El mundial de fútbol de 2010 fue un trabajo conjunto. Un éxito de hombres y de mujeres que trabajaron durante años para lograr un objetivo final. Que no nos engañen. No hay una división radical. Nuestro mundo se construye en equipo entre mujeres y hombres, aunque en el deporte se compita por separado. En aquel éxito hubo bastantes mujeres en el equipo de trabajo de la Selección. Además, hubo, por ejemplo, madres que sacrificaron mucho para que sus hijos se dedicaran al fútbol desde niños. Hubo también mujeres que asumieron el cuidado de los niños para que su marido se fuera un mes a trabajar fuera de casa. Fue, insisto, un trabajo de todos.
Los aficionados al fútbol sabemos que ganar un mundial te da algo para siempre. Eres campeón del mundo, tus hijos lo son y lo serán tus nietos. No es una cosa de hombres. Es de todos. Eso se simboliza en una estrella que se cose en la camiseta para siempre. Pasa lo mismo con el reciente título femenino. Tenemos otra estrella que ayudará a que más chicas quieran jugar al fútbol y a que lo hagan con mayor facilidad.
Eres campeón del mundo, tus hijos lo son y lo serán tus nietos. No es una cosa de hombres. Es de todos.
La victoria del Mundial de fútbol femenino es un trabajo de mujeres y de hombres y es, como siempre, un trabajo conjunto. Algo que se hace en equipo entre muchísimas personas, aunque luego en el campo de juego solo estén once mujeres. Detrás de esta victoria hay muchos aficionados al fútbol empujando y hay un buen número de hombres apasionados que llevan años trabajando en casi todos los casos por amor al arte. Aunque la actualidad nos lleve a mirar hacia la gente que no hace bien su trabajo, no hay que olvidarse de los que sí que lo hacen. Son mayoría.
Conozco presidentes de equipos femeninos, entrenadores, directores deportivos, coordinadores de esos que lo hacen todo y delegados de campo que llevan años peleando por el fútbol femenino con empeño e ilusión. Conozco padres muy aficionados al fútbol que han vivido una auténtica travesía del desierto desde que su hija empezó a jugar en benjamines mezclada con niños hasta que llegó a un equipo femenino en condiciones.
Las jugadoras son campeonas. El equipo técnico es campeón y todos somos campeones. No hay una división radical como algunas personas quieren hacer ver, ni una falta de respeto en el hecho de que el entrenador se considere campeón. La vida no es un colegio inglés. No estamos divididos, estamos unidos, nos queremos, somos felices con el éxito de todos porque es un trabajo conjunto. Enhorabuena.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios