Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

Navidad, triste Navidad

Tropas israelíes en el norte de Gaza el 12 de noviembre de 2023.
Tropas israelíes en el norte de Gaza.
Europa Press
Tropas israelíes en el norte de Gaza el 12 de noviembre de 2023.

Ya es Navidad, cierto que no para los cristianos ortodoxos del patriarcado de Moscú –que son la religión mayoritaria en Rusia y siguen utilizando el calendario juliano– y sí, recientemente, para los ortodoxos del patriarcado de Kiev que, por un decreto presidencial de 28 de julio de este año, pasan a celebrarla el 25 de diciembre.

En estas fechas siempre me viene a la mente el recuerdo de un suceso que aconteció durante las navidades de 1914, durante la I Guerra Mundial. De forma espontánea, soldados que se estaban masacrando enfrentados en una guerra de duelos artilleros y asaltos a trincheras, comenzaron cantando villancicos en francés, inglés y alemán, pasaron a intercambiarse cigarrillos y chocolate en la llamada "tierra de nadie" y acabaron jugando partidos de fútbol, terminados los cuales regresaron a sus respectivas trincheras a continuar, obligados, aquella carnicería sin sentido que se prolongó cuatro años más. Recomiendo al lector una película sublime que describe bien ese ambiente, Senderos de gloria.

Decía Erich Hartman (1922-1993), piloto de caza alemán durante la II GM, que "la guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan". Afirmación de cariz poético, que, sin dejar de ser cierta en algún caso, describe de forma más precisa que las actuales las guerras de la llamada época industrial (I y II Guerras Mundiales). Hoy en día, en las guerras se enfrentan generalmente fuerzas armadas constituidas por tropas profesionales, bien equipadas y adiestradas, sujetas a reglas de enfrentamiento muy estrictas que, o bien se oponen a ejércitos similares, o bien combaten contra elementos fanatizados por ideologías o religiones que buscan el sometimiento incondicional o el exterminio del 'otro'. Baste citar los ejemplos de Ucrania, Afganistán, Irak, Gaza y el Sahel.

Las conocidas como treguas navideñas, a pesar de su espíritu simbólico, no parece que vayan a producirse ni en el escenario de Ucrania ni en el del conflicto entre Hamás e Israel que se desarrolla en la franja de Gaza, Cisjordania y el norte de Israel. Allí se enfrenta el ejército israelí con palestinos que pertenecen a distintos movimientos terroristas, y a los libaneses de Hezbolá, cuyo brazo armado es considerado como movimiento terrorista por la Unión Europea y una veintena de países más.

En la guerra de Ucrania se han recrudecido las acciones terrestres en varias zonas del frente como Avdíivka y Bahmut. Rusia busca ganar la iniciativa y conseguir una ventaja posicional aprovechando una aparente escasez de personal y material del lado ucraniano. Por ambas partes los duelos artilleros se siguen sucediendo sobre unas líneas de posiciones densamente fortificadas y que a duras penas resisten el martilleo constante al que se ven sometidas. El frío, el barro, la nieve y la niebla se han hecho omnipresentes, dificultando más las operaciones y causando mayores penalidades a los combatientes. La población sigue padeciendo las consecuencias de las acciones en profundidad que alcanzan las infraestructuras críticas y las zonas residenciales de ciudades muy alejadas del frente.

En la guerra de Gaza las acciones varían en intensidad según se realicen operaciones de delimitación del espacio de combate, control de zona, o limpieza de resistencias, y se den en el norte o el sur de la Franja. El ejército israelí persigue la eliminación física de los dirigentes y militantes más señalados de Hamás, la destrucción de su infraestructura y logística y el rescate de sus rehenes. Hamás y la Yihad Islámica Palestina, por su parte, siguen resistiendo en la Franja con técnicas de guerrilla urbana complejas, combinadas con acciones de fuego sobre territorio israelí. Crecen las bajas de uno y otro lado, aunque la desproporción del lado gazatí es evidente.

El hacinamiento de la población en alojamientos de circunstancias y la carencia de los medios básicos para la supervivencia está creando una crisis humanitaria de proporciones dantescas; más de un millón ochocientas mil personas están desplazadas y hacinadas en el sur de la Franja en el entorno de Rafah. Las acciones de combate israelíes se cuestionan cada vez más. Entretanto, otro frente se ha abierto en el mar Rojo debido a los ataques hutíes sobre cualquier buque que navegue por la zona haciendo que las principales navieras hayan decidido cambiar de ruta. Esto acabará suponiendo que el 30% del tráfico mundial de contenedores deba utilizar la ruta del Cabo de Buena Esperanza con el consiguiente incremento de costes y una demora en la entrega de bienes de unos once días.

Acabando el año 2023 no parece que haya muchos motivos para la esperanza de una pronta resolución de los conflictos que nos rodean. Vivimos en un día a día frenético que nos desconecta de la realidad más allá de nuestras preocupaciones cotidianas, aunque en ocasiones tengamos algo de tiempo para la solidaridad y la compasión con los que sufren. Desde estas líneas, mi mejor deseo de paz y armonía en esta Navidad, que, aunque triste para todos los que padecen guerra y miseria, sigue representando esas fechas en las que lo mejor que tiene el ser humano, su humanidad, aflora. Así sea.

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