La relación entre el rey Carlos III y la reina Camila data de cuando ambos eran bien jóvenes, antes incluso de que uno contrajera matrimonio con Diana Spencer y la otra con Andrew Parker-Bowles.

Pero no fue hasta abril de 2005 cuando ambos se casaron. Y hubo un acontecimiento social, algo embarazoso para ambos, que aceleró la decisión de que la pareja pasara por el altar.

Cuenta este domingo el Daily Mail que el detonante fue precisamente una boda, la de Edward Van Cutsem, hijo de amigos de la familia y ahijado del ahora rey, y la hija del duque de Westminster, en noviembre de 2004.

Fue declarada la boda de sociedad del año, con invitados como la reina Isabel y el príncipe Felipe, Carlos y Camila y los príncipes William y Harry. "Carlos y Camila fueron informados de la distribución de los asientos el fin de semana antes de la boda", escribe la autora Tina Brown en su libro The Palace Papers.

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"Los preparativos revelaron que la señora Parker-Bowles quedaría relegada a los márgenes sociales del evento". Camilla, escribe Brown, esperaba sentarse directamente detrás de Carlos, quien se uniría a la reina y al príncipe Felipe en las primeras filas.

Este hecho enfadó a Camila, que se sintió humillada y se negó a acudir al evento. El entonces príncipe Carlos tuvo que elegir entre asistir a la boda sin ella o desairar a sus amigos más cercanos y a su ahijado.

El príncipe Carlos finalmente no acudió al enlace, con una buena excusa: visitó un cuartel militar para visitar a los supervivientes de un ataque suicida en Irak. 

Pero tras el mal trago, Carlos tomó una decisión y el día de Año Nuevo de 2005, el que luego sería rey de Inglaterra pidió de rodillas a Camila que se casara con él. En abril contrajeron matrimonio.