Carece de sentido llamarse a engaño. La continuidad de la legislatura se basa en el principio de necesidad que transmuta todo en virtuoso. El presidente Pedro Sánchez hará todo lo que necesite para contentar a los socios y afines asimilables que le acompañan en el Gobierno y en el Congreso de los Diputados. Cumplirá todas sus exigencias formuladas como dilemas de que o se las aceptan y les hacen felices comiendo perdices, recibiendo la transferencia integral de las competencias en inmigración, enmendando la proposición de ley de amnistía para convertirla en una norma ad hoc inobjetable por Carles Puigdemont, fijando la fecha para el referéndum de autodeterminación de Cataluña, y demás solicitudes concomitantes, o "colorín colorado, este cuento de la legislatura se habrá acabado", como dijo Jordi Turull, de Junts, a quien tanto debe el proyecto de balcanizacion de la Península Ibérica, que dormitaba desde hace más de un siglo en el Quai d’Orsay.
Si el mencionado primer principio, capaz de transubstanciar a voluntad la necesidad en virtud, se conjugase con el que postula que la verdad es la realidad, estaremos en condiciones de comprender, como anticipaba Julio Cerón en su libro Suelto en el ABC, que "la ley de la gravedad no es nada en comparación con lo que nos espera" y seguiremos aquellas viñetas de El Roto y Chumy Chúmez en las que preguntan "y usted, cuando escribe, ¿por qué se calla todo lo que dice?" o nos desafían diciendo "repita si se atreve eso que se ha callado".
Por esta senda axiomática con la ayuda de Milan Kundera observaremos cómo se ha expandido entre la hueste sanchista la litost, "ese estado de padecimiento producido por la evidencia repentina de la propia miseria" que les deja sin palabras cuando tardean en los bares con los colegas ajenos a la estricta militancia. Acierta nuestro autor cuando escribe que la gente grita reclamando un futuro mejor, pero eso no es verdad. Y aclara que el futuro es un vacío indiferente que no le interesa a nadie, mientras que el pasado está lleno de vida y su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo. Los hombres se esfuerzan por adueñarse del futuro solo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografías y se reescriben las biografías y la historia.
"Micifuz y Zapirón se comieron un capón en un asador metido, después de haberlo comido, trataron en conferencia, si obrarían con prudencia comiéndose el asador. ¿Lo comieron? No señor, era un caso de conciencia". Así sucede con las enmiendas a la proposición de ley de amnistía. Porque cada auto del juez Manuel García Castellón, que instruye un caso de terrorismo en el que se imputa a Carles Puigdemont, es replicado con descalificaciones al magistrado y enmiendas añadidas que sigan garantizando la impunidad de ‘Puchi’. Se diría que estamos en el esprint final y en plena orgía de soluciones imaginativas hemos dado con la nueva figura del terrorismo respetuoso con los derechos humanos que no debe confundirse con el terrorismo vulgar. Para quienes hayan llegado tarde hay profesores de apoyo para ayudar en la comprensión lingüística si hubieran quedado con dudas después de escuchar al ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños. Vale.
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