Así ha cambiado por dentro la corte británica desde la muerte, hace un año, de Isabel II

La reina Isabel II junto a su hijo, el príncipe Carlos de Gales
La reina Isabel II junto a su hijo, cuando era príncipe Carlos de Gales.
EP
La reina Isabel II junto a su hijo, el príncipe Carlos de Gales

"Por mi parte, no me importa la muerte, pues todos los hombres son mortales". Esta frase la pronunció una mujer a la que muchos empezaban a creer eterna, aunque el 8 de septiembre de 2022, se 'demostró', que, pese a todos sus atributos y privilegios, tampoco ella lo era. Su graciosa Majestad tuvo mucho poder, pero no el de vivir para siempre.

Isabel II falleció hace justo doce meses, a los 96 años, en su refugio de Balmoral (Escocia), dejando todo atado y bien atado, aunque sin saber qué sería del destino íntimo de su familia: cuatro hijos, ocho nietos y una decena de perros de su raza favorita, los Corgi. Y legó para la historia una paradoja: la reina más longeva del mundo (70 años de mandato) daba paso al rey más anciano en llegar al trono (73 años).

Si Isabel II levantara la cabeza en su panteón de Windsor encontraría pocos cambios sustanciales en la manera de gobernar de su hijo, que ha optado por la continuidad y el conservadurismo, pero sí algunas diferencias en cuanto a la armonía intrafamiliar, tan ausente en sus últimos tiempos, sobre todo, en casa de su hijo y heredero, Carlos.

De izquierda a derecha, el príncipe Carlos; el príncipe Andrés; la duquesa de Cornualles, Camilla; la reina Isabel II; la duquesa de Sussex, Meghan; el príncipe Enrique (Harry); el príncipe Guillermo (William); y la duquesa de Cambridge, Kate, en Londres, en 2018.
 Esta imagen será difícilmente recuperable, y no por la ausencia de Isabel.
 / EFE

Sí es cierto que el primogénito, tratado en la ficción como un personaje frustrado, efímero y segundón, no ha visto mermada su popularidad, aunque tampoco ha ido a más. Mientras que su hijo Guillermo, al que muchos veían de sucesor de su abuela, mantiene un 80% de favoritismo de los ingleses, Carlos no pasa del 55%.

Aunque tímidamente, el monarca está tratando de dotar de más modernidad a la institución. Por ejemplo, ha abierto las puertas de los palacios reales para que las transmisiones en vivo de los medios de comunicación y las redes sociales rompan el misterio y el secretismo que ha rodeado a la corona durante siglos.

También estrecha sus fuertes manos de jugador de polo con el público que se arremolina para verlo, afecto que su madre no practicaba nunca. Habla con la gente y sigue invirtiendo en su imagen de gran defensor de la naturaleza y el arte, dos de sus pasiones más públicas.

Lo que el nuevo soberano también ha hecho es imprimir cierta 'austeridad' en su casa y trazar perfiles entre los suyos que permitan creer que la monarquía sigue siendo un ente simpático y querido.

Príncipe Andrés y Carlos III.
Príncipe Andrés y Carlos III.
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Para ello, ha mantenido apartado a su hermano Andrés de toda actividad oficial, además de reducirle los ingresos que recibía solo por ser hijo (ahora hermano) de. El caso del abusador sexual Epstein pesa mucho aún sobre el segundo de los hijos varones de Isabel II. Ya su madre, y eso que era su favorito, le dejó claro que se terminó lo de salir en la foto. Andrés es el único hermano que no está en el retrato oficial de la coronación de Carlos, celebrada en mayo pasado.

Este, además, le ha quitado la potestad de disfrutar de una espectacular vivienda que utilizaba hasta ahora: Royal Lodge (30 habitaciones, piscina, zona para el servicio y una capilla privada). En ella residía junto a su exmujer, Sarah Ferguson, con los perros Corgi que pertenecían a su madre, la Reina Isabel II, y que han adoptado en memoria de la monarca.

Para matar dos pájaros de un tiro, Carlos ha cedido a su hermano la vivienda que usaba su hijo pequeño, Harry, en sus estancias inglesas. De este modo, castiga al benjamín por la biografía que publicó a los tres meses de enterrar a su abuela, En la sombra, donde desvela asuntos muy privados, como violencia, drogas, aislamiento, celos...

El rey Carlos III, su mujer Camila y su hermana Ana, asisten al funeral de la reina Isabel II en Londres.
El rey Carlos III, su mujer Camila y su hermana Ana, en el funeral de la reina en Londres.
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Harry apenas viaja a Inglaterra desde California, donde reside, y cuando lo hace es por juicios que tiene pendientes contra medios de comunicación que, según él, le han difamado. Llega sin su mujer, Meghan, ni sus dos hijos y no se ve ni con su padre ni con su hermano. Sí asistió a la entronización, pero ni siquiera hubo fotos decentes, porque por protocolo estaba sentado detrás de su tía Ana, quien llevaba el uniforme de los Blues and Royals y un gorro con plumaje que le tapaba a él.

Precisamente, Ana de Inglaterra, que ha sido la escudera de su madre en su silenciosa enfermedad, es una de las beneficiarias del nuevo reinado. Su hermano mayor le ha dado un papel más destacado, más cercano a él, como una forma de pago por haber sido siempre discreta y leal a los intereses de la familia (no como Andrés y su propio hijo). Solo se lleva dos años con el monarca, por lo que la similar edad les permitió jugar juntos de pequeños y aprender la gestualidad de su madre cuando fue elevada al trono. En ese año, 1952, ni Andrés ni Eduardo, los pequeños, habían nacido.

También este, Eduardo, el menor de los Windsor, ha sido agraciado por el monarca. Tanto él como su mujer, Sophie, presiden numerosos actos en representación de la casa real inglesa. Carlos prefiere delegar en los de casa que en ningún otro.

Kate Middleton con zapatillas veja
Kate Middleton con zapatillas veja
Samir Hussein/WireImage

Pero donde todos los focos se sitúan es en el príncipe de Gales, Guillermo, siguiente en la línea de sucesión. Su popularidad es alta, como se ha dicho más arriba, pero no tanto como la de su mujer, Kate Middleton, un auténtico activo de la monarquía: tan pronto juega al tenis en falda corta, como llora con una víctima, fotografía a sus tres deliciosos hijos, aplaude a Carlos Alcaraz, visita entidades benéficas, como que luce con las joyas de su suegra, Lady Di, y se viste de seda igual que una auténtica star.

Por eso, no verla a ella ni a Guillermo en Sidney en la final del Mundial de Fútbol femenino el pasado 20 de agosto, que España ganó a su selección, la inglesa, les ha pasado factura. Mientras la reina Letizia bailaba, se abrazaba con las jugadoras, dejaba que su hija Sofía se envolviera en la bandera española como una fan y se pusiera la camiseta de la Selección, los británicos criticaban la ausencia de su pareja estrella.

Cierto que España ganó, pero también lo es que el protagonismo de Kate habría apaciguado los ánimos tras la derrota. Y para gozo de sus súbditos habría 'competido' con la espontaneidad de la reina española, en uno de sus mejores y más recordadas actuaciones fuera de toda regla.

La reina consorte Camila, en enero de 2023.
La reina Camila, en enero de 2023.
Alastair Grant / Getty

Y finalmente, en lugar preferente, está Camila, la villana convertida en reina. Su resistencia y su estudiado silencio, además de una sagaz campaña de imagen, han revertido la humillación padecida en los años noventa tras saberse su relación con Carlos, por una admiración contenida pero creciente.

Conocida en palacio como Lady Boss (la señora del jefe), su opinión es la primera que su marido consulta. No hay nada que el rey haga que no pase por su mujer, a la que como un último regalo, Isabel II concedió el título de reina cuando ella no estuviera, y no el de reina consorte, demasiado secundario. 

Es probable que la hierática Isabel tuviera en cuenta para tomar esa decisión su propia reflexión, una vez que le pidieron que sonriera: "Simplemente me duele sonreír. ¿Por qué se espera que las mujeres estén radiantes todo el tiempo? Es injusto. Si un hombre parece solemne, automáticamente se asume que es una persona seria, no miserable". Feminista la reina, después de todo.

La implicación de Camila con los Windsor es tan estrecha que incluso su exmarido y sus hijos, Tom y Laura, forman parte de los eventos más privados. Todos ellos fueron invitados a la ceremonia de coronación de Carlos.

En este año, la reina Isabel ha tenido dos bisnietos más, que se suman a los 13 que conoció. Niños que no podrán tratar a una de las damas más influyentes de la historia, si bien, podrán usar una de las frases que ella dijo en sus escasos parlamentos: "Los buenos recuerdos son nuestra segunda oportunidad de felicidad". 

La reina Isabel II en la boda de Meghan Markle
La reina Isabel II, de su color favorito y con su bolso preferido.
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