La destrucción de la presa de Kajovka hunde a Ucrania en una de sus peores pesadillas

Los residentes locales intentan andar en bicicleta a lo largo de una carretera inundada después de que la represa Kakhovka explotara durante la noche, en Kherson, Ucrania.
Los residentes locales intentan andar en bicicleta a lo largo de una carretera inundada después de que la represa Kakhovka explotara durante la noche, en Kherson, Ucrania.
Evgeniy Maloletka
Los residentes locales intentan andar en bicicleta a lo largo de una carretera inundada después de que la represa Kakhovka explotara durante la noche, en Kherson, Ucrania.
La presa del embalse de Kajovka, en el sur de Ucrania, ha sido destruida.
Europa Press

La presa del embalse de Kajovka, en el sur de Ucrania, ha sido destruida. No se puede restaurar. Esa fue la triste conclusión alcanzada este martes por la empresa estatal ucraniana Ukrhydroenergo. Kiev acusa de la voladura al Ejército ruso, que lleva controlando la estación desde febrero del año pasado, y que habría dejado 80 pueblos anegados y a más de 17.000 vecinos desplazados.

Según el representante de la inteligencia ucraniana, Andriy Yusov, tienen pruebas del movimiento de equipos y explosivos, y serios indicios de que el Ejército del Kremlin organizó a distancia la detonación de la central hidroeléctrica de madrugada. Pero los rusos niegan de forma tajante estar detrás. El portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, calificó la destrucción de la central de "distracción deliberada" de Kiev por la falta de éxito de la ofensiva. Cruce de acusaciones al margen, lo cierto es que Ucrania despertó en medio de una de sus peores pesadillas.

"Ecocidio, un atentado terrorista, una catástrofe". Las redes se llenaron con los mensajes desesperados de los usuarios ucranianos. El mensaje en Twitter de la ONU sobre la celebración del día del idioma ruso parecía una burla en medio de la tragedia y provocó una ola de críticas contra el organismo por promover el lenguaje "del Estado terrorista".

Trabajadores de emergencia ucranianos están recorrieron las calles inundadas para ayudar a los civiles atrapados.

De vuelta a la presa, el daño infligido es irreparable. El agua es uno de los actores clave y el arma más poderosa de esta guerra, aunque parece pasar desapercibido. La importancia de este factor a lo largo de la invasión lo intuían los habitantes del sur del país. Mientras el verano pasado subía la temperatura, los ciudadanos de la ciudad de Mykolaiv pasaban horas en las colas para coger agua y llevarla a casa. La escasez del agua junto a los bombardeos desde la región de Jersón –en aquel momento, controlada aún por los rusos– es algo que llevaba al agotamiento de la población civil en la "ciudadela del sur".

Por otro lado, el agua fue una de las barreras que salvó a la capital ucraniana cuando las fuerzas armadas del país volaron el puente de Demyduv y la presa del embalse de Kiev, entre los pueblos de Kozarovychi y Luitizh. Como resultado, el pueblo quedó inundado, por lo que los rusos no pudieron cruzar el río de Irpin y entrar en la capital por el camino más corto. Cuando luego los locales trataron de secar sus sótanos, algunos de ellos comentaban que la inundación del pueblo merecía la pena porque es lo que impidió el avance del Ejército del Kremlin.

En cuanto al Ejército ruso, "la amenaza de inundación" junto con el chantaje nuclear en la estación de Zaporiyia ha sido una de las tácticas utilizadas desde el principio de la invasión a gran escala. Según afirmaron las fuentes militares ucranianas, una de las preocupaciones principales en marzo fue el dique del 'mar de Kiev' (un embalse en realidad), que protegieron a toda costa. Cada bombardeo de esa zona provocaba una creciente ansiedad entre la población civil, sabedora del riesgo de quedarse sin un bien tan preciado como el agua.

En vísperas de la contraofensiva en Jersón, en septiembre del año pasado, la ciudad natal de Zelenski fue alcanzada por ocho misiles de crucero que dañaron su sistema de agua e inundaron partes de la ciudad. En el contexto de las tragedias en diferentes partes del país y las noticias dramáticas, este episodio se perdió en el flujo informativo.

Pero ninguno de estos episodios se pueden comparar con la magnitud de lo ocurrido en la madrugada del martes. A raíz de la voladura, el nivel del agua está subiendo y se convierte en un arma de destrucción masiva para las 80 poblaciones que están en peligro, unas 17.000 personas de la orilla derecha de la región de Jersón que se encuentran en el epicentro mismo de la tragedia, sobre la zona crítica, según los datos de la administración local.

Las consecuencias son horribles. El flujo masivo del agua lo arrasa todo y tendremos que restaurar el ecosistema

La gente, que volvió a sus casas después de la ocupación de la región y la que no quiso abandonar sus hogares bajo el fuego artillero intenta ahora salvar por lo menos sus mascotas y sus papeles. Una de las preocupaciones sigue siendo la central de Zaporiyia, ocupada por los rusos desde hace año y medio, que está situada a orillas del embalse de Kajovka. Los expertos han advertido anteriormente de que si el nivel del agua baja y no hay suficiente agua en los estanques de refrigeración, aumentará la amenaza de un accidente nuclear. La destrucción de la central hidroeléctrica puede tener consecuencias negativas para la estación, pero de momento la situación está bajo control, según la empresa estatal de energía Energoatom.

Los científicos dicen que el asunto es grave y sobrepasa el contexto militar. Misha Nabokin, especialista e investigador de los sistemas ecológicos y aguas del país, que hace dos semanas se unió a las fuerzas armadas de Ucrania, dice que no sabe ni por dónde empezar a contestar. "Las consecuencias son horribles. El flujo masivo del agua lo arrasa todo y tendremos que restaurar el ecosistema. Además, sube el nivel de polución del agua: el nivel de los fosfatos y nitratos, que se lleva del suelo".

La escasez del agua potable en la región del sur, los efectos para la agricultura, la imposibilidad de regar los campos con solo algunas de las consecuencias que tendrá la voladura. Mientras, el nivel del agua sigue creciendo, por lo que incluso si Ucrania lograra vencer en una contraofensiva y recuperara el territorio perdido, la recuperación ante año y medio de destrucción llevará decenas de años.

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