Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Jorge Javier Vázquez y cuando no sonríes en las fotos

Jorge Javier Vázquez en 'La matemática del espejo'
Jorge Javier Vázquez en 'La matemática del espejo'
RTVE
Jorge Javier Vázquez en 'La matemática del espejo'

"Se me da mejor trabajar que vivir, y eso lo quiero cambiar. Es que yo me lo he pasado muy bien trabajando, mejor que viviendo". Jorge Javier Vázquez es el entrevistado idílico, pues tiene asimilado que la generosidad es la base de cualquier entrevista. Y la ejerce, tal vez sea una cualidad inevitable después de tantos años siendo entrevistador. Incluso de aquellos a los que no había demasiado que preguntar para las páginas de la revista SuperPop o en los inflados polígrafos del Deluxe.

Su última entrevista en la tele ha sido en La 2, en La matemática del espejo. Dos días antes de que se supiera que Sálvame iba a ser fulminado de Telecinco, Vázquez fue a reflexionar sobre los sobresaltos de la tele y la vida a la tele más contracorriente de TVE. Un canal cultural que hace bien su trabajo cuando acoge escuchando más a la curiosidad que a los prejuicios. Y Carlos del Amor parece no sufrir demasiados. O lo disimula muy bien. Los dos se han citado en los estudios de TVE en Torrespaña, en los platós del Pirulí ya Jesús Hermida rompía la cuarta pared largas décadas antes de Sálvame. De repente, salía a la calle o interrumpía el primer magacín matinal para pillar por sorpresa a Ana Belén apoyada en la roja puerta del estudio.

Esas rojas puertas siguen ahí, tal cual, pero Carlos del Amor no ha querido llevar a Vázquez a ningún plató y los dos periodistas se han encontrado en el comedor. Lugar de confidencias compartidas cuando el menú del día da tregua a las cámaras.

Aunque Jorge Javier Vázquez ni siquiera necesita el hambre de un self-service para bajar la guardia. La conversación televisada es su hábitat, y logra una todopoderosa atención del público cuando fluye la versión más relajada de su honestidad, que te deja pensando hasta en lo aparentemente más irrelevante de una charla. 

En la era de la imagen aprendemos más a las posturas que a entender".

"La gente que sale continuamente sonriendo en televisión y dando mensajes de buena voluntad me aburre soberanamente", expresa Jorge Javier. "A mí me piden que sonría más", verbaliza Carlos. "Es que yo eso no lo entiendo", añade Jorge Javier. Y empiezan a cuestionarse por qué hay que reír en las fotos si no surge espontáneamente. A Jorge Javier, no le gusta. La paradoja de cuando la sonrisa es impostura. Nos obligamos a sonreír para no defraudar expectativas. Todavía algunos creen, de hecho, que el buen presentador es el que se queda pasmado forzando sonrisa a cámara. Y, claro, no es raro ver a presentadoras de informativos dando paso a noticias trágicas con la sonrisa en la boca. En la era de la imagen aprendemos más a las posturas que a entender. Pero la sonrisa de cartón es la contraposición de la buena comunicación. Esa que no va de posar con la frialdad de las apariencias, esa que va de abrirte a un espectador que no conoces pero confías en él.

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