Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Cómo debe ser el próximo Benidorm Fest para consolidarse

Blanca Paloma, ganadora del Benidorm Fest 2023, en Eurovisión
Blanca Paloma, ganadora del Benidorm Fest 2023, en Eurovisión
RTVE
Blanca Paloma, ganadora del Benidorm Fest 2023, en Eurovisión

Se cumple una semana de la final de Eurovisión 2023. Tiempo de pensar cómo debe ser el regreso del Benidorm Fest para lograr esa consolidación que transforme una preselección eurovisiva en una tradición española.

Para empezar, es fundamental que el Benidorm Fest 2024 supere en su guion los estereotipados recuerdos eurovisivos. El interés debe girar sobre la historia del propio Benifest, incluso se puede tirar de la melancolía y glamour de los años dorados del anterior Festival de Benidorm. Cuando era un icono y no decadente, claro.

Benidorm Fest debe construir su aureola de prestigio y narrar aquello que le hace único frente a Eurovisión. En este sentido, es clave que su cartel de nombres, como sucedió en la primera edición, atesore una pluralidad de artistas que reúna frente al televisor a una audiencia transversal con dispares gustos musicales. Que los fans de la música más comercial descubran grupos independientes. Y viceversa. Eso es la tele que va más allá de los nichos. Y de las viejas discográficas. Ahí también Benidorm Fest debe romper con la sombra alargada del cliché eurovisivo. Lo importante son las propuestas musicales bien armadas, olvidando lo que se presupone que funciona o no en Eurovisión. O, entonces, Eurovisión fagocitará el Benidorm Fest y ni lo uno ni lo otro: ni el neofestival de Benidorm se asentará ni ganaremos el eurofestival.

Para afianzar el Benidorm Fest como un cita musical más que unas galas previas a Eurovisión, será vital desarrollar un trabajo previo de seducir a artistas que no necesitan nada al festival como plataforma de promoción. Uno de los problemas clásicos de España en el certamen de la UER es que se utilizaba por las discográficas como un mero atajo para aprovechar el alto consumo televisivo de esa noche. Lo prioritario no eran los valores del festival, sólo arañar publicidad masiva a bajo coste.

El Benidorm Fest debe ser un punto de encuentro de celebración de las músicas actuales de España gracias a la fuerza creativa de la tele. Músicas representativas de la sociedad plural y no productos frankenstein de lo que se presupone espera Eurovisión de nosotros, que es lo que vino a fallar en el último Benidorm Fest: transmitía ser un talent show de tantos con jóvenes intentándolo,  pero no un festival de renombre con un intercambio generacional de talentos. 

Es el momento de trabajar el prestigio del festival más allá del brilli-brilli. Hay que dejar atrás el síndrome de los tópicos de Eurovisión y más indagar en la modernidad de un Benidorm Fest en el que los artistas de la música del futuro quieran estar implicados para inmortalizar su talento a través del ingenio televisivo. Que lo relevante sea acudir al Benidorm Fest, que ir a Eurovisión sea secundario. Difícil, pero es lo que toca.

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