Y de repente, David Grusch llegó al Capitolio para reconocer tan pancho que «los avistamientos de ovnis no son raros ni aislados» y que el Pentágono guarda «restos biológicos no humanos». La noticia, obvio, ha provocado el revuelo de un planeta que se creía único e incomprable. Además, no habla un lunático –que sepamos– pues el tal Grusch es un exoficial de inteligencia de la Fuerza Aérea. Algo sabe. El Pentágono ha salido en tromba a desmentirlo y yo, como buen e iluso periodista, trato de que la posible verdad no reviente la noticia. Mi experto de cabecera así me dice: «En un universo de espacio y tiempo infinitos, lo que es imposible es que no exista vida extraterrestre más allá del planeta Tierra». Y yo le quiero creer, y le creo.