El concepto de relato que nos venden los políticos y sus siervos periodísticos es una estafa y un timo descomunal. El relato ha pasado a ser una forma de llamar a la mentira, a la manipulación y a la distorsión de la realidad. Relato es lo que queda tras la batalla de la desinformación. Dicen que el que impone su relato gana. Menuda chorrada. Así que cuando escucho esta palabra, que estaba muy tranquila en los concursos literarios de provincias, me echo a temblar. Aquí va algún relato de lo que nos quieren vender estos días. A ver qué les parece:
Otegui es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Otegui es Platero, un burrito de peluche, un hombre de paz que hace lo que puede.
Relato es lo que queda tras la batalla de la desinformación.
Puigedemont es Edmundo Dantés, el Conde de Montecristo, en el Castillo de If. Conversa con el abate Faria, que sería el señor Santos Cerdán, tiene paciencia, tiene astucia, consigue escapar de una situación desesperada y termina consumando su venganza. Vuelve a su tierra natal, manipula, hace y deshace y, al final, demuestra que es un hombre de paz y concordia.
A Conde Pumpido nos lo venden como un Gandalf, capaz de guiar e inspirar una misión superior. La presidenta del Congreso, Francina Armengol, es una Alicia despistada en un mundo onírico y supuestamente imparcial, Pachi López es un Sancho Panza de manual, que arremete contra el enemigo con un instinto primario, torpe y servil y la oposición y la ultra derecha son un Gregorio Samsa al que no hay que abrirle la puerta por aquella horterada del cordón sanitario. El relato.
El relato auténtico, el literario, el verdadero, el que hacen los iluminados, dice la verdad caiga quien caiga. Vamos a dejar la presentación de personaje más famosa de la historia para el director de orquesta de esta farsa, el presidente Sánchez. Toma relato. Ahí va: "En un lugar de Madrid, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de honor dudoso, mentira antigua, opinión cambiante y flagrante incumplidor". También podríamos hablar de Pinocho y de Pedro y el lobo y de muchos otros relatos, pero, dicen, que el relato es ahora, que lo de antes no importa y que la verdad es la realidad. Y una mierda.
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