Quevedo y Saiko 'petan' su concierto en Madrid sin siquiera cantar sus canciones

Quevedo y Saiko, durante su concierto en la Riviera, en Madrid.
Quevedo y Saiko, durante su concierto en la Riviera, en Madrid.
MENDOSIP / DCASP
Quevedo y Saiko, durante su concierto en la Riviera, en Madrid.

Es raro ver a un artista de los que llena estadios tocar en pequeñas salas de 1.800 personas, sin embargo, este jueves pudimos ver a dos (y encima, gratis).

Desde las cinco de la tarde, las inmediaciones de La Riviera, mítica sala de conciertos en el madrileño barrio de Puerta del Ángel, se llenan de chavales con camisetas del Granada C.F y el UD Las Palmas, cosa lógica si tenemos en cuenta el día que es: toca ir con el mejor piquete posible.

Saiko y Quevedo, Quevedo y Saiko, habían anunciado la noche antes por sus cuentas de Instagram –los nuevos chavales se resisten todavía a las notas de prensa– una sorpresa para sus miles de fans en la capi: el jueves por la tarde, harían un concierto gratuito en La Riviera.

Este show se encuadra dentro de la promoción de Buenas, nueva canción conjunta de los artistas que si bien no ha salido aún, lleva meses provocando una especie de histeria colectiva entre sus seguidores en redes.

De hecho, esta misma semana los dos jóvenes artistas se mostraban y picaban al mundo con unas gigantescas lonas promocionales aparecidas en varios puntos de Madrid en las que se podía leer un mensaje muy simple: "Buenas, no quisiera molestar, pero… ¿Cuándo sale Buenas?". Porque para qué decir más.

Con este caldo de cultivo, el miércoles anunciaban en un directo de Instagram que darían un show gratuito conjunto para los 1.800 fans madrileños más rápidos, publicando posteriormente el enlace para reservar las entradas y viendo cómo en cuestión de muy pocos minutos colgaban el sold out de este regalo, el cual, según ha podido saber este periódico, ha financiado íntegramente Quevedo de su propio bolsillo.

En la cola, donde latas de cerveza vacías abultan las repisas de la sala y padres con los brazos cruzados se preguntan en qué bendita hora les dijeron a sus hijos que los acompañarían a ver al Quevedo, los nervios son palpables. La emoción está asegurada cuando vas a ver a muy pocos metros de ti a dos de los artistas más importantes de España.

Con las puertas abiertas al fin, la sala se va abarrotando desde bien temprano de un marecito de chavales uniformados, todos ahora de blanco, pues la organización de Quevedo ha repartido camisetas gratuitas del concierto a todos los asistentes. La edad media del público es baja, de unos veinte años, sin embargo, se pueden ver muchas barbas en los palcos.

Quevedo y Saiko, durante su concierto en la Riviera, en Madrid.
Quevedo y Saiko, durante su concierto en la Riviera, en Madrid.
MENDOSIP/ DCASP

Mientras la gente va preparándose en la pista o en la zona VIP del concierto –entre esa gente está Rauw Alejandro, quien acude discretamente y sin dejarse ver por el gran público–, este medio de comunicación, el único acreditado por los promotores para cubrir el concierto, observa dónde reside la magia de este evento: justo en el medio de la pista, tres chicos muy jóvenes, muy nerviosos e incluso al borde de las lágrimas comentan entre ellos que es el primer concierto al que asisten en su vida. Se hacen muchas fotos, envían audios a sus amigos y no se terminan de creer que estén a punto de ver al artista español más internacional del momento, además de al reconocido Saiko, a solo un puñado de metros. Hasta que se bajan las luces, apagan la música de fondo y el grupete empieza a creérselo más.

De repente, comienzan a sonar las trompetas de Ahora y siempre, uno de los temas más reconocidos de Quevedo, y la gente empieza a brincar y a corear las voces de fondo y a iluminar con sus móviles el escenario con la esperanza de que el canario salga a reventar la pista. Pero quien sale, es Saiko.

Por un momento, se hace un gracioso parón de brincos y cánticos –dura solo unos segundos, tranquilidad– por el desconcierto de ver no solo al artista granadino cantando un tema de Quevedo, sino por verlo además llevar sus pintas habituales. Como si le intentara robar la personalidad, vaya.

Después, tras entrar Quevedo a cantar una canción de Saiko copiándole también su look (menudo lío), la gente empieza a entender lo que está pasando: el concierto es una especie de juego de rol en el que Quevedo es Saiko y Saiko es Quevedo.

Durante todo el concierto, que se desarrolla con los mismos padres de la cola ya no con los brazos cruzados, sino sujetando cervezas y moviendo muy disimuladamente el cuerpo y observando cómo sus hijos se dejan la piel y la garganta en las primeras filas, ninguno de los dos artistas canta sus temas, sino que es el otro el que hace la parte de su compañero.

Por ejemplo, cuando le toca el turno a Playa del Inglés, una canción pegada de Quevedo en colaboración con Myke Towers, es Saiko quien canta la parte del canario, mientras que este hace la de Towers. La fórmula, que al principio es acogida con sorpresa por los asistentes, enseguida les empieza a divertir, pues ellos se han acercado a La Riviera a disfrutar y 'perrear', no a hacer análisis musicológicos.

Tras el grueso del concierto, sobre el que cabe destacar que casi se cae el recinto abajo con las canciones Punto G y Antidepresivos (¿puede ser que haya visto a algún padre bailar?), empieza la parte final del show, donde cantan algunos de sus temas más conocidos, como Supernova o Quédate, y presentan un trocito de Buenas, pues al final es la canción por la que han montado todo el 'tinglao'.

Cuando acaba todo, Saiko suelta la fecha de lanzamiento de este último tema (21 de septiembre), las luces se encienden y el público empieza a salir de La Riviera con una sonrisa de oreja a oreja. Veo incluso a padres sonrientes que, ya sin vergüenza alguna (pero sin dejar la cerveza), se acercan a las esquinas en las que reparten camisetas, piden para ellos y se las ponen orgullosos.

Saiko y Quevedo, o Quevedo y Saiko, siguen ganando fans nuevos sin siquiera cantar sus propias canciones.

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