A fondo

Las crisis 'veraniegas' azotan la política exterior de la UE: Afganistán, Ucrania y ahora Níger

  • En su lucha por ser un actor global a la Unión se le juntan los problemas 'externos' y apenas tiene reacción.
  • El criticado papel de Francia en África salpica al bloque mientras aumenta la influencia rusa.
Crisis exteriores en la UE.
Crisis exteriores en la UE.
Carlos Gámez
Crisis exteriores en la UE.

No parece haber verano tranquilo para la Unión Europea cuando mira más allá de sus fronteras. A sus gestiones internas en plena crisis se suman inestabilidades en el exterior que hacen al bloque preguntarse cuál es su papel en el mundo, pero sobre todo qué función ha tenido como actor global hasta ahora. Si hace dos años fue la toma del poder por parte de los talibanes en Afganistán y en 2022 la guerra en Ucrania lo cambió todo, esta vez son meses marcados por el golpe de estado en Níger que vuelve a avisar a Occidente de que no puede ignorar lo que sucede en África y especialmente en el Sahel.

"No se trata de un tema de autonomía estratégica, sino de saber cómo gestionar crisis que nos afectan de una forma u otra", aseguran las fuentes comunitarias consultadas, que son conscientes demás de que la Unión todavía no tiene ni capacidad ni competencias para influir como le gustaría frente a otros actores como Rusia o China. De hecho, en Níger los seguidores de los golpistas acogen de buen grado el papel de Moscú, algo que preocupa mucho en Bruselas.

La vuelta de los talibanes al poder en Afganistán mostró las vulnerabilidades de Estados Unidos y al mismo tiempo evidenció que la UE no puede depender de Washington en según qué situaciones. Así lo asumió en su momento el Alto Representante, Josep Borrell, que se propuso potenciar desde entonces la autonomía estratégica de la Unión. "Afganistán ha demostrado que las deficiencias de nuestra autonomía estratégica tienen un precio", sostuvo el dirigente español, empeñado ahora en relanzar la Defensa europea por ejemplo con un batallón de respuesta rápida para situaciones como la vivida en Kabul. Bruselas considera que los planteamientos futuros tienen que partir mucho más desde "lo común".

Esta tendencia se ha confirmado con la invasión rusa de Ucrania. Putin ha reforzado a la OTAN pero también ha puesto a la Unión Europea frente a su espejo: las dependencias son un peligro, en el caso de Rusia sobre todo a nivel energético... pero también militar. Desde febrero del 2022 la UE ha dado pasos hacia una integración mayor en materia de Defensa, con entrenamientos a soldados ucranianos y la formación de batallones para apoyar los avances del Ejército de Volodimir Zelenski, aunque sin entrar directamente en el conflicto. 

No obstante, los 27 -que siguen teniendo la mayor parte de las competencias- mantienen alguna diferencia: Francia y Alemania quieren caminar hacia unas fuerzas cien por cien europeas mientras que otros Estados miembros como Polonia o los Bálticos prefieren seguir bajo el paraguas de la Alianza Atlántica. A la vez, el Kremlin quiere seguir apretándole las tuercas a Occidente en la medida de lo posible.

El presidente ruso también se ha pronunciado sobre Níger -donde también hubo presuntamente una intervención del grupo Wagner, mercenarios apadrinados por Moscú pese a las últimas polémicas con su líder en el marco de la invasión de Ucrania- y ha mantenido un tono de sobra conocido al menos de puertas hacia fuera. Putin llamado a resolver por medios "exclusivamente pacíficos" la crisis que afecta al país africano, en un nuevo rechazo a la posible intervención militar deslizada por la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (CEDEAO).

La UE siempre ha tenido a África en mente

Viviane Ogou, fundadora de Puerta de África, explica a 20minutos que la Europa "popular" no ha entendido todavía la situación y las relaciones con el Sahel. "Solo hay que ver cómo se está gestionando el asunto de Níger en los medios, por ejemplo. No hay una concepción real ni un debate crítico por ejemplo sobre el papel de Francia". La cuestión "es mucho más compleja de lo que parece", termina. En cambio, a nivel de la UE "siempre han sabido" de la importancia de África. "Se estructura una política exterior" con el continente, "con unas líneas marcadas ya antes de que se estructuren los pilares con el Tratado de Maastrich". La UE "siempre ha tenido a África en mente".

Pero esto no quiere decir que sepa gestionar la situación al cien por cien. Francia, dice Ogou, "siempre trata de regionalizar su política exterior, y esto se ve claramente con la cuestión del Sahel. Hay una europeización de muchas cuestiones francesas", que al final es una consecuencia de que la competencia en política exterior esté en manos de los 27. El hecho de que París ya no sea bien visto en Níger salpica de lleno el papel de la UE, que busca las maneras de reaccionar para hacerse más creíble.

Por su parte, Daniel Gil, analista en The Political Room, añade que estas crisis "no tienen mucho que ver entre ellas pero sí atisban ya el mundo en el que estamos" y al que se tiene que adaptar la Unión Europea. "Todo es mucho más inestable, y Estados Unidos ni quiere ni puede ser el policía del planeta". La UE siempre ha visto la multipolaridad "como algo positivo" pero el escenario es el que es, aunque esa multipolaridad "favorezca a la Unión como potencia comercial que es". En cambio, ahora la UE tendrá que "esforzarse para jugar un papel importante".

Sobre Níger es complicado, dice Gil, analizar si la Unión ha aprendido o no la lección porque "la influencia europea en África lleva en decadencia bastantes años" y Francia "ha tenido un papel muy negativo en la región porque nunca ha sabido librarse de la mancha del colonialismo y establecer relaciones positivas" con el continente. Ese "liderazgo francés en África se ha demostrado fallido" y muestra "la debilidad europea". Esto se ve en que Rusia, que es "un paria internacional", consigue "ganar tantos geopolíticos en una zona tan sensible para la UE como es el Sahel". Los acontecimientos están avisando a la Unión de que, termina el analista, "no solo vale con poder blando".

En este contexto, la UE insiste en que necesita "aliados" de cara al futuro y quiere asegurárselos a partir de la llamada Global Gateway, que es una estrategia preparada precisamente para competir con Moscú y Pekín, a la vez que se reducen también las dependencias con Estados Unidos. De todos modos, se trata de un plan a largo plazo: mientras tanto Bruselas tendrá que mirar con atención (y sin mucho margen de maniobra) lo que sucede en lugares del mundo que, indirectamente, le acabarán influyendo. El mapa ahora está lleno de sorpresas.

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