Khadija Amin Periodista
OPINIÓN

En busca de sus hijos

Calles de Kabul, Afganistán.
Calles de Kabul, Afganistán.
123ducu / iStock
Calles de Kabul, Afganistán.

Esta es la historia de una madre a la que le quitaron sus hijos cuando los más pequeños aún eran bebés, con apenas 18 meses. Una historia que empieza cuando tenía 19 años y su familia la obligó a casarse con un hombre al que no conocía y que no permitió que siguiera estudiando en la universidad

No tuvieron una buena relación durante el breve noviazgo. Cuando llegó el día de la boda no deseaba casarse con él, pero tuvo que hacerlo obligada por su familia. Su hermano le dijo que si rompía el compromiso la mataría. Nada mejoró tras la boda. El segundo día su marido le dijo que no la permitiría salir de casa ni siquiera para ver a su familia.

La relación de la pareja empeoraba cada día. Pasaron los meses y la niña no se quedaba embarazada. Finalmente, María concibió. Estaba muy feliz; pensaba que su marido la amaría al dar a luz a este niño. Pero no, Ahmed siguió insultándola. En lugar de protegerla, decía que si el bebé era una niña, abortaría. María lloró en secreto durante días y un día su marido la golpeó en el estómago y perdió a su bebé.

Pasó entonces por momentos muy difíciles, su marido no está con ella. Después de un tiempo vuelve a quedar embarazada y esta vez su hijo es un niño, así que llega a nacer y eligen su nombre: Omar.

No hay cambios en la relación entre marido y mujer. Pero ella está ocupada con su hijo. La vida continúa.  Una noche que Omar estaba durmiendo, su madre, cansada de la vida, se intenta suicidar. Se arroja sustancias incendiarias. Omar se despierta y encuentra a su madre con toda su ropa ardiendo. En ese momento, el padre de Omar despierta y apaga el fuego. Le dice a María que si quiere suicidarse, se vaya a la casa de su padre y se muera allí, y que le deje a su hijo.

Todos le dicen a María que si da a luz a otro hijo, su marido la amará. Ella decide intentarlo Apenas convence a su marido de tener un hijo, María queda embarazada. Muy feliz, reza para que el niño que lleva en su vientre sean gemelos. Tras unas semanas va al médico y le confirma que gesta dos bebés. María no sabe qué hacer. Comparte la noticia con su esposo, que en lugar de alegrarse se pregunta qué hacer si ambas son niñas.

Pasados unos meses el médico confirma que ambos son niños. María piensa que su marido la amará cuando nazcan, pero no es así. Ahmed, que buscaba una excusa para separar su habitación, esta vez la consigue: dice que le molesta el llanto de los niños por la noche, que no puede dormir. María no quiere que su marido se vaya.

 Las desavenencias siguen creciendo. Ahmed golpea repetidamente a María y le dice que no es su mujer, que no la quiere, que solo está ahí para cuidar a sus hijos. Dice que si se va a la cocina, se lleve a los tres, que se los lleve incluso al baño y que no se los deje a su suegra para que los cuide.

Los golpes siguen y María decide divorciarse en una sociedad donde el divorcio es el fin de la vida de las mujeres. Nadie mira a una mujer divorciada con buenos ojos, piensan que si es buena estaría en la casa de su marido. Una buena mujer es aquella que tolera con la boca cerrada toda crueldad de su esposo.

Ahmad, que no quería seguir viviendo con María, se niega a divorciarse porque, según el Islam, el marido debe devolver la dote de su mujer y no está dispuesto a pagar esta cantidad de dinero.

María realmente no quiere el divorcio. Cree que en el tribunal convencerán a Ahmed de que la ame. Sale sola de casa por primera vez después de cinco años con un hijab negro, sólo se pueden ver sus dos ojos. Tiene miedo de la gente. Llora ante el juez diciendo: "Señor juez, por favor, no quiero divorciarme. Solo quiero que mi marido me ame". El juez dice que no puede hacer nada. Ahmed asegura en el tribunal que si renuncia a su derecho a la dote y viven separados por un tiempo, luego se casará con ella por segunda vez. Y así es como María pierde todos sus derechos, pensando que Ahmed volvería a vivir con ella.

Ahmed la ha engañado. Tras el divorcio todo cambia. Su exmarido pone 1.000 afganíes al mes en la tienda cerca de su casa diciendo que no le den más de un kilo de leche. La familia de María tampoco es rica. María quiere tener un trabajo porque le resulta difícil cuidar de sus tres hijos, pero no ha ido a la universidad ni tiene experiencia laboral, no está familiarizada con la sociedad. No es fácil para ella salir sin hijab, pero tiene que cambiar su estilo de vida. Vende su oro para pagarse las clases en la facultad.

Un día que está en clase su madre la llama y dice que su hijo Siavash está muy enfermo y que hay que llevarlo al hospital. Mary sólo tiene 100 afganíes y con este dinero apenas puede pagar un taxi. Pide ayuda llorando a su hermano y llevan a Siavash al hospital. Su condición no es buena y Ahmed amenaza con destruir a su familia si algo le sucede a su hijo. María no tiene más remedio que decirle a Ahmed que venga y se lleve a los niños. La noche en que los aparta de su lado, María no puede dormir a causa del dolor. Sus hijos pequeños tienen apenas 18 meses. Y ella aún les da el pecho. Tiene la ropa mojada de leche y llora hasta el amanecer, pero no tiene otra opción porque, en cuanto crezcen un poco más, la ley de Afganistán no otorga el derecho a la custodia de los hijos a la madre.

María planea repetidamente acabar con su vida, pero continúa sus estudios en la universidad. Enseña en una escuela privada, pero al cabo de un tiempo la despiden porque no se encuentra en un buen estado mental. María está desempleada y se matricula en un curso de periodismo que tiene una duración de seis meses. Nadie le da trabajo.

Un día le dice a su maestra que está muy interesada en ser invitada a programas de televisión. Tras la segunda invitación le sugieren que vaya a trabajar con ellos como voluntaria. Va caminando, porque no tiene dinero para pagar el billete. Y hay días que tampoco puede costearse la comida. A la familia de María no le gusta la idea, pero ya lleva allí seis meses cuando decide empezar a trabajar en otra televisión estatal. Va progresando en su carrera, alcanzando fama, y empieza a ahorrar un poco de dinero y a iniciar la pelea para recuperar a sus hijos.  

Solo queda un semestre para finalizar la universidad y María tiene muchos planes de futuro. Es entonces cuando Kabul cae en manos de los talibanes y se ve obligada a abandonar Afganistán rumbo a España, dónde establece buenas relaciones con el gobierno e intenta traer a sus hijos y a su exmarido. Ahmed está de acuerdo al principio. María prepara todos los documentos. Los nombres de Ahmed y sus tres hijos figuran en la lista de evacuación, pero el día que tiene que salir de Kabul, Ahmed decide que no vendrá.

Ese mismo día, María fue invitada a un evento periodístico de 20minutos y premiada como una valiente reportera afgana. Cuando escucha que Ahmed no vendrá está en el Parque del Retiro, la gente la mira llorar. Ahmed la bloquea en WhatsApp. Cada vez que María quiere hablar con sus hijos, tiene que esperar semanas. Ahmed no se lo permite fácilmente ni le envía apenas fotos. Está tratando de traer a sus hijos, pero no encuentra la forma. Toma un visado paquistaní y quiere ir a Pakistán para, desde allí, ir en secreto a Afganistán. Cuando se lo cuenta a Ahmed, él le dice que los talibanes la están buscando, que han ido varias veces por casa y no dejará que vea a los niños. 

Cada día que pasa le resulta más difícil soportar la distancia de sus hijos. Llora todas las noches, escribe para ellos. María siempre escribe para sus hijos. María se entera de que Ahmed se ha casado por segunda vez. Es un día muy difícil para ella.

Intenta que sus hijos escapen de Afganistán, pero es imposible. Una noche habla con una amiga suya española para buscar una solución que le permita traer a sus hijos a España. El gran problema es que su nombre no aparece en la partida de nacimiento, solo consta el del padre. No puede acreditar que son hijos suyos.  Intenta conseguir pasaportes para ellos en Kabul mediante otro amigo, pero rechazan su petición por provenir de una mujer. Otra amiga que trabaja en ese departamento le dice que está escrito que la madre de sus hijos ha muerto. María llora día y noche, llamando a cualquiera que la pueda ayudar a encontrar un camino. Tras mucho investigar, su amiga descubre que sus hijos han obtenido pasaportes. Otro amigo le dice que Ahmed se fue a Alemania con su nueva esposa e hijos.

María no deja de pensar qué hacer. Comparte con sus amigos españoles que le ha llegado la noticia de que Ahmed ha marchado a Alemania con los niños y les dice que se va a ir a buscarlos, pero sus amigos insisten en que antes tienen que localizarlos. María necesita fortalecerse y prepararse para esta lucha. Habla con un abogado, puede que sean necesarios meses. María acaba hospitalizada doce días debido a la ansiedad

Cuando a veces charla con sus hijos en una videollamada, toma una fotografía de cualquier cosa que le parezca identificable y la busca en Google. María habla con las fotografías de sus hijos por la noche. La más importante lucha de María comienza ahora. Tiene que alquilar una casa, necesita ahorrar algo de dinero para un abogado. Debe estar preparada para cualquier situación. Son días muy difíciles. 

María busca sin cesar la dirección exacta de sus hijos. Habla con varias personas para que si los encuentran tomen una foto y se la envíen. Pide ayuda a un amigo suyo que está en Berlín, que le presenta a otra persona que la puede ayudar, pero le advierte que no diga que rompió con Ahmed. Si se entera, tal vez no la ayude. No es, ni mucho menos, la primera vez que María es insultada o tiene que ocultar su divorcio. 

María necesita apoyo en esta lucha para poder tener a sus hijos con ella. ¿Qué pasará entre estos dos países europeos si los encuentra? ¿El destino de una mujer afgana es no tener derecho a la custodia? ¿Le permitirán las leyes europeas ver a sus hijos?  Mientras tanto, el marido de María sigue mintiendo, ocultando que vive en Alemania con ellos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento