El Ayuntamiento de Madrid sacó en febrero a concurso público las tres casetas de la Cuesta de Moyano que llevaban cerradas y completamente vacías desde hacía casi una década. El motivo: la jubilación de sus antiguos propietarios. Pero ahora vuelven a albergar actividad. Carlos Castrijón, Jorge Rodríguez y Javier Bayo han logrado reabrir estos puestos y llenar sus estanterías de nuevos libros. No es la única novedad. La llegada de estos tres libreros acerca a la Cuesta también una nueva generación, más alejada de los años de la jubilación, en un intento de rejuvenecer el espacio.

Los tres están felices e ilusionados por este nuevo proyecto que han comenzado, pero ninguno es nuevo en la calle. Ya habían trabajado en otras garitas, aunque como empleados. Ostentar el título de propietarios les genera un poco de vértigo, pero están convencidos de que podrán cumplir con sus cometidos: seguir alimentando la cultura de los madrileños y revitalizar este bazar de libros.

La reapertura de estas casetas, las número 7, 18 y 23, suponen avance para la Cuesta. Los libreros quieren que no quede ninguna vacía, aunque en estos momentos hay todavía una cerrada. Es la número 14. Lola, su antigua propietaria, se jubiló hace apenas una semana. Hay otras dos— la 1, que sirve de oficina de turismo al Ayuntamiento, y la 22, que está ocupada por la asociación Soy de la Cuesta— que no se utilizan para la venta de libros. Los vendedores se han marcado como objetivo que para 2025, el momento en el que cumplirán 100 años, todas estén llenos de ejemplares de texto. "La idea es que, para entonces, estén a pleno rendimiento las 30 casetas con 30 libreros", explica Carlos Castrijón.

Carlos Castrijón: "La Cuesta es un lugar mágico para los aficionados a la lectura y al coleccionismo"

Jorge Paris

Carlos Castrijón aterrizó a principios de agosto en su nueva caseta, la número 23. Antes, trabajaba en la 17, como empleado de un amigo suyo. Sin embargo, al ver que el Ayuntamiento, tras la presión realizada por las asociaciones de la Cuesta, sacaba a concurso público este puesto quiso optar a él y, así, emprender su propio negocio. "Después de 10 años, he conseguido tener mi propia caseta", explica con tono de emoción.

"La Cuesta de Moyano es un lugar mágico en Madrid para todos los aficionados a la lectura, a los libros y al coleccionismo donde se pueden encontrar desde todo tipo de escritos, incluso documentos antiguos". Así define Carlos el espíritu que transmite este espacio, que alberga 30 casetas en 150 metros, y que está logrando atraer cada vez más jóvenes. "En los últimos meses, hemos notado como se está acercando un público cada vez más joven", apunta. Son personas que buscan libros de segunda mano, más económicos que comprarlos en una librería al uso, o para estudiar en el instituto o universidad. "Saben que aquí tenemos ejemplares que ya están descatalogados y que necesitan para estudiar", explica.

Jorge Rodríguez: "Este es el punto de partida para volver a situar Moyano como un referente en Madrid"

Jorge Paris

Jorge Rodríguez abrió la caseta número 18 al mismo tiempo que el resto de sus compañeros, pero no lo hizo solo. Son otros dos amigos los que también conforman el stand. Ya había estado en otro puesto de la Cuesta, pero quitar un candado que llevaba tanto tiempo instalado en este punto le hacía mucha ilusión. Un sentimiento que se vio acentuado por el proyecto que ponía en marcha. "Queríamos ampliar el negocio hacia nuevas líneas y nuevos libros para tener una personalidad propia", explica. Ganando el concurso del Ayuntamiento, han logrado llenar su espacio de ensayos y filosofía.

Considera que, poco a poco, la Cuesta está volviendo a ser un lugar emblemático dentro de la cultura de Madrid. Cree que a ello está ayudando la reapertura de los tres puestos, "que estuvieron cerradas 6 años". "Esta apuesta— la de reabrir las casetas— es el punto de partida para que la Cuesta se convierta de nuevo en un lugar de referencia cultural en Madrid", manifiesta. Además, considera que cada vez hay más tipos de públicos conviviendo en esta calle. "Viene gente que se ha acercado toda la vida, pero también están empezando a llegar más jóvenes", indica. Es uno de los objetivos que persiguen revitalizando estas casetas: atraer a clientes que nacieron con la tecnología y que está más lejos de los libros en papel.

Javier Bayo: "Cada vez vienen más jóvenes buscando libros de calidad y más económicos"

Jorge París

Javier Bayo quiso "apostar" por la caseta número 7 cuando salió a concurso público. "Me ha salido bien", dice con orgullo. Entre ilusión y respeto, afronta este "reto nuevo". Aunque ofrece todo tipo de lectura— filosofía, historia, política...—, quiere focalizar su negocio en un género en concreto: la poesía. Se describe como un enamorado de este tipo de escritos.

 "Que hubiese tres (casetas) cerradas daba imagen un poco de deterioro y abandono", apunta. Por ello, está feliz por poder formar parte del proyecto que devolverá el prestigio que la Cuesta de Moyano tuvo hace no tanto tiempo. Pero no acaba de entrar en el negocio de los libros. Hasta ahora, había estado trabajando, durante más de 20 años, como empleado de otras casetas. "Que se abran librerías como estas es siempre una buena noticia para Moyano y para Madrid", concluye.

En el futuro, una cafetería literaria

Ante la proximidad del centenario de la Feria del libro de la Cuesta de Moyano, en 2025, el Ayuntamiento trabaja en un homenaje para todos los libreros que han pasado por los puestos. Quieren levantar un café cultural. No sería una cafetería al uso, sino que albergaría pequeñas obras de teatro, coloquios, recitales e, incluso, presentaciones literarias. 

Ayuntamiento de Madrid

Fue en 2019 cuando se redactó el proyecto de ejecución de este nuevo espacio, que también persigue revitalizar este pequeño rincón lleno de libros. Sin embargo, según explicó la delegada de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, "está en proceso de actualización, habida cuenta de la declaración en julio de 2021 del Paisaje de la Luz como Patrimonio Mundial". Algunos de los detalles que recogía el plan elaborado durante el mandato anterior deben cambiarse para ajustarse a "los criterios de la Unesco".