Cádiz acoge mañana a ministros y ministras de la Unión Europea para tratar temas de Cooperación al Desarrollo. Es por tanto un buen momento para hablar de cooperación feminista. Sí, también en este ámbito hay que hablar de feminismo.

Una política de cooperación feminista supone transformar las relaciones de poder que causan las desigualdades, discriminaciones y violencias de género. No se trata de ampliar el número de mujeres responsables o beneficiarias de sus proyectos, sino de utilizar la cooperación para derribar las barreras y estructuras de discriminación existentes.

Una política de cooperación feminista pretende cambios profundos. Por eso trata de asegurar que todas las políticas —económicas, comerciales, de defensa, migratorias…— sean coherentes con los principios feministas y actúen para eliminar toda forma de discriminación, de vulneraciones de derechos y de violencia machista. También por eso, asume que la cooperación hereda las históricas relaciones de desigualdad colonial entre países y se propone revertirlas dando protagonismo a voces y saberes del Sur Global y reconociendo alternativas que surgen desde la diversidad de contextos locales.

La mirada transformadora de los feminismos llegó hace tiempo a la política exterior y a la cooperación internacional. En 2014 Suecia fue el primer país que anunció la primera política exterior feminista del mundo y desde entonces se han sumado otros como Canadá, Luxemburgo, Francia, México, España y Alemania, instituciones europeas y organizaciones no gubernamentales.

España ha dado prometedores pasos en esta legislatura iniciando una reforma de la cooperación española que habrá de culminar en los próximos tiempos con una cooperación feminista y renovada. La Presidencia española es una excelente oportunidad para ejercer su liderazgo europeo y promover este enfoque para transformar la cooperación internacional de la UE del futuro