Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Los retos de 'GH VIP' con Marta Flich

Marta Flich presentará la nueva edición de Gran Hermano VIP.
Marta Flich presentará la nueva edición de Gran Hermano VIP.
MEDIASET
Marta Flich presentará la nueva edición de Gran Hermano VIP.

OT, El Grand Prix del Verano, Allá tú, Física o química... Gran Hermano. La televisión vive del recuerdo, el problema es que no siempre los espectadores quieren regresar a épocas pasadas que sienten superadas. Están en otro lugar, como la tele-realidad que ha cambiado desde que Gran Hermano nos cambió a todos. Hasta hemos vivido un confinamiento en primera persona en plena pandemia. Hasta hay muchos que se sienten protagonistas de su propio reality show, a través de sus perfiles en las redes sociales.

La televisión ya no es competitiva con el morbo de ver a un puñado de personas encerradas en una casa-plató grabada con unas cámaras escondidas detrás de espejos, que parecen de seguridad. El público busca en la pantalla contenidos más amplios, más elaborados, más creativos, que permitan soñar con otros mundos que están en este, ya sean fantasiosos o paradisiamos. 

Hace años, GH ya bajó sus cámaras del techo para que la emisión fuera más natural y no pareciera el vídeo de un segurata en un párking subterráneo. Pero la mítica casa de Guadalix de la Sierra se ha quedado obsoleta. No deja de ser un estudio de televisión de techos bajos y jardín escaso. El remozado GH demanda una localización más espectacular, donde la convivencia no suene a experimento sociológico de 2001. 

La casa debería dejar de proyectar la imagen de ratonera para alzarse en altura, estilo y recovecos para que la convivencia sea una aventura. Ya no basta con introducir a un puñado de personas de distintos perfiles e incomunicarlos con el exterior. Este era un viejo truco para que el espectador se sintiera con el poder sobre los concursantes, como Dios omnipresente que sabía más que ellos, dentro y fuera del reality.

Sin embargo, ahora, la audiencia potencial de GH ya vive su propio show en su teléfono móvil.  Y más real, pues TikTok en un aluvión de vídeos breves e instantáneos que captan momentos insólitos con la apabullante verdad de la grabación inesperada gracias a esa cámara del smartphone que casi todos llevamos en el bolsillo. El reality ha sobrepasado a la tele y hay que captar la curiosidad del espectador volviendo al origen de la creatividad audiovisual. En este sentido, será vital potenciar las liturgias escénicas que siempre han sostenido GH. Desde la calculada coletilla dialéctica de "debe abandonar la casa", pasando por la épica sintonía y, muy especialmente, planteando cada emisión con un desarrollo narrativo que no se enquiste en el morbo de la pelea perpetúa. Para eso ya está Twitter. 

En GH, como en cualquier relato televisivo, el conflicto no funciona si no se comprende la motivación de los protagonistas. De hecho, sus mejores ediciones son las que priorizaron el humor como revulsivo que permitía coger más cariño a concursantes que son tan imperfectos como la audiencia. Ahí está la otra clave que debe ahondar el formato: seducir a otro tipo de perfiles de concursantes, celebrities que sorprendan porque nunca la audiencia imaginó que se sumergieran en casa fuera de su área de confort. Celebrities que fomenten conversaciones estimulantes.

Los personajes que nacían, creían y desaparecían dentro de la tele-realidad han cumplido su función, aunque excluían a las audiencias transversales potenciales porque no se sentían reflejados en los ansiosos de fama. Incluso casi había que hacer un master en Mediaset para entender sus endogámicas tramas. Hablaban casi para ellos mismos, y encima forzando lo que creían que la cadena esperaba de ellos. Peligroso, pues de esta forma sobreactuaban polémicas: habían interiorizado que el grito sube el share. Y no querían defraudar expectativas de los jefes.

Así se fueron reduciendo los perfiles de público de Gran Hermano, un programa que desbordó en España de tanto sobreuso. Ahora necesita un retorno atractivo y han empezado escenificando el cambio con una nueva presentadora titular, Marta Flich, novata en los difíciles quehaceres de conducir un show de tales características donde el buen presentador no sólo presenta, sobre todo escucha lo que sucede en la casa y en el plató para perfilar con rápida ironía las personalidades de los participantes. Una cualidad en la que Jorge Javier Vázquez es maestro. Planeará su recuerdo, como pasó con Mercedes Milá. Flich deberá hacer suyo un formato que, ahora mismo, tiene más papeletas para la decepción que para la expectación. Porque la premisa de Gran Hermano se ha quedado estática en un país en el que todos tenemos una cámara en la mano lista para retransmitir desde nuestro propio móvil.

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