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La historia de Diana de Arias: de sufrir un ictus a los 27 años a crear un juego que ayuda a las personas con daños neurológicos

Diana de Arias.
Diana de Arias.
CEDIDA/SERVIMEDIA
Diana de Arias.

Diana de Arias es una joven emprendedora con discapacidad que ha creado un juego de estimulación cognitiva para niños y adultos con daño cerebral y otras afectaciones neurológicas.

La Fundación ONCE, en colaboración con el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi) y la Asociación de Emprendimiento y Discapacidad (Asemdis), entregaron recientemente los premios ‘Por Talento Emprende’, unos galardones que fomentan el talento y el desarrollo de iniciativas de personas con discapacidad.

Diana de Arias, joven con Daño Cerebral Adquirido (DCA), fue premiada en la categoría principal por ‘Decedario’, un método de estimulación para personas con dificultades cognitivas.

Diana se encontraba estudiando diseño gráfico cuando a los 23 años un ictus dibujó “un cambio radical en su vida”. “Me quedaron graves secuelas, lo que se entiende por DCA”. Fue una época en la que la joven “dependía absolutamente” de sus padres “para todo”

“Perdí la capacidad de leer, de hablar, de comer, de escribir”, rememora Diana. Se vio obligada a abandonar sus estudios universitarios durante un tiempo. Pero es una mujer tenaz y tras la pertinente rehabilitación, que como resalta, “desde la sanidad pública no es muy prolongada”, regresó al camino. No a la vida de antes porque obviamente “tengo discapacidad y arrastro graves secuelas”.

Perdí la capacidad de leer, de hablar, de comer, de escribir

Reconoce que tuvo una recuperación “muy buena”, supone que “porque era joven y practicaba mucho deporte”. Se encontraba en muy buena condición física. Quizá ese espíritu sacrificio, de superación, de “aguanta un poco más, Diana”, que cada deportista lleva dentro fue lo que le ayudó a seguir adelante. “Tuve que buscarme la vida”, asevera con contundencia.

En cada trayectoria profesional en la que lo intentaba identificaba “muchísimos problemas”; de modo que “encontré mi camino a través del emprendimiento”. Tras muchos impedimentos, Diana fue una de las 82 autónomas que obtuvo respaldo económico por parte de la Fundación Universia para impulsar el área digital de su empresa y contribuir a su progreso.

Relata esta joven entusiasta que en cuanto se recuperó regresó a la universidad. “Allí presenté un proyecto final de carrera en el que uní toda la experiencia que había vivido y mi parte profesional para desarrollar un método de estimulación cognitiva”.

'Decedario' es “un juego terapéutico para niños y adultos con daño cerebral y otras afectaciones neurológicas” que puede “ser empleado por profesionales y familias en el ámbito clínico y educativo” para atender a personas con distintas necesidades derivadas del autismo, hiperactividad, trastorno del lenguaje, dislexia, síndrome de Down y alzhéimer, entre otras.

Gimnasia cognitiva

Este divertido programa consta de miles de ejercicios cognitivos para que niños y adultos pueden entrenar el cerebro “desde casa”. Es como “un gimnasio cognitivo” para que las familias que tengan hijos con discapacidad “pueden practicar desde el salón de su casa”, señala Diana.

Además del entorno familiar, el juego ‘Decedario’ se puede emplear en el ámbito hospitalario como medio de rehabilitación y en el educativo, aplicado por profesores de lenguaje y pedagogía terapéutica.

“A través de este método podemos generar millones de actividades para trabajar todas las áreas del cerebro”, explica Diana. “Es como entrar a un gimnasio y disponer de todas las máquinas para moldear cada parte del cuerpo”.

En este caso, se trata de un juego de mesa en el que se potencian las principales partes del cerebro involucradas con la memoria o la atención, entre otras. Se ayuda, por ejemplo, a recuperar el lenguaje oral y escrito a cualquier edad “jugando al ‘Decedario’”.

“Ofrecemos sesiones telemáticamente para poder llegar a todas los rincones y familias de España”. Son encuentros con vocación de “formación y control” donde vamos viendo “cómo aplicar todo el material”; y, además, les damos a los familiares “las pautas de intervención que deben seguir para llevarlo a cabo desde casa”, explica.

Diana reconoce que “tras 12 sesiones” aplicadas a lo largo de tres meses, es decir, periodos o tramos cortos de tiempo, “ya se aprecian resultados notables”; y no sólo se beneficia el paciente, sino también el entorno familiar. Si algo tiene este ‘recreativo terapéutico’ es que todos sus participantes acaban ganando la partida.

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