Nacen, viven y mueren en sus barcas o plataformas flotantes -'lepa lepa'- sobre el mar de Sualewesi, entre Malasia, Filipinas e Indonesia. Son los Bajau, más conocidos como 'nómadas o gitanos del mar' porque viven su vida a pleno pulmón, literalmente.
Este grupo étnico de origen malayo ha vivido durante siglos en el mar, con una dieta exclusivamente marina, y aunque a día de hoy algunos se han visto obligados a establecerse de manera permanente en tierra firme, la mayoría -son más de un millón actualmente- siguen considerando el océano su hogar.
Un 'superpoder' que les da de comer
Desde muy pequeños, los niños bajau empiezan a bucear para que, cuanto antes, puedan sumergirse en busca de alimentos, y a menudo se rompen los tímpanos antes de ser adultos para facilitar su vida bajo el mar. Es precisamente esta increíble capacidad de inmersión, hasta 70 metros durante muchos minutos, lo que les da de comer: recolectan pepinos de mar y otras criaturas del fondo marino, para venderlos a los restaurantes. De hecho, tradicionalmente desembarcaban solamente para comerciar con suministros o para protegerse de las tormentas.
Todo ello lo hacen sin trajes de neopreno ni aletas, y solo se ayudan de unas gafas de madera y fusiles de fabricación propia. Entonces, ¿cómo pueden nadar tan profundo durante tantos minutos?
Esa fue la pregunta que llevó a Melisa Ilardo, investigadora de la Universidad de Utah, a viajar hasta el poblado bajau de Jaya Bakti, en la isla indonesia de Célebes. Allí tomó muestras de saliva y medidas del el bazo de todos los integrantes del grupo con un aparato de ultrasonidos compacto y descubrió que: los bajau tienen el bazo hasta un 50% más grande que otros pueblos vecinos no buceadores. "Sabemos que las focas que bucean a gran profundidad, como la foca de Weddell, tienen bazos desproporcionadamente grandes. Pensé que si la selección actuaba sobre las focas para darles bazos más grandes, potencialmente podría hacer lo mismo en los humanos", explicaba la autora de la investigación.
Muy pronto Ilardo eliminó la posibilidad de que estos bazos más grandes fueran simplemente una respuesta plástica al buceo y comenzó a investigar los datos genéticos de los Bajau, "Creemos que en los Bajau tienen una adaptación que aumenta los niveles de hormona tiroidea y, por tanto, aumenta el tamaño de su bazo".
La investigación de Melisa demostró la importancia de conocer y estudiar las comunidades que viven en condiciones extremas, y protegerlas, "Muchos de ellos están amenazados y esto no es solo una pérdida cultural y lingüística, sino también para la genética, la medicina y las ciencias en general. Todavía queda mucha información por recopilar de estas poblaciones poco estudiadas", concluía Eske Willerslev, profesor y genetista danés.
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