Erika Leonard Mitchell (Londres, 1963), tenía un sueño de joven: escribir novelas románticas. Para ello, dejó su puesto en una televisión, donde había estado trabajando 25 años y disfrutaba de cierta seguridad laboral. 

Lo primero que hizo fue cambiar su nombre por el lacónico E.L. James, pegadizo como lo sería su primera novela, Cincuenta sombras de Grey. Esta erótica historia entre un hombre de negocios arrollador y una estudiante, que ha cumplido una década feliz, la conocen incluso quienes no la han leído. Fue llevada al cine (con Jamie Dornan y Dakota Johnson de protagonistas) y gozó de dos nuevas entregas, igual de best sellers que la hermana mayor: Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas.

Después de esta trilogía llegaron algunos títulos más, como Mister, otro éxito, aunque menor que las Sombras, quizás porque contiene menos sexo. Lo último que  acaba de aparecer en castellano es La condesa, secuela del anterior y llamado a convertirse en una de las novedades del verano. Quizás, porque su autora ha reconocido que es su libro más romántico, donde hay escenas calientes, pero más convencionales que las que pusieron en el foco a Christian Grey y Anastasia Steele.

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La condesa (Grijalbo) narra el romance entre un alocado y canalla conde, Maxim, que viaja hasta Albania atraído sin remedio por Alessia. Esta, enamorada de él hasta la locura, no sabe, sin embargo, si su matrimonio le permitirá redimir a su hombre de tantos pecados y errores pasados como lleva en la mochila. 

Así, entre recelos, redenciones y anhelos, discurre esta novela que se devora de un tirón, como corresponde a aquellas lecturas que se disfrutan junto a una piscina, en la orilla del mar, en el sofá bajo el ventilador o a los pies de una montaña.

Desde Londres hasta la desconocida Albania, pasando por la campiña inglesa, la autora despliega su saber hacer para que el lector viaje también con la imaginación por un territorio fértil para el desenfreno amoroso.

El tiempo dirá, si como algunos de sus grandiosos fenómenos editoriales, La condesa va después al cine o a la televisión, donde E.L. James empezó su gran sueño.

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