Dos años en la vida de cualquiera pueden ser muy intensos, desde luego. Los cambios y las decisiones que caben en ese periodo de tiempo son infinitas.
Pero es lícito pensar que no será lo mismo para un ciudadano corriente, que para quien está llamada a ser jefa de estado algún día. Leonor de Borbón, (entonces tenía 15 años a punto de cumplir 16) se marchó hace dos a estudiar bachillerato internacional a Gales, a un prestigioso internado donde las materias humanas son tan o más importantes que las matemáticas y las excursiones nocturnas pesan más que las moléculas y los protones.
La hemeroteca e Internet la recuerdan en su partida como una niña delgadísima, de risa tímida y mirada atenta, dispuesta a sacar buenas notas y gran rédito de esta experiencia académica, sin duda, excepcional para cualquiera.
Pasados dos exitosos cursos, el avión de retorno trajo a una Leonor con mayúsculas, más alta, fuerte, de pasos más firmes y zancadas más largas, acorde con su notable altura, dispuesta a asumir lo que la agenda le deparaba: tomar contacto con lo que serán sus futuras atribuciones.
El verano de Leonor ha sido, por esta razón, más breve que el de otros jóvenes que no tenían que ingresar en una academia miliar el 7 de agosto. Ese jueves caluroso, llevando su propia maleta y despidiéndose de sus padres y hermana como un soldado más, Leonor de Borbón Ortiz pasaba a convertirse en la cadete Borbón. A partir de aquí maniobras, madrugones, carreras, armas, paso marcial, uniforme riguroso, melena recogida, cansancio... Como todos los demás, ni más ni menos.
Ya lleva la princesa dos meses en la Academia General Militar de Zaragoza, la primera de sus paradas para su instrucción militar (luego vendrán Marín y San Javier). Se ha esforzado con entrega hasta llegar al que va a ser el mes de octubre más importante de su corta vida.
Un mes que para ella comenzará en serio este viernes 6, cuando junto a sus compañeros castrenses desfile ante la Virgen del Pilar para hacer una ofrenda que es tradición para invocar protección y que nos reportará la primera foto de un octubre pletórico. Es un acto voluntario en el que la heredera participará vestida con el uniforme de gala. Para ello, habrá dos partes:
El acto militar y religioso comenzará a las siete de la tarde. Está organizado en dos partes, una militar que se realiza en la Plaza del Pilar, tal y como publica el Heraldo de Aragón. El batallón de la Princesa Leonor es el número 11. Una vez en el interior de la Basílica, se repartirán en grupos en torno a la capilla de la Virgen para aguardar su turno. El primer grupo portará una ofrenda floral que depositará en el interior.
La segunda parte será en la Santa Capilla de la Virgen del Pilar, donde entregarán una carretilla de flores a la Virgen. Los militares accederán a la basílica por la puerta más cercana al Ayuntamiento. Se trata de un acto restringido solo a los 420 militares de primer curso que participan en la ofrenda. Esto será retransmitido por la televisión aragonesa.
El sábado 7 tendrá lugar uno de los momentos más significativos de su formación castrense. Ante más de 2.000 personas, en una ceremonia presidida por sus padres, los reyes, a los que se presume les desbordará la emoción, Leonor jurará bandera por primera vez en su vida. En este decisivo instante, cuando presumiblemente haya lanzado como el resto de sus compañeros la boina grancé al aire, la princesa pasará a cursar el segundo curso en la Academia (en un año hará tres).
Hay que recordar que su padre, el rey Felipe, también juró bandera con 17 años, pero no lo hizo colectivamente, sino de forma individual el 11 de octubre de 1985.
Pero antes de retomar sus estudios militares, el día 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional, el desfile contará con una militar debutante, que al 90% de probabilidades no estará en el palco, como otras veces, sino marchando segura sobre el asfalto con su compañía de 'La General' . No es previsible que la inexperiencia ni los nervios le pasen factura a la dama cadete Borbón, que una vez más, contará con la observancia cómplice y arrebatada de sus padres si llega a desfilar.
El 19 de este mes, Leonor, con un permiso especial concedido por la AGM, viajará a Oviedo a entregar los premios que llevan su nombre, una ceremonia que ni quiere ni puede perderse por la gran trascendencia que conlleva. Su discurso ante los premiados de este año (por ejemplo, el escritor Murakami) apelará con total seguridad a los valores que está aprendiendo y recordará su servicio a España.
Pero, sin duda, el colofón a este mes vibrante será su cumpleaños, el 31 de octubre. Ese día alcanzará la mayoría de edad, lo que le permitirá jurar la Constitución, el primer escalón para convertirse un día en reina y jefa del estado español.
A esta solemnidad seguirá otro en el Palacio Real, donde el Gobierno le impondrá el Collar de la Orden de Carlos III y la princesa de Asturias pronunciará, previsiblemente, un breve discurso.
Finalmente, habrá un festejo familiar cuyo invitado más esperado es Juan Carlos, rey emérito, que desde hace varios años reside en Abu Dabi, pero que ha recibido el permiso de su hijo y del gobierno para venir a un acto privado.
Esto sucederá en el palacio de El Pardo, donde todos los Borbón serán por una vez de nuevo familia real: tíos, primos, abuelos... una imagen no vista desde hace años. La duda es dónde pernoctará el monarca, toda vez que el gobierno desea desvincularse de esta presencia en suelo español.
En cualquier caso, no parece que nada vaya a alterar el gran mes de Leonor de Borbón Ortiz, ahora dama cadete, y en unos años previsiblemente, Leonor I.
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