Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

La vida española de Brian

Loretta, en La vida de Brian
Loretta, en La vida de Brian
Fotograma de La vida de Brian
Loretta, en La vida de Brian

Se van a cumplir cuarenta y cinco años del estreno de la película La vida de Brian. Eran años en los que en España se aprobaba una Constitución mientras nacían, entre otros, los Pablos, Iglesias y Echenique, allí es nada. No en vano, algunas frases de la comedia podrían formar parte del compendio vidrioso de los lemas de las campañas de un país que vive en una elección continua. Un preso chistoso se plantea el siguiente dilema, muy propio del Madrid de Ayuso: "¿Crucifixión o libertad? Yo libertad", mientras que otro personaje, Reg, se dirige al protagonista para soltarle la siguiente soflama sobre la voluptuosidad del cambio político: "Yo digo que eres el mesías y de eso entiendo porque he seguido a varios". Mensaje para trashumantes y tránsfugas de la política del advenimiento del último día.

Durante los años siguientes al estreno de la película, y a pesar de las prohibiciones en algunos países y de las concentraciones de sacerdotes, rabinos y monjas a la puerta de los cines, pasó a considerarse la mejor comedia jamás filmada. A conciencia que lo fue, a pesar de que actualmente sucumba a las estridencias morales de los límites del humor y de la cultura de la cancelación. Hay una escena que ahora no dejaría indiferente a la censura oficialista del nuevo orden moral. Uno de los personajes de la obra, Stan, expresa al Frente Popular –¿Les suena?– de Judea al que pertenece, su deseo de que se refieran a ella como Loretta así como su aspiración de tener hijos. En la comedia, la situación se vuelve hilarante y el personaje se convierte en el centro de todas las chanzas y humoradas. Lo que entonces era risible, hoy se ha convertido en una agresión impertinente, intolerable y procaz de los derechos de una minoría, por mucho que el formato de la película fuera una comedia. 

Muchas obras de aquella década no soportarían las rigideces de la moral anestésica de ciertos censores de lo políticamente correcto

Muchas obras de aquella década no soportarían las rigideces de la moral anestésica de ciertos censores de lo políticamente correcto. Ni el cine ni la música, que no hay Loquillo o Sabina que sobreviva a la trituradora de las nuevas convenciones de lo correcto. Pero existen diferentes formas de reaccionar ante la evolución de la percepción generacional del humor. Una consiste en mantener la obra en el mercado pero pedir perdón como hizo Paco León con su película Kiki, el amor se hace (2016) cuando aborda la somnofilia, es decir, la excitación sexual con las personas que se encuentran dormidas. Y otra, de Kiki a Kika (1993) de Pedro Almodóvar en la que se hace comedia de la violación, sin que el director se haya pronunciado sobre el tema. Pues bien, queda en manos de ustedes opinar quién actúa correctamente o no, y no se pueden escoger las dos respuestas.

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