Dicen que todos tenemos un precio. Pero… ¿cuál es el precio del éxito? ¿Merece la pena pagar para labrarte una carrera de éxito? Películas, canciones, artistas, programas de TV, campañas políticas… Todos tienen éxito. Parece que nadie fracasa.

Estos días en las redes sociales se está hablando mucho de Iñigo Quintero, un joven cantautor gallego que ha conseguido arrasar en el mundo de la música con una canción que pese a ser un ni fu ni fa ha conseguido llegar al número uno de lo más escuchado en todo el mundo en Spotify. ¿Cómo lo ha hecho? Pues consiguiendo estar en boca de todos y también en sus oídos.

Algunos en X (antes Twitter) critican la teoría de que Quintero y su equipo pudiesen haber comprado robots para reproducir sin parar esta canción. Otros cuentan que es el primer artista de pop cristiano que arrasa en nuestro país. Muchos hablan de él pero pocos lo conocen porque pese a haberse convertido en el primer español en solitario que logra un número uno global en Spotify, Iñigo Quintero es un auténtico desconocido: No es un fenómeno social ni se escucha su música ni se habla de él en las calles.

¿Cuánto cuesta su éxito? Lo que cuesta una campaña de marketing brillante, redonda e internacional. Contactos, tiktoks de influencers, posicionamiento en las playlists y ni cristiano ni leches porque… ¿Habéis escuchado Si no estás? Yo no encuentro referencias religiosas pero comentarlo genera titulares e interés.

La carrera de Iñigo Quintero está por escribirse pero él no ha hecho nada malo ni es el primero en hacerlo. Mónica Naranjo se fue a México y aquí nos vendieron que allí era una estrella, Carlos Rivera hizo lo mismo pero al revés, Anastacia… Sonaron antes fuera, generaron interés y titulares y después se consolidaron a base de talento y escuchas. ¿Legal y lícito? Sí. ¿Real? Solo el tiempo lo dirá.