Rusowsky, el chico de la música 'suave': no le verás, pero te fijarás en él

Rusowsky, en Gallery Sessions
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Rusowsky, en Gallery Sessions

Arranca una tarde cualquiera en Madrid. Cuesta encontrar un buen sitio para aparcar –lo habitual–, pero se consigue. Caminamos un rato hasta llegar a nuestro destino, una calle estrecha, tranquila. "Es este bloque". Tocamos el timbre. La puerta se abre. Escaleras. No son demasiados pisos, y ahí está el otro timbre. Ladridos. "Tranquilos, es mi perro, Coque. No hace nada. Mira, mira, saluda". Sonriente, el anfitrión nos invita a pasar. Él es Ruslan, Rus para los amigos. Pero su nombre artístico, por el que todos le conocen, es Rusowsky

El músico nos recibe en su casa, en la que también se encuentran Mori y Tristán, colegas que, como él, se han hecho un hueco en el underground español, pero de ello hablaremos más adelante. Al fondo de la habitación está la mesa donde el artista se sienta a crear. Nos la enseña antes de tomar asiento. Al inicio de la charla es inevitable pedirle que se presente. En cuestión de pocos años ha crecido como la espuma. Ni siquiera él, que sabía que se quería dedicar a la música, imaginaba el pelotazo. Ahora acumula más de un millón de reproducciones en Spotify, ha llegado a colaborar con artistas como C. Tangana y, junto a otra gran promesa, Ralphie Choo, se le considera uno de los representantes de una interesantísima escena musical que toma fuerza en Madrid.

"Rus y Rusowsky son lo mismo. Mi música es un reflejo de mi persona, sale de forma totalmente natural", avanza. Español de raíces bielorrusas, Ruslán Mediavilla, de 24 años, nació en Valladolid, pero creció en Fuenlabrada. La vocación le corre por las venas: sus primeros pasos los dio en la escuela de música de su madre y, después, en el conservatorio, donde se formó en música clásica. Durante un tiempo estuvo dando clases de piano, pero las dejó al centrarse en su proyecto. Sus primeros temas los lanzó en 2019, desde la intimidad de su habitación, el mismo lugar donde la pandemia potenció su inspiración. Desde entonces, su música ha evolucionado, aunque la esencia es la misma: su obra es reconocible, pero difícilmente encasillable. Y ahí está parte de la gracia.

Nadie sabe enmarcar su música del todo. Tampoco él: "Yo diría que hago pop electrónico underground. Pero me cuesta definirlo". Durante sus comienzos se decía que hacía Bedroom pop, porque apostaba por una "electrónica tranquila, de sentarse frente al ordenador, un poco Lofi", y a la que él mismo llegó a definir como "música suave". Cantaba en inglés y tonteaba con el español, un idioma que "acaricia menos", pero en el que se siente cada vez más cómodo.

Él, que al principio no se atrevía a cantar, hizo caso a los consejos de Mori: ahora lo hace siempre, delicadamente y muy bajito. De alguna manera, su trayectoria se ha movido continuamente entre el 'sí' y el 'no', volviéndose cada vez más rupturista. "Estoy rompiendo barreras, y eso me encanta. Dije que no iba a hacer reguetón y de repente te meto un beat -así ocurre en mwah :3-. Rechazaba la música en español, y ahora mira... Al acabar la pandemia, empecé a ir a otro tipo de fiestas, conocí el tecno y me enamoré de él... pero ya me estoy desencantando", admite.

El resultado de esta filosofía se aprecia en sus conciertos, en los que Rusowsky intercala canciones relajadas, como So So, +1, micro o pikito, con otras de sonidos más agresivos, como OKRO, bla bla bla o Valentino. Una setlist que incluye temas construidos a partir de elementos dispares -en LOTO conviven, por ejemplo, folclore, bandurria y autotune- y otros que callan hasta la lágrima a un público desatado -sucede cuando el artista toca mwah :3 al piano-. "En los conciertos cambié el rollo y, en lugar de estar todo el rato sentado, suelo variar. Empiezo a dar brincos y meto luces que te dejan flipado", dice mientras juega con el mechero.

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista con Rusowsky
Rusowsky posa durante un encuentro con '20minutos'.
JORGE PARÍS

Le preguntamos cuándo sabe que un tema está acabado. Se ríe y resopla. El inconformismo persigue al artista, que juega y juega y juega hasta decir "basta" -muchas veces es su manager quien le pide que no pruebe más, que el tema está perfecto, impecable, listo para salir y romper-. "Para mí siempre hay algo que mejorar en una canción. Mi proceso creativo es muy random. Cuando me apetece hago una tontería que, de repente, me encaja. Ayer hice unas palmas con una gaita, y eso ya sé que es un tema. Es una tontería que surge y a la que dentro de dos semanas meteré otra cosa distinta. Y así sucesivamente hasta que la termine la canción. Ralphie [Choo], por ejemplo, se mete ahí [señala una habitación], se enfrasca, se concentra unas horas y ya tiene medio tema, ¿sabes? Yo no puedo currar así, no me saldría bien". Mira a su perro, que está dormido, y rasca de nuevo la piedra. Ahora sí, se enciende un cigarro.

"Para mí siempre hay algo que mejorar en una canción"

Admite que sus canciones están muy vinculadas a las etapas vitales que atraviesa. Es algo que se aprecia sutilmente en las letras, a las que dice no prestar tanta atención, pese a que reflejen partes de su personalidad: no solo cuentan cómo se siente, sino también quién es. "Me considero una persona tristona y superreservada, tengo mis issues, y no se los suelo contar a nadie. Nunca voy a un colega y le digo 'bro, estoy mal'. Lo retengo en mi cabeza y lo suelto en mi música, que es un poco melancólica", confiesa.

En su obra hay amor y desamor. Si se pudieran tocar, muchas de sus canciones serían cartas. Y si se pudieran mirar, serían las páginas de un diario. Funcionan como si lo que cuentan solo fuera posible expresarlo de una única forma: con música de fondo. "Ya no sé como decírtelo / Porque tengo miedo que se joda / quiero encontrar el momento pa' decírtelo bien / porque te quiero", dice en GOOFY, mientras en Dolores repite, rotundo: "Se me hace difícil expresar mis sentimientos". Te cuento, pero no. Me abro a ti, pero no del todo.

@_rusowsky #snippet 🤫🫵 new song swag september juju #fyp #parati #fy ♬ sonido original - rusowsky

Parte de esta idea del no-dejarse-ver se aprecia en la propia presencia del músico. En sus inicios apostaba por una estética más minimalista, no tan extravagante como a la que ahora se agarra. Rusowsky casi nunca deja ver bien su rostro, y eso aporta cierto misterio a su figura: "En realidad nunca me ha gustado mucho mostrarme, siempre intento ir tapadito. Creo que la evolución de mi estética aparece sobre todo al juntarme con Mori, que tiene unas referencias increíbles. Todos estamos en la onda de fijarnos en la moda, jugar. Y a mí me encanta el flow de que no se me reconozca del todo. No me vas a ver, pero te vas a fijar en mí". 

Para entender esto solo hay que echar un ojo a la indumentaria con aire de esquimal que vistió en su debut en Gallery Session -que, por cierto, no estará en Spotify-, el conjunto YTI diseñado por Kerwin Frost y liberado con Adidas: taparse como una forma de identidad y como una manera de protegerse. Eso sí, dice no tener miedo al éxito. "En realidad tengo una vida supertranquila. Si un día me agobio me compro una casa en Galicia, dos ovejas y una moto para bajar a comprar el pan y listo", apunta. Sin embargo, las críticas sí le dan respeto.

"Si un día me agobio me compro una casa en Galicia, dos ovejas y una moto para bajar a comprar el pan y listo"

"En la Gallery hubo muchas reacciones buenas, me sorprendió. Pensé que iba a haber más hate, porque hay gente muy rara por ahí. Los de Amazon subieron una entrevista que me hicieron para la actuación y todos los comentarios decían cosas como '¿quién es este notas?'. Me fijo en los mensajes, y si veo alguno que no me gusta... me deprime mazo. Igual entro en una publicación, veo 1.000 comentarios buenos y, si hay cinco malos, me rallo. Es como 'tío, ¿será que no han escuchado todo y no entienden la movida, o es que realmente es una mierda lo que haces?'", dice, y se ríe cariñosamente al recordar los comentarios en los que algunos usuarios lo defienden bajo el mensaje de "eh, que estudió clásico".

Considera que llegar al mainstream es difícil en España, porque, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares, "es todo muy hermético". "Los grandes de aquí suelen ser poco internacionales, excepto Rosalía. En Estados Unidos suenan en todo el mundo". Habla en plural, ya que no solo se refiere a él, sino también a todos esos nombres que conforman la escena en la que se mueve. Un movimiento que llena las salas y que está formado por artistas jóvenes que son compañeros y, ante todo, amigos.

"Me considero una persona tristona y superreservada, tengo mis 'issues' y no se los suelo contar a nadie"

Ellos son los mencionados anteriormente, Ralphie Choo, Mori y Tristán, así como Drummie, Barry B, Gara Durán, Dinamarca o Hnos Muñoz. Cada uno aporta propuestas distintas, pero el público los mete en el mismo saco. Quizá porque beben de propuestas de fuera y traen aquí algo de frescura. En su proyecto hay seguridad y ganas: "Nos encantaría expandir nuestra movida. Vamos a por todo, y es lo máximo".

De momento, el Rus prepara su primer disco: "Va a llegar, hay ganas. Tengo muchas demos y pocos temas, pero todos van a ser sorprendentes". La conversación llega a su fin. El músico se reincorpora, nosotros también. Llega el momento de la despedida. La puerta se abre. De nuevo, ladridos.

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