Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

El límite de la presión

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, junto al primer ministro británico, Rishi Sunak, en su visita a Londres.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, junto al primer ministro británico, Rishi Sunak, en su visita a Londres.
EUROPA PRESS
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, junto al primer ministro británico, Rishi Sunak, en su visita a Londres.

Se suceden las declaraciones de apoyo incondicional a la postura ucraniana para expulsar completamente al ejército ruso del espacio comprendido dentro de las fronteras reconocidas a partir de la separación de Ucrania de la Unión Soviética en 1992. Todos ellos parecen ignorar lo que representa el significado del alma rusa, de su proverbial aversión a la derrota y del significado de la Rodina, la patria.

Llevamos 16 meses de conflicto transitando por todas las situaciones de la guerra y en todos los dominios (terrestre, marítimo, aéreo, espacial, ciberespacial y cognitivo); hemos sido testigos de todas las variantes de la acción: ofensiva, defensiva, agotamiento del impulso, retirada, contraofensiva, repliegue voluntario, guerra de frentes estabilizados, ataques y contrataques locales, y ahora, un impasse violento que preludia lo que podría desembocar en el principio del fin, en el sentido de aproximar por la fuerza posturas negociadoras caso que la tan anunciada contraofensiva ucraniana no alcance los objetivos operacionales que se propone.

La inicial asimetría de capacidades se ha ido equilibrando con el aporte incesante de recursos económicos, material y equipo militar, formación, información y asesoramiento a las fuerzas armadas ucranianas por un conjunto de países donantes de tal forma que, en el momento actual, es difícil discriminar contra quien está luchando Rusia y a favor de qué o quienes están jugando los donantes.

Recientemente, el Reino Unido -curiosamente el más activo a la hora de cruzar líneas rojas- ha comenzado a suministrar misiles de alcance intermedio Storm Shadow (hasta 250 km) que puede batir sin dificultad objetivos en territorio ruso, y también ha liderado una coalición de países europeos para proporcionar formación a pilotos de caza y ataque y las plataformas aéreas correspondientes (por ahora F-16, sin descartar otros modelos como el Gripen sueco o en Mirage 2000 francés), y así una serie de medidas directas e indirectas que suponen un aumento del compromiso y de la presión sobre los contendientes, de los que se afirma que uno defiende a Europa y su estilo de vida, y el otro que pretende subyugarla y revertirlo.

A medida que se aumenta la presión sobre Rusia disminuye, en mi opinión, la posibilidad de un alto el fuego. Quien piense que debilitando mediante el castigo y la destrucción a las unidades y a las poblaciones rusas -fronterizas o del interior- va a conseguir condiciones ventajosas conoce poco del alma rusa. No hay una nación que a lo largo de la historia (invasiones, servidumbre, revoluciones y dos guerras mundiales) haya sido capaz de soportar más devastación y muerte, y ahí sigue.

Y permítame el lector que aclare que es mi profunda convicción que nada de lo anterior justifica que se ceda ante la fuerza bruta y se dé carta de naturaleza a una salvaje agresión para conseguir una finalidad política alterando el orden internacional. Sin embargo, se echa de menos la política de alto nivel que busque una solución aceptable y duradera para los próximos cincuenta años, no un eslogan para una campaña electoral de respaldo a las próximas elecciones donde quiera que se celebren.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento