Apenas si restan tres días para la coronación de Carlos III de Inglaterra y cada preparativo ha sido estudiado al milímetro. Se trata de la primera ceremonia de este estilo que viven en Reino Unido desde hace 70 años y poco a poco se van conociendo no solo los detalles, sino también los cambios que ha incluido el monarca, y que, en este caso, afectan también a su primogénito, el príncipe heredero Guillermo.

Mientras que en 1953 todo fue con mucha más pompa y boato, el nuevo soberano ha preferido la austeridad y darle más importancia a su familia, toda vez que fue muy famoso su gesto, de niño, en aquel entonces, cuando bostezó por el aburrimiento que vivía durante la ceremonia de su madre, Isabel II.

Carlos III no solo ha decidido que el príncipe George tenga un papel protagónico, del que aún no se saben los detalles, o que su esposa, Camila, sea nombrada reina consorte junto a él, sino que también el actual Príncipe de Gales copiará un gesto de su abuelo que ya fue controvertido en su momento.

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El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, como todo príncipe consorte de una reina coronada, no tenía rol alguno en la coronación. Sin embargo, él se adelantó al resto de presentes y, después del arzobispo de Canterbury, quien fue el primero, él fue el segundo en rendir homenaje y jurar lealtad a su esposa.

Ese papel sorprendentemente activo del duque de Edimburgo en la liturgia lo va a copiar su nieto, que seguirá sus pasos y será también de los primeros en arrodillarse ante su padre y decir unas palabras, como ha dado a conocer el arzobispo de Canterbury a Lambeth Palace.

"Yo, Guillermo, Príncipe de Gales, te juro mi lealtad, mi fe y mi verdad. Me doy a ti como tu siervo en cuerpo y alma. Con la gracia de Dios" será lo que tenga que decir el heredero, siendo el único que haga este 'Homenaje de la sangre real' a su padre, tras la salida del príncipe Harry de la familia real británica.

Además, otros dos juramentos se realizarán en la ceremonia: una, que hace en nombre de la Iglesia de Inglaterra el propio arzobispo de Canterbury y otra, que recae sobre los ciudadanos que así lo deseen y que recibe el nombre de 'Homenaje del pueblo' y que antiguamente recaía en los duques y condes hereditarios.

Según lo recogido por Lambeth Palace se trata de un "momento nuevo y significativo en la tradición de la Coronación" ya que "nunca antes se había ofrecido al público en general tal oportunidad de unirse a figuras nacionales para declarar su lealtad al Soberano".

"Juro que rendiré verdadera lealtad a Su Majestad, y a sus herederos y sucesores según la ley. Con la ayuda de Dios" son las palabras que tendrán que decir quienes lo deseen antes de que el arzobispo se dirja al pueblo en la conocida aclamación, que será respondida con un sonoro: "¡Dios salve al Rey Carlos! ¡Larga vida al Rey Carlos! ¡Que el Rey viva para siempre!".