Entrevista

Paula Vázquez: "La mentira que más he contado es 'estoy bien'"

Paula Vázquez, en 'El Puente de las mentiras'.
Paula Vázquez, en 'El Puente de las mentiras'.
Txuca Pereira
Paula Vázquez, en 'El Puente de las mentiras'.

El encanto de Paula Vázquez es contagioso y carismático, como lo es su risa espontánea y sincera, que a ratos trata de mantener controlada en pro de la formalidad. 

Hablamos con ella sobre El puente de las mentiras (miércoles, 22.45 h) , el concurso que presenta en La 1 y donde la verdad y la mentira tienen mucho que ver, y descubrimos cosas sobre su pasado y su sentir.  

¿En qué consiste El puente de las mentiras? Llega en una época apropiada, ¿no?Llega en un buen momento, porque es tan difícil discernir entre una verdad y una mentira en la vida real... El puente de las mentiras es un concurso muy dinámico, muy ágil y sobre todo, que va a enganchar a toda la familia.

Llega bien respaldado, ¿no? Es un programa al que vienen celebrities y que ha triunfado en la BBC, donde ya van por su segunda edición con anónimos y luego con famosos. Nosotros lo hemos empezado con celebrities y la verdad es que nos están dando un juego increíble. Yo diría que El Puente de las mentiras es el programa en donde vamos a ver a los famosos de verdad, porque nos vamos a enterar de en qué cosas son más bien especialistas, qué cosas les definen, su hobby o lo que más le gusta. Y a partir de ahí establecemos en el suelo un montón de verdades y mentiras que tienen que ir pisando

Hemos visto momentos muy buenos. Están surgiendo momentos hilarantes, divertidos y yo creo que eso es lo que le va a llegar a la gente en casa, que es un programa en el que se puede participar de una manera muy sencilla desde casa.

Tiene un punto adictivo porque terminas empatizando con los concursantes que se lo están pasando bien y al final estás dudando tú mismo de si esa verdad, es verdad, o es mentira o preguntándote por qué el concursante ha ido para atrás. Es un programa que va a unir de nuevo a toda la familia, porque las preguntas son muy comunes y todo el mundo tiene acceso a ellas.

¿Te ha sorprendido los famosos? A menudo solo conocemos una faceta de ellos...Más que sorprendido me están haciendo disfrutar mucho. Están haciendo que el programa se haga solo, porque ellos mismos, en cuanto se suben al puente y empiezan a pisar verdades y mentiras, se vienen arriba, se descalzan, empiezan a bailar, empiezan a cantar para recordar mejor una canción o para recordar un no sé cuántos. Otros empiezan a hablarnos de los viajes que hicieron, porque las preguntas van destinadas a una historia que tiene que ver con viajes y de esa manera conocemos un poquito más de ellos. Cuánto saben de nuestro país en el caso de que sean extranjeros como nos ha pasado con algún actor de series de Televisión Española. Vienen actores, actrices, deportistas... Un poco de todo, la verdad. Y yo diría que es un programa en donde todo el mundo sale favorecido y la estética a mí me parece brutal.

¿Es un acto de valor para un famoso ir a un concurso como este, el exponerse, el demostrar si sabes o no, perder o ganar?Pues sin duda creo que es un gesto de generosidad muy grande para quienes vienen como lo hacen, con este trasfondo altruista de donar el dinero, pero en ningún caso quedan desfavorecidos porque son cosas tan aleatorias que a veces es dificilísimo que te las sepas. A veces es una verdad que dices "es que cómo voy a saber yo si esto es un gato o este nombre pertenece a una comida", hay algunas preguntas que está más que justificado si no lo hacen bien, y en ningún caso vamos a dejar que no salgan favorecidos.

Paula Vazquez, en 'El puente de las mentiras'.
Paula Vazquez, en 'El puente de las mentiras'.
RTVE

No es un concurso tenso…El programa incita a divertirse, a que sea algo que ellos se lo pasan bien y se superan. Primero se retan en un puente de manera individual cada uno de los cuatro y al final del todo hay un puente que es el puente final en el que todos colaboran y ahí se están dando momentos divertidísimos en donde quien menos te imaginabas sabe de no sé qué. Es que no quiero ir adelantando los temas y quien realmente dabas por hecho que iba a ser muy certero en determinada categoría, te das cuenta de que no da ni una y se pone súper nervioso, pero al mismo tiempo se apoyan entre ellos. Se genera un buen rollo muy chulo, genera equipo y yo desde luego me lo estoy pasando muy bien haciéndolo.

¿Un puente de verdades y mentiras explotaría si se llevara a un político, por ejemplo?Yo creo que sí, cualquiera de ellos podría explotar en este programa (risas). Si quiere venir alguno y se atreve están invitadísimos.

Es un puente donde hay que pisar las verdades y evitar las mentiras. ¿No es eso la vida?De eso hablamos también en el programa. Además, hay un momento en el que yo, como ya uso gafas por la edad, porque ya no veo ni de lejos ni de cerca (risas), hay un momento en que justifico las gafas diciendo esto a mí sí que me hace ver las cosas más claras y ojalá en la vida real fuese así. Pero ¡cuánto se aprende de las mentiras! En este programa también, incluso cuando pierdes una mentira, como te desvelamos cuál es la verdad, también se aprende. Y en la vida es eso mismo. Como dice un amigo mío, "en la vida o se gana o se aprende". Y en este caso es lo mismo.

¿Hablando de gafas, no le han hecho recordar tiempos del Un, dos, tres...?Muchísimo. En cuanto me las pongo y especialmente estas que son cuadradas y grandes, me lo dicen mucho, lo de "han sido no sé cuántas respuestas, a 25 pesetas…". Y esto me hace recordar que hace exactamente 30 años, ahora que empecé en esta casa, 30 años… Es que yo misma pienso es imposible que haya pasado todo ese tiempo, si para mí fue ayer por la tarde cuando estábamos grabando en los estudios Buñuel, que hoy ya no existen.

¿Qué otro programa le trae recuerdos?Ayer me acordé de otro que hice, en el año 93 y en el 94, con Ángeles Martín, que se llamaba La Vuelta de la Fama. Y ese programa realmente me metió en la rueda de la fama porque hubo una llamada en directo que fallaba. Todavía recuerdo que el concursante se llamaba Diego Lobo, llamaba por teléfono y no entraba la llamada y se comentó mucho. Y era aquí en el Pirulí.

Es que es un emblema de la tele esa antena…Para mí era como "he llegado a Madrid y ya he triunfado", porque fue lo primero que vi cuando entré en Madrid. Venía con mis padres en el coche por la M-30 con las maletas para quedarme aquí a trabajar en el Un, dos, tres... y lo primero que vimos fue el Pirulí y yo flipé y dije ¡guau!, ¡La tele de verdad y estoy aquí!.

Háblenos de aquella llamada mítica…En menos de un año estaba currando aquí y gracias a aquel programa en el que falló la llamada telefónica y pasaron cosas muy divertidas. De repente el concursante entró, pero él no me oía a mí. Entonces me interrumpía diciendo "Hola, hola, hola, hola". Y yo "que sí, que sí, Diego Lobo, que te has llevado, que te has llevado el coche". Y él "¿hola?", Y yo "que tienes un coche. Diego, enhorabuena" y él con los holas y yo "Diego, escúchame. Cállate ya, Diego, Cállate, por el amor de Dios" (risas). Gracias a ese momento caótico que pasó en directo me fichó Gestmusic, que era La Trinca. Ahí me vio Toni Cruz y decidió que yo tenía que ser presentadora de televisión. Hasta entonces era copresentadora, azafata, hacía un resumen de la Vuelta Ciclista en directo desde aquí... Y ahí empieza en realidad mi carrera. Aunque empezara también en el Un, dos, tres...

¿Eso demuestra que la tele en la tele funciona mejor la naturalidad que los guiones cerrados?Yo creo que los guiones cerrados son imprescindibles para que el programa tenga sentido. Hay una parte de improvisación y de desvelar que a mí no me gusta y que he visto en los últimos años, como enseñar por donde va la cámara, enseñar las luces, colocar a los invitados en un lugar en donde no están favorecidos... Yo creo todavía que el entretenimiento tiene que tener esa magia donde al espectador le tiene que parecer que hay un duende que hace que las cosas sucedan y sean perfectas. Esa estructura es lo que hace equipo y lo que hace que el equipo tenga sentido, que cada uno hagamos nuestra parte de este reloj suizo, que tiene que funcionar porque cada clavija gira.

Hay que estar preparado para todo, entonces.Yo yo creo en lo que me dijo una vez Hermida: en ensayar la improvisación. Creo que la improvisación funciona, pero bajo unos estándares y bajo unas medidas. Creo mucho en la tele natural. Me gusta mucho la espontaneidad, me gusta, pero todo creo que tiene que estar bajo un control. Y es que siempre me impactó mucho esa frase de Hermida que decía “y ahora que te lo sabes, vamos a ensayar la improvisación”. Y ensayábamos tres o cuatro opciones en donde él veía que yo más o menos me podía equivocar y decía “vamos a buscar tres alternativas por las que puedes salir”. Quedaba natural y a ti te daba una seguridad de saber que en ningún caso estabas metiendo la pata.

Volviendo a las mentiras, ¿tienen su utilidad?Dice la ciencia que mentimos no sé cuántas veces al día. Forma parte de la supervivencia. Creo que si no, no podríamos coexistir. La verdad, sin empatía, es maltrato en muchos casos. Hay verdades que si no vienen acompañadas de una dosis de empatía pueden llegar a ser dañinas. Así que de vez en cuando una mentira piadosa, como se decía antes, es buena para la salud mental de todos.

¿Hay que contarse mentiras piadosas a uno mismo?Lo que he aprendido después de 16 años de terapia es que con quien hay que ser honesto con uno mismo y a veces es muy difícil porque hay cosas de uno que las sigues haciendo y cuando las verbalizas dices "mejor no se lo cuento a nadie, que me gusta esto, que en realidad yo por las noches lo que me gusta es hacer punto de cruz viendo asesinatos". No es mi caso (risas).

"Yo digo las cosas a la cara", una frase muy de moda, ¿se confunde sinceridad con mala educación?Sí, yo creo que eso esconde en muchos casos, la proyección de algo que tú ves en los demás pero que tiene que ver contigo. Una vez escuché que en que en cada verdad hay una dosis importante de confesión personal. Cada vez que uno ve en el otro un defecto que le molesta mucho, es probablemente el mismo defecto que tiene en él, que no ha corregido y no sabe cómo corregir.

¿Qué mentira venial recuerda haber contado?Yo diría que la que más he contado es la de cuando te preguntan "¿qué tal estás?" y respondes que bien. He dicho que estaba bien cuando en muchas ocasiones tenía una depresión terrible. De esto hace ya muchos años, tardé en darme cuenta, pero sí recuerdo ese "¡música y a bailar!" [Fama a Bailar]. Y luego por las tardes me iba a llorar a casa. Así que hay momentos en la vida, y sobre todo en nuestra profesión, que no es que interpretes a un personaje, pero sí que tienes que transmitir un tipo de energía que es la que te pide el formato. Después de aquello decidí que solo lo haría cuando lo sintiera de verdad. Por eso estoy aquí, porque lo siento de verdad y porque este formato, en cuanto me lo enseñaron, dije quiero estar ahí. Por fin un formato en el que veo que se puede volver a unir a toda la familia en el sofá, que pueden participar porque es muy activo, es muy dinámico y se van a involucrar.

¿Qué es lo más duro de este oficio y qué es lo mejor de este oficio?Pues lo más duro es la exposición constante a la crítica, sobre todo desde las últimas décadas que tenemos las redes sociales y que ¡uf! la gente no tiene ninguna empatía en decirte cosas que dices “esto si te lo hubieses guardado, mi vida estaba exactamente igual”.Y por otro lado también es eso, la exposición te coloca un espejo delante y te hace aprender mucho de ti. A veces te vas llorando para casa, pero la mayor parte de las veces, aprendes también a relativizar ya ver de dónde viene esa crítica. A veces te enseña que está bien que la gente tenga un lugar donde desahogarse, porque también eso es salud mental, siempre que tú lo tomes con distancia.

Juguemos a verdades y mentiras…

Paula Vázquez tiene licencia de armas. ¿Es verdad?
Sí.

¿Y ganas de usarla?Ya no, pero la he llegado a tener, la verdad (risas, bromea). Me gusta el tiro con arma corta. Es algo que probablemente tiene que ver con mi padre. Él en casa siempre tuvo armas por su profesión, con mucha responsabilidad, cosa que no todo el mundo hace. Y desde pequeña teníamos un rifle en casa pequeñito, de esos de balines y mi hermano y yo tirábamos en el pueblo a unas latas. Así que lo de la puntería siempre me ha gustado y luego es algo que me relaja, porque tiene mucho que ver con la respiración y tienes que tener el cuerpo en calma. Así que, lejos de parecer algo violento, porque jamás lo usaría para cazar o algo así, lo que me gusta es el tiro deportivo.

La siguiente pregunta era si es peligrosa...A veces soy más peligrosa con lo que digo que con lo que tiro.

Verdad o mentira, ¿Repetiría en Pekín Express, por ejemplo?Verdad, sí. Yo creo que fue uno de los dos formatos que más me ha gustado ver, no digo tanto hacer que hacer, que fue muy duro Pekín Express para mí. En mi caso, que no tenía los medios que luego hubo, me hice el más largo. Fueron 7.000 kilómetros en una furgoneta de los años 50, de la Segunda Guerra Mundial, que tenía el motor dentro y olía a gasolina. Me acaban de quitar la vesícula y comí muy mal en todas partes, pero comí lo que pude y a veces me iba cocinando yo. Y aún así la experiencia fue increíble. Dormí en Mongolia alquilando el salón de gente, durmiendo debajo de camiones... Fue una experiencia vital fabulosa. La repetiría, sí.

¿Y el Un, dos, tres...?Por supuesto que sí. Para mí sigue siendo la piedra filosofal de la que beben todos los formatos de entretenimiento.

Verdad o mentira: Aprendió a cocinar en Celebrity Bake Off.No, mentira, No he aprendido a hacer nada (risas), al contrario, ahora le tengo muchísimo más respeto. Resulta que los postres son muchísimos más complejos y determinados y los tiempos y las medidas... es todo tan complicado, mucho más que lo salado, no lo sabría hacer. Anoche me quise hacer un huevo frito, te lo reconozco y casi prendo fuego a la casa, porque encendí el fuego, lo dejé allí, me fui a mi habitación, y ya me tumbé a hablar por teléfono hasta que llegó el humo hasta mi habitación y empecé a gritar como una loca. Y no hubo huevo ni hubo nada. Ahí sí soy peligrosa. En la cocina sí que soy peligrosa.

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