Hace veinte años, Telma Ortiz Rocasolano (25 de octubre de 1973) era una cooperante anónima que trabajaba fuera de España, mientras su hermana mayor presentaba el telediario nocturno tras haber hecho algunos reportajes de impacto en la televisión como la irrupción del euro, el conflicto de Bosnia y el desastre del Prestige.
El compromiso sorpresa de su hermana, la periodista Letizia con el príncipe heredero, el 6 de noviembre de 2003 en el palacio del Pardo, dio un vuelco sustancial a la vida de Telma, que en cuestión de días pasó de verse en campos de refugiados y viajes de paz a posar entre dos infantas de España para una foto de familia memorable.
Para esa imagen histórica, Telma, que entonces acababa de cumplir 30 años y era licenciada en Económicas y en estudios internacionales, se había alisado su melena rizada y llevaba una americana gris en lugar del chaleco de la Cruz Roja, su uniforme habitual.
A partir de allí, Telma comenzó una lucha casi obsesiva por mantener su privacidad y al mismo tiempo dar imagen de unidad familiar -sus padres, Jesús y Paloma, estaban separados-. A los Ortiz Rocasolano les aguardaban meses frenéticos de preparativos y de tener que verse en periódicos, revistas y televisiones gracias a la gran boda del siglo, la de su propia hermana e hija (sería el 22 de mayo de 2004).
Telma, soltera, estilosa, de enorme parecido físico con su madre, se convirtió en la hermana Ortiz más perseguida, toda vez que la pequeña, Erika, estaba casada con el escultor Antonio Vigo y ya era madre de una niña, la pequeña Carla.
Vestida por el diseñador Felipe Varela, de color salmón, a juego con una enorme pamela, la mediana de las Ortiz fue fotografiada hasta el agotamiento en el enlace real junto a ministros, reyes, aristócratas, príncipes, políticos... Un mundo para ella desconocido, del que huyó en cuanto pudo y al que no ha regresado nunca.
Por decirlo simbólicamente, Telma, que circulaba en moto por Madrid, no se quitaba el casco ni cuando entraba en una tienda. Le cogió pavor al hecho de ser identificada como la hermana de Letizia y a que las cámaras invadieran su privacidad.
Telma y su entonces novio, el abogado Enrique Martín-Llop tuvieron una hija, Amanda, en 2008, como todo, siempre bajo el misterio: ella regresó de Filipinas, se instaló en la ciudad de él, Toledo, hasta que el parto la trajo a Madrid. Poco después vendría un episodio que marcaría para ellos un punto de inflexión en su relación con la prensa: denunciaron a más de cuarenta medios por intromisión en la intimidad.
Los jueces fallaron tras un complejo juicio a favor de los denunciados, lo que supuso un considerable coste para la pareja, 45.000 euros, y una antipática imagen para la prensa de quien, a su pesar, era familiar estrechísima de futuros reyes. Poco después, Telma y Martín-Llop se separaron.
En 2012, Telma se casaría por sorpresa con Jaime del Burgo, amigo personal de Letizia e hijo del que fuera presidente de la comunidad foral navarra, Jaime Ignacio del Burgo. Fue en el monasterio de Leyre, y como todo en su existencia personal, rodeado de silencio. La fiesta de celebración tuvo lugar en Italia y a ella acudieron los entonces príncipes y sus hijas.
La pareja se separó a los cuatro años, con casi la misma discreción que se había casado, comunicado de él, eso sí, mediante tras meses de rumores. En ese tiempo, la hermana de la reina había vivido sola largas temporadas en Nueva York por trabajo, siempre relacionado con organismos institucionales y proyectos de desarollo internacionales.
En 2018, trascendió su relación sentimental con el abogado irlandés Robert Gavin Bonnar, exmarido de la violinista y solista del grupo musical The Corrs, Shanon Corr. Gavin trabaja como letrado para el Consejo de Europa y también en un bufete de abogados de Madrid especializado en derecho internacional. La pareja, que ha estado alguna vez en los premios Princesa de Asturias, tiene una hija, Erin, de apenas dos años.
Telma habla cuatro idiomas perfectamente: inglés, francés, alemán e italiano y algo de árabe. Su actual trabajo requiere de este dominio, al que ella accedió por su profesión, generalmente fuera de España, y por sus estudios también lejos de su país.
Actualmente, la cuñada de Felipe es Associate Manager de Relaciones Externas y Estrategia de Concordia, una ONG que trabaja con Naciones Unidas. Entre los miembros del Consejo de Liderazgo se encuentran desde Rania de Jordania a José María Aznar, el expresidente Iván Duque, la modelo Petra Nemcova y el príncipe Abdul Aziz bin Abdul Aziz al Saud, además de exjefes de Estado, líderes de la industria y expertos en políticas empresariales y sociales.
Es de esperar que, ateniéndose a su máxima de no salir jamás en la foto, la hermana de la reina celebre este 25 de octubre su 50 aniversario con los suyos en la más estricta intimidad, en la casa que posee junto a su novio, en una urbanización de lujo próxima a Madrid.
Adora a su madre, Paloma Rocasolano, se lleva estupendamente con su padre, Jesús Ortiz y con la mujer de este, Ana Togores, y sentía debilidad absoluta por su abuela Menchu Álvarez del Valle, madre de su padre, que era una conocida periodista asturiana y que falleció en verano de 2021.
Tímida, pero sonriente, elegante, deportista -ama el esquí- familiar, reservada y eficaz, la segunda hermana de Letizia es también una de sus mejores amigas, con quien se intercambia ropa y celebra los aspectos más familiares.
Siempre, de puertas para adentro.
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