Melisa Tuya Redactora jefe de '20minutos'
OPINIÓN

Comprar un perro o un gato no es ningún pecado

Un criador profesional no tendrá problemas en enseñarle las instalaciones, las condiciones de crianza y, sobre todo, a la madre y a los demás cachorros de la misma camada. De hecho, insistirá al futuro propietario que acuda a por el perro al lugar de cría, casi siempre su propio domicilio. El criador no responsable hará justo lo contrario: no mostrar el centro de cría ni a los padres y los demás cachorros de la camada, probablemente para no revelar las condiciones en que el cachorro ha sido criado.
Un cachorro durmiendo.
PIXABAY
Un criador profesional no tendrá problemas en enseñarle las instalaciones, las condiciones de crianza y, sobre todo, a la madre y a los demás cachorros de la misma camada. De hecho, insistirá al futuro propietario que acuda a por el perro al lugar de cría, casi siempre su propio domicilio. El criador no responsable hará justo lo contrario: no mostrar el centro de cría ni a los padres y los demás cachorros de la camada, probablemente para no revelar las condiciones en que el cachorro ha sido criado.

Comprar un perro o un gato no es ningún pecado. En absoluto. Es cierto que carece del componente solidario de una adopción, que no salva dos vidas (la del animal adoptado y la del que ocupa su hueco en la protectora), pero comprar un perro o un gato es lícito y legal

Defender a los animales no debe suponer, en ningún caso, atacar a aquellos que los han comprado. A lo que hay que aspirar es a que esas personas que planean comprar valoren siempre antes y en profundidad la adopción; y si se deciden por adquirir un cachorro, que acudan a buenos criadores, que el bienestar animal siempre prime en su elección de vendedor. Información y ética, antes que prisas y el deseo de ahorrar unos eurillos.

Yo he tenido la suerte de compartir mi vida con seis perros, dos en mi infancia y cuatro siendo adulta. Todos mestizos, la mayoría adoptados y alguno regalado, fruto de esas camadas no controladas de los pueblos. Gatos han sido cinco, todos sacados de la calle. Me atrevo a afirmar que jamás compraré un perro o un gato y no soy sospechosa de no defender a los animales, llevo décadas haciéndolo, pero también soy pragmática y quiero ser justa, discutirme a mí misma y caminar en zapatos ajenos.

Hay ciertas corrientes de la protección animal que radicalizan sus posiciones hasta el extremo de plantear la prohibición de la compraventa de animales. Es una postura, como mínimo, poco realista. La verdadera batalla es lograr que solo críen aquellos que aman una raza, que la quieren preservar y mejorar, poniendo la salud de sus animales como máxima prioridad. La lucha primera es lograr que únicamente las personas capaces de responsabilizarse por completo y hasta el final de un animal, le abran la puerta. 

Muchos crían muy mal en este país, me atrevería a decir que la mayoría de los animales de raza  con los que nos cruzamos proceden de criadores con prácticas que oscilan entre lo ilegal y lo discutible. Eso no invalida el hecho de la cría en sí, sino que refuerza la necesidad de ponerles freno al tiempo que ponemos en valor a aquellos que sí que lo hacen bien, realizando tests genéticos, enamorados de sus perros, incluso perdiendo dinero en el proceso.  

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