Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Ponsatí: cisne negro o mosca cojonera

El momento de la detención de Ponsatí.
El momento de la detención de Ponsatí.
EFE
El momento de la detención de Ponsatí.

A dos meses de las municipales, la política catalana transitaba por un camino bastante tranquilo, con el independentismo radical desinflamándose, y ERC reconociendo por primera vez que la votación del 1 de octubre no tuvo suficiente legitimidad interna. ¿Puede el regreso por sorpresa de Clara Ponsatí alterar ese escenario? ¿Es un cisne negro que va a cambiar las cosas? 

Ante todo, hay que decir que su vuelta se produce cuando ya no pesaba contra ella el delito de sedición, que fue suprimido en la polémica reforma del Código Penal. Por tanto, ya no corre riesgo la exconsejera del gobierno de Carles Puigdemont de ir a la cárcel. Solo se enfrenta a una pena por desobediencia, o sea, de inhabilitación. Se ha presentado en Barcelona sin otro peligro que el de ser detenida, desafiando a la justicia española, ante la que debería haberse entregado, con el argumento de que tiene inmunidad por ser eurodiputada. 

La exconsejera ha calificado al gobierno de Pere Aragonès de “herramienta de la ocupación española”

En realidad, lo que buscaba era la foto de esa detención, que se ha producido en el centro de la ciudad por los Mossos en virtud de una orden del juez Pablo Llarena. Se le han notificado los cargos de desobediencia y será puesta en libertad en las próximas horas. Si realmente quería desafiar a Llarena y al Tribunal Supremo, debería haber regresado antes de la reforma penal de finales del año pasado. Ahora es pan comido, solo circo para denunciar una supuesta detención ilegal.

Ahora es pan comido, solo circo para denunciar una supuesta detención ilegal

Ahora bien, Ponsatí es una separatista pata negra, cuyo regreso alienta a los sectores más duros de Junts que critican el “entreguismo” de ERC, aunque contradictoriamente ella se ha beneficiado de ese cambalache. La exconsejera ha calificado al gobierno de Pere Aragonès de “herramienta de la ocupación española”. Dice que regresa para denunciar la pasividad de las instituciones catalanas y a fin de que las instituciones europeas reaccionen ante la vulneración de derechos, etc. 

Más allá del ruido que genere en las próximas horas, su presencia acabará siendo solo tan molesta como una mosca cojonera, tanto para los republicanos a los que criticara en el tour mediático que hará en los próximos días, como para el convergente Xavier Trias, que intenta esconder ahora su independentismo oportunista de hace unos años con una candidatura blanqueada al Ayuntamiento de Barcelona. 

El único cisne negro para la política catalana sería el regreso a España, repetidamente anunciado por sus seguidores, de Puigdemont, que sí se enfrenta a una pena de cárcel por malversación. ¿A que no?

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