Irene Vallejo, elegida por los periodistas Personaje del Año: "Para mí, el periodismo ha sido un gimnasio para la escritura"

Irene, en su último viaje a Nueva York.
Irene, en su último viaje a Nueva York.
Archivo Irene Vallejo
Irene, en su último viaje a Nueva York.

A Irene Vallejo (Zaragoza, 1979), que empieza a parecerse un poco a Phileas Fogg, el protagonista de La Vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne, aún le queda tiempo para conceder entrevistas. Es una charla apresurada que no emplea para hablar de sí misma, sino para dar las gracias por un fenómeno en el que habita, como una ola creciente, desde 2019, año en que se publicó El infinito en un junco. Además de navegar por el éxito en el barco de los viajes, Irene Vallejo surfea también entre premio y premio. El último recibido ha sido el que concede la Asociación Mundial de Periodistas a personalidades de la sociedad que han destacado en el desarrollo científico, las artes, la educación, el deporte… y las letras, la categoría que este año lleva su nombre por contribuir a que el libro, ese objeto que ella ha consagrado y viralizado, abunde en el beneficio de la humanidad.

Viajar ha sido un enorme regalo, como tener tantas traducciones, es una manera de atravesar fronteras

Con las maletas a medio deshacer, Irene Vallejo detalla su apasionante momento personal, sometido hasta hace poco a la delicada salud de su hijo Pedro (llamado así por Pedro Páramo, de Juan Rulfo), de 9 años, y hoy, felizmente superado.

"Prácticamente, no salía de mi ciudad por los problemas médicos de mi hijo, siempre necesitados de estar cerca de un hospital. Ha sido de repente, se ha abierto esta oportunidad que tanto había deseado, he recibido como un enorme regalo estos viajes, igual que tener tantas traducciones, es una manera de atravesar fronteras...". Se refiere la autora a que su obra ha sido ya traducida a 40 lenguas, la última el marati, una lengua india que hablan en Calcuta 83 millones de personas. 

En un mapa de experiencias y sensaciones, Irene Vallejo ha volado estos últimos meses entre Chile y Oviedo, de París a Roma, de México a Nápoles, de Nueva York a Londres… con objetivos como dar charlas, conocer a otros escritores, a editores y sobre todo, entrar en contacto con la amplia comunidad lectora que la sigue. 

Nápoles
La bahía de Nápoles
Archivo de Irene Vallejo

"Las ferias del libro están llenas a rebosar… veo a la gente congregarse alrededor del libro, es impresionante. Veo jóvenes que acuden a que les firmes el libro. Es reconfortante añadir un sustrato y un cambio generacional. La pandemia nos reencontró con la lectura y después de que leer fuera una rareza, hemos vuelto a darle su sitio a la lectura", dice alborozada.

También se entusiasma con su último galardón y su vínculo con el periodismo: "Como escritora, el concepto de ‘personaje’ siempre está asociado a los pobladores de la ficción y de los relatos. Que sea a una persona viva, como es mi caso, lo recibo con enorme satisfacción porque soy consciente de que le debo mucho al periodismo. En el columnismo he ejercitado mi estilo, ha sido como un gimnasio para la escritura. Escribir para la prensa me ha ayudado a comunicar con un público muy amplio y tratar de hacer accesible la complejidad de los asuntos. Estos años me han ayudado a dar forma a mi estilo. Tiene mucho que ver con El Infinito en un junco. He aprendido de los periodistas con los que he trabajado, aunque no me considere periodista. Más ahora, en que esta profesión se ejerce con riesgo personal. Pagan un alto precio por publicar, en escenarios de guerra, están siendo perseguidos y deberíamos valorarlo".

Para mí, los personajes del año son los escritores Emilio Lledó y Nuccio Ordine

Irene, mujer y escritora hecha de otros libros y de otros escritores, señala por su parte quiénes son para ella gentiles personajes de este 2023 que se esfuma, uno vivo y el otro no. "Hay tantísimos escritores a los que admiro y daría protagonismo, que resulta difícil. A mí, porque siempre he amado la filosofía y el pensamiento, hay una persona con la que tuve la oportunidad de hablar, Emilio Lledó. Y en la gala de los premios Princesa de los Asturias, hubo un homenaje a Nuccio Ordine (Premio Princesa de Asturias de Comunicación de este año a título póstumo), alguien que fue firme defensor de la educación pública de las letras y las ciencias. Son muy necesarias sus enseñanzas, ahora que no está".

París
En una avenida de París
Archivo de Irene Vallejo.

Vallejo, premio Nacional de Ensayo en 2020, defensora de la lectura como arma de salvación masiva, opina que solo los libros podrán ayudarnos en esta batalla silenciosa contra el ruido bronco de la guerra y de la política. "Quisiera pensar que la lectura y los clásicos pueden ayudarnos. Desgraciadamente, están retrocediendo en todos los programas educativos y cada vez se les conceda menos oportunidad de acompañarnos. Pero los libros nos hacen el favor de ponernos en contacto con grandes temas y grandes cuestiones que en el ajetreo cotidiano olvidamos. Ese salir de nosotros y miran con distancia nos puede sosegar. La lectura del libro tiene esa función, además, de contrastar efectos indeseables de las pantallas y de las redes sociales, a las que no critico globalmente, porque son herramientas de comunicación. Los libros son más retadores que las redes, desafían prejuicios y nos llevan a abrir la mente. Hablan a los lectores desde la complejidad humana. Ese desafío intelectual es interesante porque los seres humanos caemos en inercias y nuestra mirada sobre el mundo basta y no hace falta ponerlas a prueba. Se convierten en un corsé que nos permite observar la realidad obviando lo anterior".

Me gustaría añadir al diccionario las palabras somardo y rasmia, que son de mi infancia aragonesa

Hablando de libros y de palabras, se alegra Irene Vallejo del crecimiento del diccionario, anunciado hace pocos días. "La lengua está viva y constantemente está creando nuevos conceptos e ideas y vamos incorporando préstamos de otras lenguas, esto no es nuevo. La Real Academia es notaria de esos cambios, no los supervisa, más bien los menciona, los acata y los registra. Que sigamos incorporando nuevas palabras y nos abramos a las variantes que vienen de Latinoamérica es bueno. A veces no las conocemos y no tenemos familiaridad. Hay que dejar que las palabras tengan recorrido, que no sean flor de un día. Me parece bien que se experimente con ellas".

Roma
Roma, otro de sus destinos.
Archivo de Irene Vallejo

Hace la escritora aragonesa su propia aportación a este legado cultural, con dos términos que se ciñen a su infancia, y, por lo tanto, a su más genuino origen. "Hay una palabra aragonesa que echo de menos, somardo (finge ser un poco ignorante pero lo hace con estrategia para manejar ingenio y sabiduría inesperadas), muy peculiar que se refiere a un ánimo vital y que está presente. Yo he vivido con ella desde pequeña. Y rasmia (empuje y tesón). Son términos que definen una conducta y tienen su sonoridad".

Me gustaría escribir un libro que reflexione sobre la historia del humanismo, pero desde un juego de ficción y ensayo

Irene Vallejo, que publicó hace unos meses La leyenda de las mareas mansas (una versión de las Metamorfosis de Ovidio con ilustraciones de Lina Varela), no renuncia al proyecto de crear una nueva historia que nos conmueva como lo hizo El infinito en un junco, a pesar de la falta de tiempo, de sus ocupaciones laterales, de tanto jet-lag y tanto virar la dirección para atender otros asuntos. "Me gusta pensar que todos los libros que he escrito son un experimento y me gustaría pensar que experimento entre el ensayo y la ficción. Me gustaría escribir un libro que reflexione sobre la historia del humanismo, pero desde un juego de ficción y ensayo". Este adelanto editorial será una de las mejores noticias del mercado, podemos vaticinar.

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