Un año más, el nacionalismo trató de patrimonializar la fiesta de todos los catalanes. En la de ayer, el soberanismo se mostró crecido en sus demandas por una aritmética parlamentaria que les otorga la llave de la investidura. Ajenos a su derrumbe electoral en los comicios del 23-J, los grupos independentistas compitieron en exigencias para evitar la repetición electoral. La amnistía estuvo en el centro, aunque los fundamentalistas de la ANC insistieron en rechazarla apostando por la confrontación con el Estado que condujo a Cataluña al declive. De locos.
OPINIÓN12.09.2023 - 05:53h
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