El sábado 29 de julio los vecinos de la mancomunidad Torrepista, en el municipio de Torrejón de Ardoz, se quedaron sin agua corriente. Una avería interna en la urbanización dejó a unas 2.000 personas sin suministro hasta que el miércoles por la tarde se pudo arreglar el problema. "Ha sido incómodo estar cinco días así", expresaba María José, una de las vecinas que han tenido que soportar este percance en pleno verano.

"Había muchos vecinos que iban a buscar agua a una fuente que está por aquí cerca" comentaba Adriana, otra de las residentes de la urbanización. Al no haber podido dar solución a la avería, desde el Ayuntamiento de Torrejón tuvieron que repartir 7.000 litros de agua para abastecer a estas personas. "Tenía que comprar agua embotellada, comer fuera y ducharme en casa de una de mis amigas que vive por aquí cerca, yo trabajo todos los días y me tenía que asear para ir", comentaba Lisbeth, que calificaba el episodio  como "malísimo".

El Consistorio de Torrejón se enteró de la incidencia el domingo. Desde entonces ha colaborado con medios técnicos y humanos para que esta urgencia se resolviera lo antes posible. El segundo teniente de alcalde y concejal de Obras, Limpieza Urbana y Administración, Valeriano Díaz, indicó que la avería fue "gorda". Para solventar el problema tuvieron que descubrir las tuberías y buscar dónde estaba el fallo. A pesar de que el asunto está ya resuelto, algunos vecinos siguen sin saber cuál fue el motivo que les dejó sin agua: "Sobre la causa de la avería no sé nada, nadie nos lo ha dicho", indicaba una de las vecinas.

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"Imagínate como lo habrán pasado los niños y los mayores", comentaba Lisbeth. Otra vecina afectada, de avanzada edad, lamentaba que muchas personas mayores como ella "no podían recoger las botellas" por sus propios medios ante el temor a sufrir una caída imprudente. Por fortuna, los residentes de la urbanización pudieron retomar su cotidianidad a última hora del miércoles. En la mañana del jueves, por una de las ventanas entreabierta que da hacia la calle, se podía escuchar a un niño pequeño eufórico al comprobar que volvía a correr el agua por el grifo.