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Alba, un servicio contra la violencia de género para mujeres sordas: "He conseguido escapar de una jaula negra. Se puede"

  • Ariadna: “Si no me hubiera informado, es posible que hubiera seguido siendo una víctima silenciada”.
Una de las trabajadoras del proyecto Alba atiende a una mujer sorda víctima de violencia de género.
Una de las trabajadoras del proyecto Alba atiende a una mujer sorda víctima de violencia de género.
Cedida CNSE
Una de las trabajadoras del proyecto Alba atiende a una mujer sorda víctima de violencia de género.

"La sufría pero estaba ciega y no me daba cuenta de que era víctima de violencia de género. Cuando supe del proyecto Alba, en un principio pensé que era para el resto de mujeres sordas, pero no para mí y nada más lejos de la realidad", dice Ariadna –nombre que ha elegido para mantener su anonimato–.

Alba "es un servicio contra la violencia de género para mujeres sordas. Atiende, asesora e informa de una forma accesible en lengua de signos y chat –lengua escrita– a través de videollamada con profesionales signantes expertas en violencia de género y en la comunidad sorda", cuenta Alba Prado, coordinadora del área de políticas de igualdad de género de la CNSE (Confederación Estatal de Personas Sordas) y del servicio Alba.

El proyecto Alba se desarrolla en coordinación con otras entidades especializadas en violencia de género. Además de atender a las víctimas de violencia traduce a lengua de signos los protocolos, guías y cualquier información de interés para las mujeres sordas. También atienden y asesoran a madres y padres sordos que quieren apoyar a su hija oyente que esté sufriendo violencia, así como a amigos y familiares que necesitan asesorarse para acompañar a una mujer víctima de violencia. “Alba, como indica su nombre, quiere representar la primera luz, la primera señal de que pueden sentirse seguras, con confianza para preguntar, informarse, empoderarse, decidir qué hacer con su vida”, cuenta la coordinadora, que también es sorda.

Ariadna conoció el proyecto a través de CNSE y de las redes sociales. Una amiga fue quien la ayudó. "Después de trasladarles mi situación, me he sentido más tranquila, más segura y bien asesorada sobre cómo denunciar y cómo sería mi proceso de salida", cuenta Ariadna. "Lo afirmo desde mi experiencia como superviviente, que espero que sirva de ejemplo para todas las mujeres sordas en España. Se puede salir de la violencia de género contando con estas ayudas". Ariadna sabe bien que hay muchas mujeres que tienen miedo y callan o que lo dejan pasar porque creen que es amor, "pero no lo es". Por eso "es necesario difundir al máximo y también sensibilizar al entorno en la prevención y erradicación de los malos tratos. Porque no está bien. Si no me hubiera informado, es posible que hubiera seguido siendo una víctima silenciada".

Todavía menos credibilidad

El proyecto Alba nació en 2018 y hasta la fecha han hecho seguimiento de 47 casos de violencia infringida a mujeres sordas y orientado a cientos de víctimas y personas de su entorno.

La coordinadora explica que el colectivo de mujeres sordas es muy heterogéneo: algunas usan la lengua de signos, otras no, por ejemplo; también las hay que conocen sus derechos, mientras que otras no –dada la falta de información accesible–. "Es una diversidad que la sociedad y muchos servicios profesionales desconocen, un desconocimiento que contribuye a multiplicar el estigma hacia ellas y a infringirles aún más inseguridad e incertidumbre acerca de sus propias vidas. La falta de credibilidad social hacia las mujeres sordas las perjudica seriamente".

El servicio Alba accesible para mujeres sordas.
El servicio Alba accesible para mujeres sordas.
Cedida CNSE

La coordinadora recupera los datos de la Macroencuesta del Gobierno de 2019 que afirman que la violencia llega a la mitad de la población, "y las mujeres sordas no se quedan atrás, sufren la misma violencia que las oyentes. La diferencia es la incredulidad e incomprensión, que crece por el simple hecho de ser sordas".

Las mujeres sordas, por tanto, tienen más dificultades para salir de la violencia: decidirse a denunciar, sentirse seguras, confiar en que las van a creer. Se da el caso también de que en ocasiones el agresor es el cuidador o educador. "El miedo a que el agresor gane en los procedimientos por el simple hecho de tratarse de una mujer sorda signante está ahí", cuenta Alba.

El Pacto de Estado sobre Violencia de Género contempla medidas específicas para la correcta atención a las supervivientes sordas. "Esto y la existencia del proyecto Alba, entre otras cosas, ha contribuido a que poco a poco se vaya venciendo el miedo", dice Alba.

Quedan obstáculos

"Todavía no entiendo cómo pudo ocurrir", cuenta Ariadna. "Cuando alguna de mis amigas se había encontrado en situaciones similares siempre las apoyé y no me daba cuenta de que yo también era una víctima". 

Cuando su pareja la agredió físicamente fue su amiga la que la empujó a denunciar. Ariadna lo primero que pensó es en que se iba a encontrar con multitud de barreras para comunicarse y recibir información. Afortunadamente contó con la ayuda del programa Alba y también consiguió avanzar en su denuncia gracias a SVIsual, un servicio de videointerpretación en lengua de signos disponible en el teléfono 016 y en el 091 de la policía. "Esto me aportó tranquilidad durante todo el proceso, desde que comuniqué la agresión hasta la formalización de la denuncia en comisaría. Siempre tenía mi móvil con la aplicación de SVIsual por si tenía que llamar a la policía, al hospital... Durante el juicio conté con la ayuda de una intérprete de lengua de signos que me facilitaron desde una federación de personas sordas".

Me siento orgullosa de haber salido de una situación tan difícil

Pero no todo estuvo al alcance de su mano. Mientras esperaba el juicio, los recursos que le facilitaron no eran accesibles y le costó adaptarse. "Es necesaria una mayor sensibilización por parte de los profesionales acerca de la realidad de las mujeres sordas para garantizar la salida de la violencia y que se tengan en cuenta nuestras necesidades", pide Ariadna. Pero salir es mucho más que una denuncia, por eso Ariadna pide también que se garantice la accesibilidad durante todo el proceso: obtención de información, procesos judiciales, acompañamiento, casas de acogida, terapias, etc.

"Sí, soy una superviviente de violencia de género. Me siento orgullosa de haber salido de una situación tan difícil. Mi testimonio ha hecho que mis amigas se hayan dado cuenta y están indignadas por no haber reparado antes en lo que ocurría. Me siento acompañada y juntas estamos luchando para prevenir la violencia de género. Cuando dejé de ser víctima y adquirí experiencia me sentí más fuerte y comprometida con el feminismo. He conseguido escapar de una jaula negra. Se puede", concluye Ariadna. 

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