sufrir daños severos en sus lenguas si toman contacto con ellas. En los casos más graves se han llegado a registrar muertes.

Estas larvas habitan en bolsones ubicados en los pinos, de cuyas hojas se alimentan. Durante los meses de invierno y el comienzo de la primavera, nacen y empiezan a verse los primeros nidos en los extremos de las ramas. Cuando las condiciones climatológicas son favorables, bajan al suelo para enterrarse formando una especie de procesión, de ahí el origen del nombre. En verano, culminarán la metamorfosis al convertirse en mariposas y reproducirse.

Recomendaciones

El cuerpo regional de agentes forestales ha ofrecido en los últimos días una serie de recomendaciones a los madrileños para que eviten posibles daños a su salud y a la de sus mascotas en sus salidas al campo. 

- Se aconseja evitar cualquier contacto con los nidos y con las orugas, ya que sus pelos urticantes, que incluso pueden ser trasladados por el viento, podrían provocar reacciones alérgicas en la piel. En caso de una reacción alérgica grave, se debe llamar al teléfono de emergencias 112 o acudir a un centro sanitario.

- Hay que evitar pasear bajo los pinos afectados o cerca de ellos, y en caso de transitar por estas zonas, cubrirse la mayor parte del cuerpo, llevar gorra y gafas y evitar frotarse los ojos durante el desplazamiento. Tras el paseo, conviene ducharse y lavarse la cabeza lo antes posible, así como la ropa utilizada.

- Los niños deben ir de la mano de los adultos para evitar que toquen a los insectos. En el caso de las mascotas, es muy peligroso que entren en contacto con ellos y, especialmente, que las ingieran. Si esto sucede hay que buscar asistencia veterinaria inmediata.

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