Corría el año 1992. Bill Clinton, gobernador de Arkansas, optaba al despacho oval de la Casa Blanca. En frente tenía a George H. W. Bush, que buscaba la reelección como presidente de los Estados Unidos.

Unos de los estrategas políticos de Bill Clinton, concretamente, James Carville, quería enfocar la campaña electoral de las presidenciales en los asuntos económicos y no en política internacional, porque, en relaciones internacionales, el presidente republicano ganaba por goleada. En 1.991, como recordarán, hubo la Primera Guerra del Golfo. La guerra, liderada por los Estados Unidos y su presidente, George H. W. Bush, obligó a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait.

Así es que Carville lo tenía muy claro y quiso que su equipo también lo tuviera, y de aquella necesidad salió la frase que hizo fortuna: “¡Es la economía, estúpido!” ¿Cuántas veces la han oído? Muchas, ¿verdad? Y no sólo para hablar de economía, sino que ya se utiliza como genérico para llamar la atención sobre lo verdaderamente importante y decisorio en cualquier tema.

¿Por qué traigo a colación la frase de Carville en estos momentos que se están decidiendo cosas tan importantes como si habrá presidente del gobierno o repetición de elecciones? Porque todo depende de si hay o no amnistía para todos los afectados judicialmente por el llamado “procés”.

Fíjense bien, he dicho “am-nis-tí-a”. No he dicho independencia.

Pues bien, resulta que Waterloo y los suyos, que en su momento llamaron traidores a los de ERC por, según ellos, aceptar los indultos a cambio de la independencia, estarían haciendo lo mismo con la amnistía. Eso sí, con más retórica y poesía de fin de semana. 

Y, en general, en los medios, sobre todo los que tienen el catalán como lengua vehicular, se calla. Por lo tanto, y si se me permite la licencia, hoy, en Cataluña, lo importante “no es el qué, sino el quién, estúpido”. Sencillamente, Inaceptable.