No hay viaje más certero y tangible a Japón que la lectura de Haruki Murakami. El nuevo premio Princesa de Asturias de las Letras (Kioto, 1949) y primer autor nipón que lo logra, es un eterno aspirante a las grandes conquistas. Se le resiste el Nobel, cosa que seguramente acredite todavía más su calidad, y se le resistía nuestro galardón más relevante, con permiso del Cervantes, que es para escritores en castellano. Ahora que la sensatez ha caído del lado bueno, toca hablar de las razones y los nombres que explican este reconocimiento y cualquier otro que Murakami pueda recibir. Desde el que le otorgaron en un colegio gallego y que aceptó entusiasmado dentro de su proverbial timidez, hasta el esquivo Nobel, por abundar en esta deuda histórica que ojalá el tiempo y la coherencia ayuden a corregir. Que no le pase a Murakami lo que a Javier Marías (murió en 2022 formando parte de una quiniela que nunca ganó) sería una buena decisión.

Sobre el recién premiado, es de justicia señalar que su obra ha sido bendecida y traducida a cuarenta lenguas, lo que le convierte en un best seller indiscutible. Empezando por Tokio Blues (1987 llamada Norwegian Wood en su versión original y llevada al cine ), el título de Murakami más conocido. Esta novela es por sí sola la prueba de que abundar en su narrativa es una asignatura obligada, un tránsito hacia el pódium de lo clásico que aguarda a este autor en los altares de la literatura. Argumento imprescindible para conocer la profunda prosa de Murakami, relata la vuelta al pasado de Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, que escucha mientras aterriza en un aeropuerto una vieja canción de los Beatles. El protagonista recuerda, con melancolía e inquietud, a Naoko, la novia de su mejor y único amigo de la adolescencia, Kizuki. En la universidad inician una relación íntima, un viaje al vacío al que se enfrentan los jóvenes en una sociedad japonesa y que el nuevo Princesa de Asturias de las Letras ha convertido en un tema estrella de su pluma.

Murakami tiene una bibliografía amplísima y concienzuda que retrata el abismo, la dificultad de amor, la angustia, la soledad, el dolor, la condición humana y sus contradicciones, una cierta irrealidad que mana de las luces multiplicadas de Tokio... Su obra es un paseo entre lo ficticio y lo auténtico, entre lo onírico y lo material. Porque la peculiar personalidad del autor está impresa en cada una de sus páginas, no como una forma de crear género (al estilo de Annie Ernaux, quien por cierto, sí ha ganado el Nobel en 2022), sino como forma de verter conceptos y emociones, los suyos. Tímido, poco amigo de las reuniones sociales, reticente a las entrevistas, más locuaz a través de un piano que de largas conversaciones y, sin embargo, capaz de llegar a un público enorme gracias a su mensaje, Murakami esconde en el deporte y la música dos de sus más elevadas pasiones, la play list de sus profundidades.

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De qué hablo cuando hablo de correr es un espejo en el que flotan conceptos como la velocidad, el ritmo y la distancia, que luego vertiría en De qué hablo cuando hablo de escribir, como si fuera una transmutación de lo uno a lo otro, de la dureza de una maratón al combate en un ring por ganar la escritura.

Lo cierto es que el nuevo galardonado, el que hace el número 43 de todos los autores que han logrado el Princesa de Asturias en esta categoría, hila libro tras libro una fotografía palpable del Japón contemporáneo. Su editorial en España, Tusquets, ha publicado casi todos sus títulos con notable éxito: cuatro millones de ejemplares vendidos solo en nuestro país. Empezó en 2001 con Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Luego vinieron Sputnik, mi amor, Al sur de la frontera, al oeste del sol, Kafa en la orilla, After dark, 1Q84, La muerte del comendador, Primera persona del singular, Música solo música (con Seiji Ozawa), Hombres sin mujeres... Esta misma editorial tiene previsto publicar en primavera de 2024 su nueva novela, recientemente lanzada en Japón, La ciudad y sus muros inciertos.

Para llegar a esta excelencia, Murakami ha bebido de fuentes refinadísimas y populares: Dostoyevski, Truman Capote, Scott Fitzgerald, Orwell, Chandler, y de sonidos procedentes del rock, el jazz y lo clásico (tuvo un bar sólo para oír música sin hora ni límite). El cine y la televisión están también entre sus herramientas de inspiración.

El acto de entrega de los Premios Princesa de Asturias se celebrará en el mes de octubre en una ceremonia presidida por los Reyes de España, acompañados por la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Cada Premio Princesa de Asturias está dotado con una escultura de Joan Miró – símbolo representativo del galardón−, un diploma, una insignia y cincuenta mil euros. Antes que él lo han conseguido entre otros, Mario Vargas Llosa, Miguel Delibes, Carlos Fuentes, Günter Grass, Arthur Miller, Doris Lessing, Susan Sontag, Paul Auster, Margaret Atwood, Leonard Cohen, Philip Roth, Richard Ford y el dramaturgo Juan Mayorga, que lo obtuvo en 2022. A la candidatura que optaban 37 candidaturas de 17 nacionalidades entre las que figuraban las del francés Pierre Michon, el británico Julian Barnes, el italiano Erri de Luca y el español Javier Cercas.

Aunque a Haruki Murakami, más que los aplausos y las estatuas, lo que le emociona es su oficio. Como dijo en una de las pocas entrevistas que ha dado "escribir es como el aire para mí. Disfruto del puro placer y la alegría de escribir; ese es el propósito de mi vida. Soy feliz con eso. Lo demás no es tan importante”.