Un incendio que amenaza con devastar tu hogar, tener que salir corriendo con poco más que lo puesto, ¿qué te llevarías si tuvieras que enfrentarte a una tragedia así? Lo imprescindible, por supuesto: medicinas, algo de ropa, teléfonos con sus cargadores... Si hay tiempo y espacio tal vez álbumes de fotos y otros recuerdos imborrables, posesiones útiles solo para el solaz del alma. Entre lo indispensable se encuentran nuestros animales. Es obvio. son nuestra familia. 

Si me viera en semejante situación, tener que abandonar mi hogar a toda velocidad por la cercanía de las llamas, la guerra o una legión de muertos vivientes, jamás se me ocurriría dejarlos atrás. Aún recuerdo aquel viernes previo al confinamiento por la pandemia de Covid, salir corriendo a comprar, no papel higiénico, sino pienso y arena de gato en abundancia. 

Por suerte, somos muchos los que los amamos así, y las imágenes de los desplazados en Tenerife son una buena prueba y un ejemplar recordatorio para todos aquellos que se plantean el abandono por la razón que sea: embarazos, mudanzas, vacaciones, problemas de comportamiento del animal o un imperdonable hastío. El tercer motivo más frecuente de abandono es la pérdida de interés en el animal y el segundo los problemas de conducta, que se solventarían contratando a un profesional, según el informe anual de la Fundación Affinity.

Las llamas que devoran esa maravillosa isla se van a cobrar demasiadas vidas, incontables. Fauna silvestre y doméstica, flora irrepetible. El dolor es inmenso, pero ver a familias, trabajadores y voluntarios afanándose en proteger aquellas vidas que sí está en su mano salvar, compartiendo las difíciles condiciones de vivir evacuados con sus animales de compañía, es un bálsamo que reconforta y reconcilia. Imágenes que se repiten mirando a Hawái. Nada está perdido. La humanidad, en el sentido más amplio del término, existe. Hay esperanza.  

Son parte de la familia: evacuados con sus animales por el incendio de Tenerife