El padre Parladé, evacuado de Sudán: "Nos bombardearon la veranda y la sacristía y de ahí salió un fuego que corrió por toda la casa"

El padre José Javier Parladé, misionero comboniano evacuado de Sudán.
El padre José Javier Parladé, misionero comboniano evacuado de Sudán.
CEDIDA
El padre José Javier Parladé, misionero comboniano evacuado de Sudán.

Acababan de celebrar la eucaristía el domingo por la mañana y apenas habían empezado a desayunar cuando las bombas golpearon la residencia de los misioneros combonianos en Jartum Norte. Los proyectiles alcanzaron la veranda y la sacristía, y poco a poco las llamas fueron propagándose al resto de las estancias hasta que varios miembros de la congregación consiguieron extinguirlas con ayuda de algunos fieles. Es el apocalíptico escenario que vivió el padre José Javier Parladé apenas unas horas antes de ser evacuado desde Sudán hasta España en un avión del Ejército del Aire y del Espacio.

"Menos mal que nos dieron tiempo de decir la misa. Justo después vinimos a desayunar y, pum catapum, nos bombardearon la veranda y la sacristía y de ahí salió un fuego que corrió por toda la casa. Ahí nos dimos un lote de trabajar para apagar las llamas, pero tuvimos que irnos porque ya no estábamos seguros viviendo allí", relata a 20minutos.es este sacerdote sevillano de casi 82 años, que lleva más de medio siglo ayudando en Sudán y Sudán del Sur y ha llegado este lunes a Madrid. 

La situación en la ciudad llevaba días siendo agónica, sin agua ni electricidad y con las reservas de comida prácticamente agotadas. "Pero esos son problemas de vida práctica. El verdadero drama eran los bombardeos, que no dejaban ni dormir. ¡Y mira que nuestra casa tiene los muros gordos! Aun así, temblaba entera, era una cosa insoportable", explica el misionero, que tuvo que trasladarse con sus hermanos a la vecina ciudad de Omdurmán, separada de Jartum Norte por el río Nilo.

"No se podía vivir allí. Detrás de nosotros estaban los paramilitares y en el lado opuesto se encontraba el bando contrario. Aquello era un bombardeo constante encima de nuestras cabezas", subraya el religioso, al tiempo que lamenta haber tenido que cerrar la casa en la que residía con los hermanos de su comunidad, realizaba labores pastorales y gestionaba un par de escuelas. 

El conflicto entre las Fuerzas de Apoyo Rápido, creadas en 2013 por el expresidente islamista Omar al Bashir y encabezadas por Mohamed Hamdan Dagalo, y el Ejército del general y líder del consejo que gobierna Sudán Abdel Fattah al-Burhan hacía días que se había adueñado de la capital y la había convertido en un lugar inhabitable. "Es una cosa tremenda. Yo no salí mucho porque no nos dejaban, pero la situación ha estado muy mal. Muchísima gente ha escapado y en nuestro barrio no queda nadie. Era una desolación ver todas las casas vacías", narra.

Muchísima gente ha escapado y en nuestro barrio no queda nadie. Era una desolación ver todas las casas vacías

"El mismo día que escapamos llegó una familia que nos ayudó a apagar el fuego. Venían a pedir ayuda porque no tenían comida ni agua y no sabían cómo sobrevivir. Habían venido a pie y nos contaron que los suelos de las calles estaban llenas de muertos", comenta apesadumbrado el padre Parladé. Fue en este escenario cuando su comunidad decidió abandonar Jartum Norte con la intención de afincarse en Omdurmán hasta que la situación mejorase en la capital. Sin embargo, tuvieron noticias de dos vuelos, uno español y otro italiano, que podían sacarlos del país.

Sumidos en la confusión de la huida, creyeron "descorazonados" que el vuelo español ya había partido y consiguieron plaza en el italiano. "Nos decidimos a ir al aeropuerto y allí descubrimos que el avión a Madrid todavía no había salido, de modo que me cambié", detalla el sacerdote, que se ha marchado de Sudán por ser "el más viejo" de su comunidad mientras sus hermanos han permanecido en el país. 

A la espera de la evolución

En la misma comunidad que el religioso sevillano vive el padre Jorge Naranjo, misionero comboniano madrileño residente en Jartum que se hallaba en España de vacaciones cuando estalló el conflicto. "Viajé el 13 y la guerra comenzó el 15. Teóricamente estábamos en los últimos pasos de la firma de un acuerdo entre los diferentes grupos civiles para empezar un proceso de transición democrática. Debería haberse producido el 1 de abril, se pospuso al 6 y después se retrasó sin fecha", señala. 

"Empezó a aumentar la presencia de los paramilitares en la ciudad hasta que 60.000 se apostaron en la capital y comenzaron las divergencias. En estos momentos la situación está muy fuera de control. Algunos miembros de mi comunidad han pasado nueve días en un sótano rodeados de disparos y bombas, esperando que escampe, pero no parece que amaine", destaca.

Ahora ambos viven con la incertidumbre de no saber si podrán regresar. "Esperaré hasta que la cosa se calme un poco. Ni siquiera sabemos si habrá manera de volver, si el aeropuerto estará abierto o cuándo se retomará la actividad normal", remarca el padre Parladé.

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