Mar Flores mantuvo un romance con el empresario gallego Fernando Fernández Tapias, fallecido hoy a la edad de 84 años en su domicilio de Madrid.

A través de la periodista Beatriz Miranda en el programa Espejo público, la top ha dicho que "está muy afectada. Fernando y yo hemos sido personas muy importantes el uno con el otro", relata en un mensaje de texto enviado a la periodista.

"Tras mi separación de Javier (Merino, en 2016), habíamos recuperado la amistad. Pero hará año y medio nos cortaron la comunicación", continuaba el mensaje. De este modo, Mar no sabía ni del empeoramiento de la salud del empresario ni ha podido despedirse de él, a pesar del aprecio que se tenían y que ella ha recordado ahora.

EFE

"Él era inteligente, divertido y cariñoso con la gente que quería. Mando un beso muy fuerte a sus hijos mayores, con los que tuve una relación más estrecha", pero no se acuerda de citar a la mujer que fue su esposa durante los últimos veinte años, Nuria González.

Porque la historia entre Fernández Tapias y su viuda pasa necesariamente por la relación sentimental que mantuvieron Mar Flores y el naviero. Ambos iniciaron un romance a mediados de los 90, cuando Mar era una joven y atractiva modelo. Ella acababa de separarse de su marido, Carlo Costancia, y él de su segunda mujer, Juana Courel. Mar quería triunfar en el cine y él tenía una fortuna pero no suerte en el amor, tras dos matrimonios fallidos.

Sin embargo, unas fotografías de Mar con Alessandro Lequio en la cama publicadas en Interviú dinamitaron ese amor. El empresario la abandonó rápidamente, humillado y afectado.

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Poco antes, Mar le había presentado a su mejor amiga por entonces, Nuria González, modelo, guapa, con ganas de escalar y que se movía en los mismos círculos de gente adinerada y de la elite económica y empresarial que Mar.

Fernández Tapias se acercó a Nuria tras romper con Mar y aunque la primera se resistió al principio, terminó convirtiéndose en la mujer de su vida, en una nueva boda para él, y en la madre de sus dos hijos pequeños, Iván y Alma.

Tras aquello, Mar y Nuria no volvieron a cruzarse ni a dirigirse la palabra.