Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Ucrania, entre la guerra y la juerga

Un hombre camina por las calles de Jersón.
Un hombre camina por las calles de Jersón.
Europa Press
Un hombre camina por las calles de Jersón.

En Ucrania no sólo hay guerra, patriotismo, heroicidad, muertos y miedo, después de casi dos años de guerra, muchos ciudadanos aprovechan para forrarse y otros para divertirse cuando las circunstancias lo permiten. El presidente Zelenski, que tiene que moverse de un país para otro en busca de armas para seguir enfrentando la amenaza rusa y apoyos para paliar los desastres de los drones procedentes del Kremlin, también tiene que mantener la vigilancia contra la corrupción, el mal universal que ni siquiera bajo los bombardeos se detiene, y algunos desaprensivos intentan aprovecharse para enriquecerse o para divertirse.

Ya ha tenido que actuar con mano dura incluso con algunos de altos cargos militares que compatibilizan la heroicidad con la tentación de llenar la cartera. El ejemplo que está dando su resistencia contra el poder superior de los agresores rusos tampoco está siendo compartido por muchos de los jóvenes predestinados a ser movilizados para defender a su país como soldados. Cada vez son más los que están marchándose al extranjero para liberarse de ser movilizados.

Tampoco puede decirse que la desgracia que sufre el país y buena parte de sus habitantes esté impidiendo que muchos jóvenes y mayores renuncien a las diversiones: las discotecas en Kiev, la capital, continúan funcionando y los restaurantes mejores tienen las listas de reservas a tope. Choca desde luego a los visitantes que, en muchas ciudades destrozadas por los bombardeos, la gente improvise diversiones en medio de los escombros.

Las familias, agobiadas por el calor, organizan comidas campestres en las orillas del rio Dniéper convertidas en improvisadas playas que sustituyen a las del mar Negro, lugar habitual de vacaciones estivales, donde algunas ciudades y zonas están ocupadas y bloqueadas por los rusos. Estos días algunos periódicos europeos publicaban fotografías de personas nadando en las corrientes del rio y disfrutando en bañador de los días de verano que en Ucrania se agotan ya pronto.

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