Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Una mala foto del periodismo

Una periodista chara amigablemente con un candidato de su cuerda.
Una periodista chara amigablemente con un candidato de su cuerda.
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Una periodista chara amigablemente con un candidato de su cuerda.

Hay gente poco fotogénica que conoce sus limitaciones y rehúye las fotografías. Las cámaras de los teléfonos móviles que permiten sacarse una foto a uno mismo se lo han puesto todavía más complicado a este tipo de personas que se ven en la pantalla, se asustan y no saben a dónde mirar. Si antes salían regular, con este mecanismo el resultado es todavía peor. Hay otras personas que conocen sus limitaciones de belleza física, pero les importa bien poco.

A este tipo de gente que le encanta salir en todas las fotos y que tiene un acusado complejo de protagonismo le encanta colocarse a medio palmo de la cámara y le fascina compartir sus fotos en todos los canales sociales. Es el caso del periodismo español. Está saliendo en demasiadas fotos durante esta campaña electoral y no sale guapo. No se parece en absoluto a lo que se explica en la facultad.

Aunque ya lo sabíamos, verlo tan evidente nos tiene que hacer reflexionar. La mayor parte del periodismo español se retrata en estas elecciones como periodismo de parte. El ejemplo básico de acusar de mentiroso al candidato que no te gusta y de no analizar las posibles mentiras del tuyo es el primer síntoma. Un “y tú más” de libro que no conduce a ningún sitio.

La mayor parte del periodismo español se retrata en estas elecciones como periodismo de parte.

El periodismo español está rabioso en uno y otro lado. Ha perdido la objetividad y la templanza, se dispara en el pie, tiene calor, ganas de vacaciones y un sumidero que se llama Twitter en el que el oficio vuelca las vergüenzas que no se atreve o no puede poner en sus páginas. Se diría que, en cierto modo, un gran sector del periodismo también se presenta a las elecciones.

Hay periodistas indignados por que otros periodistas fiscalicen al poder. Hay periodistas enfadados porque otros periodistas no preguntan según qué cosas a según qué líderes. Ha habido alusiones directas entre líderes de medios de comunicación que, por cierto, ganan un dineral, pero son incapaces de respetarse. La idea aquella de que una noticia es algo que alguien no quiere que se publique es casi un chiste durante esta campaña. De hecho es todo lo contrario. Quejarse porque el humorista o los espacios de Youtube tienen cada vez más atención de los protagonistas es no querer darse cuenta de que te has convertido en un palanganero, de que has dejado de cumplir con tu deber y de que la gente huye de tu forofismo.

Hemos visto demasiadas entrevistas broncas, demasiadas entrevistas que parecían un juicio y también demasiadas entrevistas que parecían un masaje. Cuesta alejarse del foco, separarse un poco y mirar el panorama con algo de objetividad o -esto ya sería para echar cohetes-, con una visión propia. Hay periodistas que deberían meterse a políticos, pero no tienen valor. Los días van pasando y la foto que nos deja el periodismo en esta campaña electoral está desenfocada y muestra demasiados fantasmas. No hay filtro que pueda arreglarla.

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