Ya lo sabemos, o deberíamos saberlo, respecto a los niños. Aprenden mirándonos y si queremos que sean respetuosos o voraces lectores, sirve mejor el buen ejemplo que las buenas lecciones. Los perros también. 

Nos observan. Constantemente. Una vez establecemos el vínculo, que ellos jamás quebrantarán, nos miran con detenimiento, se tumban dónde alcanzan a vernos y nos vigilan. No nos quitan ojo. También nos imitan, la ciencia ha podido corroborarlo: los perros copian nuestros comportamientos, incluso aquellos que no les reporta un beneficio directo, pero sobre todo si proceden de sus humanos de referencia.

Como bien apunta la educadora canina Sonia Losada: "nos confiere una gran responsabilidad y una ventaja: debemos ser un ejemplo para nuestro perro, ya que parte de su comportamiento está influenciado por nosotros".

¿Quiere que tu perro esté tranquilo? Persigue tu propia calma. ¿Deseas que no ladre tanto? No grites, sobre todo cuando él lo haga. ¿Te gustaría que paseara más relajado? Tómate el paseo como un tiempo de relajación compartido, dándoos tiempo para disfrutar, él parándose a olisquear, tú a disfrutar del atardecer. 

Un espejo consciente transforma lo que refleja. También cambia al propio espejo, os lo puedo asegurar de primera mano.