La "carrera descontrolada" por la inteligencia artificial revoluciona el trabajo: "Afectará a millones de empleos en España"

Empleos en peligro por la IA
Empleos en peligro por la IA
Henar de Pedro
Empleos en peligro por la IA

Hace unas semanas se publicó una carta, un mensaje de alerta firmado por personalidades como el CEO de Tesla, Elon Musk, el historiador Yuval Noah Harari, el cofundador de Apple Steve Wozniak o el teórico Stuart Russell, referencia en el estudio de la inteligencia artificial (IA). Llamaban a frenar en seco, al menos por un plazo de tres meses, el desarrollo de las herramientas de inteligencia artificial generativa ante los "profundos riesgos" de la "carrera descontrolada" que libran los desarrolladores de la IA pese a que "ni ellos mismos la pueden entender, predecir o controlar con fiabilidad".

Días antes de la llegada de aquella súplica, el fondo de inversiones estadounidense Goldman Sachs publicó un informe sobre el posible impacto de estas tecnologías en el empleo tal y como lo conocemos. En un futuro "breve", señalaban sus páginas, "hasta 300 millones de puestos de trabajo pueden verse expuestos a la automatización". Hasta el 50% de las tareas llevadas a cabo por humanos terminarán a cargo de la IA, zanjaba el estudio. 

Paralelamente, sin embargo, se generarán nuevos puestos de trabajo: "El desplazamiento de trabajadores a causa de la automatización ha sido compensado históricamente por la creación de nuevos puestos de trabajo", alumbra el informe de Goldman Sachs. 

A esta realidad se aproxima la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe 'El futuro del trabajo', según el cuál el 14% de los empleos está en riesgo de quedar completamente automatizados y hasta el 32% pasará por cambios significativos. ¿Significa esto que habrá menos trabajos para los seres humanos? La OCDE afirma que es improbable que esto ocurra, si bien señala una preocupante realidad: la mayoría de los adultos no tiene las habilidades adecuadas para ocupar los empleos que ya emergen impulsados por las nuevas tecnologías. Otra noticia salía a la luz esta misma semana para encender el debate: En España, la empresa estadounidense Domestika ha hecho un ERE para sustituir a la mitad de su plantilla por sistemas de inteligencia artificial generativa. 

¿Habrá trabajo para los humanos?

El historiador y futurólogo Yuval Noah Harari, elogiado por gurús tecnológicos como Bill Gates o Mark Zuckerberg y refutado por otras muchas figuras del mundo académico, ofreció hace ya años una inquietante respuesta a esta pregunta. Su contundente teoría sobre la automatización y el futuro del trabajo sostiene que la presente revolución tecnológica dará lugar a una nueva clase social masiva "inútil".

Históricamente, afirma el académico, las revoluciones tecnológicas han dado lugar a grandes transiciones poblacionales. El agricultor pasó a trabajar en una fábrica y cuando se le dejó de necesitar allí, se convirtió en cajero de supermercado, resume el israelí en una de sus conferencias.

Sin embargo, a su juicio, esta revolución será mucho más compleja dado que "los nuevos trabajos demandarán nuevas habilidades, y quienes no las posean pasarán a formar parte de una clase, no ya desempleada, sino desempleable, inútil". Una clase "sin utilidad militar ni económica" que, por lo tanto, no tendrá ningún poder político, pronostica el autor. 

No obstante, los augurios de Yuval Noah Harari hacen referencia a un escenario social lejano y no necesariamente certero. La organización sindical UGT elaboró un informe en 2018 en el que se analizaban los riesgos de estos cambios en el empleo en España. José Varela, especialista del sindicato, tiene claro que estos avances afectarán a "millones de empleos" en nuestro país. "Esto es seguro", señala en conversación con 20minutos, "pero no sabemos en qué términos de creación y destrucción de empleo". 

Varela confía en que, teniendo en cuenta las lecciones de la historia, la economía y los trabajadores sabrán adaptarse. "El problema es en cuánto tiempo se eliminan empleos y profesiones enteras y cuánta gente se queda atrás", sostiene. Según apunta, "cuando se dan este tipo de cambios, el periodo intermedio acaba afectando a la calidad del empleo, favoreciendo la precarización del salario y las condiciones laborales". "Las revoluciones industriales nos enseñaron que pasan 30 años hasta que se normalizan avances de estas dimensiones", asegura.  

Con esta visión comulga también Henar Álvarez, autora del libro 'El impacto de la inteligencia artificial en el trabajo'. La académica incide en la dificultad del trasvase de tareas, apuntando en la necesidad de guiar a los profesionales hacia la adquisición de nuevos conocimientos y la importancia de proteger a aquellos que no puedan adaptarse. Según Álvarez, la transición favorecerá "la polarización" entre los nuevos trabajos -que requerirán mucha especialización y estarán muy bien pagados- y los que sobrevivan a la automatización. "Todo lo que tiene que ver con los cuidados y la atención no se va a automatizar, y son labores muy precarias", subraya en conversación con 20minutos

Diego Chapinal, profesor de historia antigua en la Universidad Autónoma de Madrid, y Carlos Díaz Sánchez, maestro de arqueología de la Universidad Complutense, señalan a este diario que "el enorme impacto de la IA ya está teniendo lugar, si bien se espera que se amplié aún más a lo largo de esta década". Una realidad que "da vértigo" y que afectará en diferente medida a los distintos puestos de trabajo. 

"La revolución industrial es un buen ejemplo: permitió que una máquina controlada o mantenida por uno o dos operarios pudiera desempeñar la labor de una cuadrilla de hasta 50 trabajadores", apuntan. Pero aquello no supuso "un bloqueo total de la sociedad", y con la IA "pasará algo similar", subrayan los académicos. 

¿Qué empleos están llamados a desaparecer?

Un trabajo de investigación elaborado por catedráticos de las universidades de Pinceton, Pensilvania y Nueva York y publicado el pasado 28 de marzo situaba a los teleoperadores, los profesores de lengua y literatura y los de historia como los más susceptibles de ser sustituidos por las IA de modelado de lenguaje. El texto apuntaba igualmente al riesgo que corren las industrias relacionadas con "servicios legales", con "el mercado de valores", "las inversiones" y "las materias primas". 

Una segunda investigación elaborada por OpenAI, la compañía desarrolladora de ChatGPT, señala a matemáticos, escritores, periodistas, diseñadores web, ingenieros, analistas de datos o abogados entre los profesionales que pueden verse desbancados por la inteligencia artificial. 

Por otro lado, tal y como señalan los estudios mencionados, la industria de la inteligencia artificial generará sin duda nuevos puestos de trabajo que, probablemente, requerirán un mayor nivel de cualificación. Una circunstancia que se presenta ante la sociedad como un reto inminente de grandísimas dimensiones: ¿Cómo sostener un mercado de trabajo que solo requiere personal cualificado? 

La realidad, según la tesis de Harari, es aún más cruda, pues a esta cuestión hay que añadir previamente otra pregunta: ¿De qué hablamos cuando decimos personal cualificado? El propio historiador plantea la idea de que "nadie sabe qué trabajos se necesitarán dentro de 30 años", con lo cual la sociedad no está preparada para adecuar el sistema educativo a las necesidades del futuro mercado laboral. 

Y sin embargo, en los albores de esta revolución tecnológica, surgen de la nada prometedoras ofertas de trabajo nunca vistas. Una de las más sonadas es la de el prompt engineering, el "nuevo trabajo de moda", según aseguran multitud de publicaciones a lo ancho y largo de internet después de que una startup estadounidense publicase una oferta de trabajo para ese puesto remunerada con hasta 335.000 dólares al año

Un prompt engineer es un profesional dedicado a comunicarse con motores de inteligencia artificial como Midjourney, DALL-E 2 o Chat GPT de la manera más efectiva posible, de forma que consiga de estas IA exactamente lo que busca. Efectivamente, son especialistas en hablar a las máquinas que después pueden perfeccionar su funcionamiento corrigiendo los fallos detectados. 

Sin embargo, tal y como explica José Varela, "todas estas profesiones que emergen al calor de la tecnología reciente son muy efímeras". Así, basándose en el destino que han sufrido los trabajos relacionados con la aldea virtual o la ética en redes, Varela pronostica que las nuevas profesiones relacionadas con la IA tienden a desaparecer. 

Según su previsión, "vamos encaminados a puestos de trabajo que combinen lo clásico y las nuevas tecnologías digitales". "El futuro", asegura, es la combinación de ambas cosas, "como cuando los trabajadores tuvieron que acostumbrarse a utilizar un fax o un ordenador". 

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