Britney Spears compara la tutela de su padre con una secta y revela algunas prohibiciones

Britney Spears, en los premios GLAAD 2018.
Britney Spears, en los premios GLAAD 2018.
Alberto E. Rodriguez / Getty
Britney Spears, en los premios GLAAD 2018.

Estaba bastante claro que las memorias de Britney Spears iban a traer consecuencias para muchas de las personas de su vida. Y, si bien en un principio los fans andaban bastante cabreados con Justin Timberlake, quien ha pausado un regreso a los escenarios y ha tenido que desactivar los comentarios de Instagram, lleno de mensajes a favor de la 'Princesa del Pop', ahora le ha llegado el turno a su padre, James Spears, quien llegó a convertirse para la diva en una especie de "líder de una secta".

La cantante explica que, durante los 13 años que duró la tutela de su padre, acaparó tal poder que nadie le respondía ni hacía nada en su contra. Y pone el ejemplo de una ocasión en la que no quería ir a Alcohólicos Anónimos, una reunión a la que había de asistir cuatro veces a la semana.

Britney expone que su padre pensaba que tenía un "problema" de abuso de sustancias, a pesar de que llevaba tiempo sin probar el alcohol, entre otras cosas por la propia prohibición que le impuso. Y estando en la "agotadora" serie de conciertos que dio en Las Vegas, pensó que una vez podría saltársela para estar con sus hijos.

"Nunca había visto una película con mis hijos en mi casa de Las Vegas y pensé que podríamos hacer palomitas y pasar un buen rato juntos", rememora la artista de Toxic, que recibió una inmediata respuesta de su padre: "No, tienes que ir [a Alcohólicos Anónimos]".

Britney afirma que buscó en la mirada de su madre, Lynne Spears, algo de apoyo, pero que no encontró ninguno y, al contrario de lo que pensaba, Lynne le "rehuyó la mirada". "En ese momento, comencé a sentir que estaba en una secta y que mi padre era el líder de esa secta. Me trataban como si yo estuviera en deuda con él", detalla.

Asimismo, afirma que le controlaba todos los aspectos de sus hábitos alimenticios, diciéndole continuamente que la veía "gorda" y sometiéndola a una "dieta estricta", que cumplía incluso su mayordomo, quien tenía "órdenes" de James de no ceder ante los impulsos de su hija, que le pedía "hamburguesas o helados". "La ironía era que teníamos un mayordomo, una extravagancia, y yo le rogaba que me diera comida de verdad", rememora la cantante.

"Por lo que durante uno dos años no comí casi nada más que conservas de pollo y verduras enlatadas", afirma, "y dos años es mucho tiempo para no poder comer lo que quieres, especialmente cuando es tu cuerpo, tu trabajo y tu alma los que generan el dinero del que todos están viviendo. Dos años pidiendo patatas fritas y siempre respondiendo que no. Lo encontré muy degradante".

De hecho, Britney llega a dar algunos datos: durante la etapa de su álbum Blackout, circa 2007, su padre se pagó a sí mismo como tutor de la cantante más de 6 millones de dólares, más dinero del que ella misma ganó, así como a Andrew Wallet, su abogado y cotutor de Britney recibía 426.000 dólares al año del dinero de Britney para evitar que esta usara su propio dinero.

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